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Descubre cuáles son los signos del zodiaco que generan más desconfianza y por qué son los que más rechazo causan

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Folklorische voorstelling, Nicolaes de Bruyn, 1571-1656 gravure | Foto: © StyleFeelFree | Astrología | Signos más odiados | StyleFeelFree. SFF magazine

Según una encuesta realizada en X, estos son los signos más odiados del zodíaco o los que más desconfianza generan:

De los signos de AIRE: GÉMINIS (con un 71%)
De los signos de TIERRA: VIRGO (con un 42%)
De los signos de AGUA: ESCORPIO (con un 36,6%)
De los signos de FUEGO: ARIES (con un 35,6%)

A continuación esclarezco cómo valoro estos resultados. Hay dos cuestiones a considerar principalmente. Una es que los signos mutables y mercuriales —Géminis y Virgo— son sobre los que recae el mayor porcentaje de votos como dos de los signos más odiados o que más desconfianza generan. Para los encuestados son los que más rechazo producen. Seguidos de estos, los signos marciales —Escorpio y Aries— serían también los que los votantes consideran como más desleales.

Signos regidos por Mercurio y mutables: Géminis y Virgo

El alto porcentaje que obtiene Géminis como uno de los signos más odiados, no pasa desapercibido y no sorprende demasiado por su cualidad de mutable, mercurial y de aire. De los signos de tierra es Virgo, con cualidades muy similares a las de Géminis —se encuentra en domicilio en Mercurio y es, asimismo, mutable— el que más porcentaje obtiene. Lo que ocurre es que esperamos de los demás estabilidad y confianza a lo largo del tiempo, y la naturaleza de los mutables es el cambio. Son los signos que dan paso a una nueva estación y, por eso, necesitan estar receptivos para prepararse para el nuevo clima que requerirá una adaptación. Además de Géminis y Virgo son mutables Piscis —el último signo del invierno que deja paso a la primavera— y Sagitario —el último signo del otoño que deja paso al invierno—, pero no son los más temidos de su elemento, aunque se encuentran en una horquilla no demasiado distante a la que tienen el resto de signos de fuego —en el caso de Sagitario— y de agua —en el caso de Piscis—.

Hay que considerar, también, que en el caso de Géminis y Virgo, su aspecto mercurial les otorga un cariz que busca, en cierta forma, rentabilizar sus relaciones, obtener un beneficio, algo a cambio que no sea emocional, sino pasado por la razón. Y, como es lógico que los intereses cambien y que, según su desarrollo, necesiten encontrar otros vínculos que les resulten más estimulantes y productivos, también lo es que las personas que participaron de ese vínculo se puedan sentir traicionadas, salvo que la comunicación fuese lo suficientemente fluida o que sus naturalezas sean similares. Además, a diferencia de Virgo, a quien la tierra le proporciona una estructura de índole más territorial, Géminis es un signo de aire y, por su elemento, no necesita un espacio delimitado. De hecho, es el signo que mejor se maneja en el caos pudiendo hacer varias cosas a la vez, o mantener varias relaciones a un mismo tiempo, sin que eso le suponga un problema. Quizás por eso, las mejores dinámicas y las más duraderas, a lo largo del tiempo, para Géminis y Virgo son aquellas de cariz intelectual, donde el intercambio se renueva continuamente y la producción fluye en ambos sentidos. En cambio, las relaciones de dependencia o aquellas en las que se advierta una clara desigualdad, salvo que se reconozcan y se acepten desde el principio, pueden ser conflictivas.

Signos regidos por Marte: Aries y Escorpio

En cuanto a los elementos de agua y fuego, los resultados obtenidos no son demasiado definitorios ya que superan por poco el 35%. Aún así tampoco es llamativo que sobresalgan Escorpio y Aries como dos de los signos más odiados o que más desconfianza generan. Como era previsible, el signo de agua que genera más desconfianza es Escorpio —de naturaleza fija—, lo que es normal porque su aguijón es bien conocido, aunque en muchos casos se vuelve contra sí mismo —es el signo que más se «autoinmola» como forma de regenerarse—. Por otro lado, su enorme energía sexual puede convertirlos en víctimas y victimarios fáciles a causa de sus propios deseos —sean del tipo que sean, no solo de origen sexual, ya que lo sexual es solo una energía que se puede utilizar de forma creativa o destructiva, claro está. Al mismo tiempo, es muy exigente con los demás y, su tendencia a escarbar en las profundidades del alma, puede alejar a la gente, puesto que pueden encontrar a los Escorpio demasiado misteriosos o intrincados; o bien, ser ellos mismos los que se alejen porque, de improviso, reconozcan un rasgo en el otro que no les agrada o les genera ansiedad. Por su naturaleza fija, necesitan relaciones que les proporcionen seguridad y estabilidad.

En cuanto a Aries —cardinal— es lógico también que figure como el que más desconfianza genera de los signos de fuego. Es el primer signo del zodíaco y conocido es su ímpetu que necesita siempre nuevos retos. Igualmente, por ser el primer signo, tiene una naturaleza egoísta ya que su cometido es abrir camino, empezar nuevas empresas, liderar y, para ello, tiene que estar a la defensiva y no dejar que nadie le alcance. Regido por Marte, como Escorpio, no dudará en dejar atrás a quien sea con tal de perseguir su objetivo. Por ello, necesita personas a su lado que le cuestionen y pongan a prueba, lo que no genera demasiada armonía. Las relaciones para ellos tienen que ser dinámicas y estimulantes, suponiéndoles un desafío continuo.

Sobre estas apreciaciones hay que tener en cuenta que no se puede considerar únicamente la posición del Sol que es la que ha dado lugar al conocido como Horóscopo, lo que genera, en la práctica, muchos prejuicios. No podemos alejarnos de las personas solo porque tengan un Sol en un signo determinado ya que la realidad es que, salvo que dos personas hayan nacido el mismo día en el mismo tiempo universal, todas las cartas astrales son únicas y estarán muy posiblemente determinadas por varios signos del zodíaco, un documento personal, una especie de ADN que les hace únicos. A esto habría que añadirle, también, que nos influyen las cartas astrales de las demás personas con las que nos relacionamos de forma íntima y el entorno en el que nos hayamos criado.
 

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