Isleña se reafirma en ‘Ñaña’ con su neoperreo de raíces mapuche 

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Yolanda G. Alonso

Coordinadora editorial de SFF. Apasionada de las artes en todas sus expresiones y siempre liberando espacio para mantener la mente libre

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Isleña Antumalen habla en nombre de todas sus hermanas, con las que comparte género, raza, pasado y presente en ‘Ñaña’, un disco que sorprende por su contundencia y sinceridad

“Mientras vas creciendo te vas dando cuenta. Que tu belleza pareciera no ser la correcta” esto declara Isleña Antumalen (Santiago de Chile, 1998) en uno de los temas de su disco debut Ñaña —en el idioma mapuche ñaña significa hermana—. Se trata del bonito himno de empoderamiento Ñaña descoloniza tu belleza. Una canción dirigida a todas esas mujeres, como ella, racializadas que no encajan con los estándares de belleza normalizados. Esta rapera de descendencia mapuche y criada en la comunidad de Isla Huapi lleva desafiando el establishment musical desde el 2020 que diera sus primeros pasos como cantante. Sus creaciones beben de ese hip-hop de los noventa cuyas letras servían de crítica social o para narrar vivencias diarias. Del panorama español podemos rescatar MCs como Nach Scratch o Arianna Puello. No obstante, sus canciones mezclan tradición y modernidad para ofrecer un sonido contemporáneo multidimensional que invita al baile.

En este Ñaña Isleña Antumalen presenta, a través de diez pistas, un cóctel que mezcla, entre otros géneros, Neoperreo, Cumbia rebajada y Dembow. Además, sus escritos de reafirmación, empoderamiento y fraternidad entre mujeres entrelazan con total naturalidad español y vocabulario mapuzungun haciendo su música aún más multicultural. Sus letras rimadas también aluden a esos saberes ancestrales herencia de sus antepasados mapuche. Como cuando en el tema Maki menciona que su “ñuke” le dijo que tenía que pedir permiso al árbol porque “tiene su newen” (tiene su fuerza, su energía).

Igualmente, este trabajo de Isleña abre nuevos cauces de reflexión. Lo hace dando visibilidad a la mujer indígena, uno de los segmentos sociales más marginados de la actualidad y una comunidad en la que las mujeres tienen un papel muy importante. Isleña Antumalen tiene claro el cometido social que deben tener sus letras, pero sin aleccionar. Al mismo tiempo, en Ñaña hay mucho espacio para la diversión y el baile. Un buen ejemplo es el explosivo tema KO, con el que abre el álbum, y cuyo estribillo pegadizo invita a lanzarse a la pista de baile. Asimismo, temas como Mija suben la temperatura e impulsan el perreo. Y es que Isleña transmite libertad por todos los poros de su piel.

Desde que el rap se extendiera a nivel mundial adaptándose a los distintos territorios, sus costumbres y culturas populares, allá por los noventa, sus nuevas ramificaciones le han dejado en un segundo plano. Así, mezclándose con otros géneros musicales como el reggae jamaicano, surgieron nuevos sonidos como el reguetón. Esta fusión, acompañada de letras en español, emerge en Puerto Rico y rápidamente se expande por toda Latinoamérica ganando millones de seguidores en todo el planeta. Hoy, el reguetón y todos sus subgéneros, influencias, fusiones y divisiones están abriendo la puerta a propuestas como las de Isleña que alza la voz frente a las desigualdades. Es sorprendente como su música urbana se transfiere a parajes naturales. Cómo conquista las montañas, valles y ríos de su Chile natal con su activismo sonoro.