El Museo Guggenheim de Bilbao recorre al completo la trayectoria artística de Hilma af Klint, vinculada al espiritismo y una de las artistas más silenciadas de la historia del arte

Hilma af Klint | Museo Guggenheim Bilbao | StyleFeelFree. SFF magazine
Hilma af Klint. El cisne, Serie SUW/UW, Grupo IX/SUW, n.º 13, 1915 | ©The Hilma af Klint Foundation, Bilbao 2024 | StyleFeelFree. SFF magazine

A pesar de tener una formación artística tradicional Hilma af Klint (Suecia, 1862-1944) se decantó por desarrollar un nuevo arte de formas abstractas. En estos trabajos af Klint prescindía de lo aprendido formalmente para entregarse por completo a una inspiración que, apoyándose en sus conocimientos del lenguaje de la cartografía y otras ciencias, se adentraba en el inconsciente. Esto fue en 1906, antes del surgimiento del arte abstracto cuando guiada por espíritus se embarca en la realización de las Pinturas para el templo. Esta es una de las series que encabezan la exposición que repasa su trayectoria en el Museo Guggenheim de Bilbao. Una carrera artística marcada por casi un siglo de incomprensión ya que sus pinturas abstractas no fueron expuestas en vida de la artista. No obstante, se percató de que el mundo no estaba preparado para aceptar su obra por lo que se preocupó por guardarla y clasificarla para su conservación.

En una época en la que el espiritismo tenía cada vez más adeptos en el mundo artístico y científico Hilma af Klint se inclinó por explorar lo oculto. Lo hizo partiendo del espiritismo y otros sistemas de pensamiento como el rosacrucismo, la teosofía o la antroposofía de Rudolf Steiner. La artista sueca, al igual que muchos de sus coetáneos, buscaba alcanzar una verdad superior al conciliar el mundo espiritual y el científico. Además, su atracción por el mundo natural también es muy recurrente en sus pinturas. En 1922, Hilma af Klint introduce en su discurso creativo formas botánicas que pretenden retratar las fuerzas espirituales de la naturaleza. Se trata de la serie Sobre la contemplación de flores y árboles, un conjunto de acuarelas en las que la pintura, aplicada con una esponja húmeda, se extiende por el papel creando formas de colores.

Pinturas para el templo. Más allá del mundo observable

El interés de Hilma af Klint por el espiritismo la llevó a unirse a Anna Cassel, Cornelia Cederberg, Sigrid Hedman y Mathilda Nilsson para fundar el grupo espiritista de Las Cinco (De Fem). Las cinco componentes encuentran en la escritura o el dibujo automático una forma de canalizar la energía que experimentan en sus encuentros regulares en los que exploran dimensiones espirituales. De este modo, en 1906 af Klint comienza a trabajar en las Pinturas para el templo que suponen casi una década de trabajo. Son 193 piezas, entre pinturas y dibujos, que se dividen en varias series y grupos. Estas creaciones en principio son concebidas para ser instaladas en un templo helicoidal que nunca llegará a construirse.

Influenciada por las ideas teosóficas el primer grupo de las Pinturas para el templo hace referencia a las enseñanzas en torno al nacimiento del mundo. En estos veintiséis trabajos Hilma af Klint se centra en la creencia de que al principio del mundo había una unidad que se rompió. En el desarrollo de esta hipótesis se establece la vida como una forma de unir las fuerzas opuestas separadas al inicio de la creación. Esto abarca el bien y el mal o lo masculino y lo femenino.

Posteriormente, Hilma af Klint ejecuta un grupo de diez pinturas relacionado con las mitologías y las leyendas antiguas. En el primero de estos trabajos una mujer se funde con un cisne. En los cuatro siguientes lo masculino y lo femenino se mantiene separado, pero estas corrientes permanecen conectadas por ciertos elementos. Tras la quinta, en la que la figuración desaparece por completo, lo masculino identificado con el amarillo y lo femenino representado en azul, se funden. Todas estas obras están en consonancia con las ideas de Steiner y de la teosofía. En ellas, la evolución es un proceso espiritual por el cual el alma evoluciona y se aproxima a lo divino.

Otra de las series que se engloba en Pinturas para el templo son Los diez mayores. En ellas, Hilma af Klint representa las cuatro etapas de la vida del ser humano —infancia, juventud, madurez y ancianidad—. En estos lienzos de grandes dimensiones, realizados siguiendo las indicaciones de los guías espirituales, af Klint utiliza la técnica del temple empleada durante el Renacimiento para pintar los altares de las iglesias florentinas. Coincide con los artistas renacentistas en el propósito de incentivar la reflexión espiritual. Este estudio la lleva, más adelante, a la introducción de elementos de la imaginería cristiana, como el cáliz o la paloma, que se mezclan con decoraciones inspiradas en el Art Nouveau.

Este conjunto de obras, que albergaría el templo ficticio diseñado por Hilma af Klint, estaría coronado por tres retablos creados en 1915. Estos trabajos ocuparían el altar situado en la parte superior de una torre de cuatro pisos en espiral. En este grupo final de Pinturas para el templo las formas, colores y motivos son resultado de la evolución natural del proyecto. De este modo, el uso de una lámina de metal, habitual en el arte religioso tradicional, aporta mayor luminosidad. No obstante, af Klint todavía realiza una última obra. Es una pequeña pieza que concluiría sus Pinturas del templo y que denominó La castidad humana.
 

DATOS DE INTERÉS DE LA EXPOSICIÓN

Título: Hilma af Klint
Artista: Hilma af Klint
Comisariado: Tracey R. Bashkoff y Lucía Agirre
Lugar: Museo Guggenheim Bilbao
Fechas: hasta el 2 de febrero de 2025
Horarios y tarifas: consultar