Rosana G. Alonso

La segunda crónica de Cannes 2024 tiene el fulgor de la adolescencia que marca las radiantes películas de Rúnar Rúnarsson, con ‘When the Light Breaks’, y ‘Bird’ de la girl terrible del cine Andrea Arnold

Bird | Crónica 2 de Cannes 2024 | StyleFeelFree. SFF magazine
Imagen de la película Título de la película | Crónica 2 de Cannes 2024 | StyleFeelFree. SFF magazine

En la segunda crónica de Cannes 2024 coinciden dos cineastas al centrarse en la adolescencia como un periodo de descubrimiento y afirmación de la identidad. Uno de ellos es Rúnar Rúnarsson, con Whe the Light Breaks, en la sección A Certain Regard. La otra, Andrea Arnold con Bird, que lleva a sus espaldas una trepidante y versátil carrera desde Red Road. Justamente, los dos llevan tiempo retratando la complejidad de la adolescencia, una etapa de la vida sin duda interesante por los conflictos que acarrea. La tercera película que completa la que fue la segunda jornada a competición es The Girl With the Needle, extraño atropello en la carrera de Magnus Von Horn que había plasmado con un convincente realismo turbio la vida de una influencer en Sweat. El sueco sigue mostrando una gran sensibilidad hacia los universos femeninos, pero en esta última incursión, que acaba de presentar en Cannes, nada fluye. La sensación final es de enorme vacío conceptual y muy poco convincente desde el punto de vista artístico e interpretativo. Tal parece que es un telefilme demasiado pretencioso con un blanco y negro de postal que aumenta la percepción de lavado o impostado.

De la artificiosidad a la sorprendente lumninosidad de When the Light Breaks hay solo un paso. El islandés vuelve a retratar aquí la adolescencia como ya lo había hecho en la sorprendente Sparrows. Sin embargo, en esta película busca un lugar de transición que afecta a todo lo que toca y con el que juega sin cesar. Es el paso a la edad adulta. Y también el paso de la primavera al verano. Hay que despedirse de alguien querido y seguir viviendo. Y todo ello asombrosamente manifestado con un lenguaje visual muy luminoso. Dos puestas de sol, una al principio y otra al final que encuentran la forma de conectar esa idea de ciclo que acaba. El filme sigue a un grupo de amigos que están pasando por un duelo. De ellos, Una, el personaje principal, una joven que se define como pansexual, tiene un importante espectro de registros como para conectar con la audiencia en los momentos más complejos a nivel interpretativo porque tiene que ocultar sus emociones. Es fácil ponerse en su lugar y sentir empatía con este personaje que está en un momento crucial de su vida, experimentando algo que acelera un proceso que deja a su paso imágenes de metamorfosis bellísimas.

Cerrando esta crónica Bird, de Andrea Arnold, supone un desafío en la trayectoria de la cineasta inglesa. Sigue siendo la girl terrible del cine enfocándose en adolescentes conflictivos o confusos, si bien aquí el brillo lo tiene el papel que interpreta Franz Rogowski en un delicado y extraño personaje que difícilmente podríamos imaginar en otras manos. Es otro filme de transformación que mezcla el característico realismo social de Arnold, incluso más descarnado y estilísticamente arrollador en su potente fuerza de extrarradio, con la fantasía más jocosa y efectiva. Al final casi podríamos considerar que esta es una película de superhéroes que hacen justicia en un mundo de tierna mirada salpicado por una banda sonora que sube el ritmo y retoma el impulso. Como cuando suena Lucky Man de The Verbe. Es como si la cineasta de Fish Tank solo quisiera captar la luz y la alegría de vivir mientras desvela experiencias de iniciación que pueden ser trágicas o ensordecedoras. Brillante envoltorio para un contenido repleto de sorpresas, de detalles, de asombrosas decisiones experimentales que dan un paso más en una de las carreras más honestas y oportunas de la actualidad.