61 FICX. De lo local, a lo universal 

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Rosana G. Alonso

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En un año no exento de desafíos, el Festival de Cine de Gijón 2023 deslumbra con una programación que mira de cerca los procesos identitarios

Después de la tormenta siempre sale el sol. Y aunque este año el leitmotiv de la 61 edición del FICX, el Festival Internacional de Cine de Gijón/ Xixón, hace alusión a los rayos solares, las turbulencias que asolaron los festivales de cine, en un año especialmente problemático que ha dejado escuálido al Festival de Sevilla, se han notado también en el norte de la península. En Gijón, todo saltó por los aires cuando, a principios de octubre, y en rueda de prensa, una concejala del Ayuntamiento, Sara Rouco, al frente de la concejalía de Festejos de la que dependía el FICX, anunció que quería cambiar la línea de orientación del festival sexagenario para adecuarla a la ideología del partido VOX en el que militaba. Fue la punta del iceberg que hizo romper el acuerdo de Foro con el grupo ultraconservador para recuperar la normalidad del consistorio. El conocido “se acabó” de la alcaldesa, Carmen Moriyón, resonó contundente y paró a tiempo lo que se vaticinaba como un retroceso que llevaría a Gijón a tiempos oscuros en los que la Cultura, entendida como un espacio para el debate que salvaguarda la libertad de expresión, ya no tendría lugar.

Este conocido y mediático episodio se solventó en un abrir y cerrar de ojos. Hasta tal punto que, a Alejandro Díaz Castaño, director del FICX, apenas le dio tiempo a abrirlos y ya se había solucionado toda la papeleta. Se encontraba en el Black Canvas de México promocionando el FICX al otro lado del Atlántico y con el cambio horario le vino todo de golpe. Esto es, escuchó la tormenta de lejos y en la noche. Pero cuando llegó el amanecer, en Ciudad de México, el sol había vuelto a salir como una promesa que aseguraba el normal funcionamiento de un festival que llevaba unos meses buscando esquivar las presiones externas. Díaz Castaño hace balance de lo ocurrido, hasta el presente, explicando a este medio que “después de un intento de injerencia en la programación por parte de una persona del gobierno municipal estamos en un momento de total normalidad”. Esa normalidad se la agradece a la alcaldesa que “tuvo una respuesta muy rápida y ahora mismo nos sentimos muy arropados”, agrega. De hecho, en la última rueda de prensa, convocada por el FICX para presentar el certamen de cine, se aseguró estabilidad, una intención que el gestor valora muy positivamente.

Al respecto, Alejandro Díaz Castaño deja claro algo que no siempre se tiene en cuenta. “El festival es fundamentalmente municipal, pero también tiene una parte regional, otra nacional y otra europea porque recibimos financiación de distintos estamentos que engloban estas áreas. Ello implica que pertenece, en primer lugar, a la ciudad de Gijón, pero también a toda Asturias, España y Europa. Por otra parte, considero que tiene que reflejar la pluralidad de la sociedad. Y en esa línea estamos trabajando”, sentencia. Por eso mismo, manifiesta el deseo de que no se use el festival como un arma política. “No llegué a la dirección del festival de la mano de ningún partido político, sino a través de un concurso público con un tribunal de expertos y expertas”, recuerda. No obstante, se muestra optimista y aunque considera que esta edición estuvo marcada por este asunto político, no ha limitado su alcance en absoluto. Las cifras, al respecto, lo dejan claro.

El Festival de Cine de Gijón 2023 cuenta con cerca de 200 películas. De ellas, alrededor del 80% se podrán ver en salas y el resto online. Las cifras en invitados incluso llegan a incrementarse con respecto al año anterior. Son más de 200 los profesionales del sector que, entre el 17 y el 25 de noviembre, renovarán el ambiente de la ciudad por unos días. Y otro dato muy positivo para la industria española. Del total de películas que se exhiben, 76 son producciones estatales lo que supone casi el 40% de la programación. En añadido, un apunte muy satisfactorio para la provincia de Asturias que acoge el certamen. El cine asturiano crece y acapara más secciones ampliando su capacidad de resolución y alcance. Es una cinematografía que despunta, sonando novedosa, y añadiendo valor a unas artes audiovisuales que siguen mirando dentro para explicarnos.
 

Imagen de la película El cine, 5 de Elisa Cepedal | Festival de Cine de Gijón 2023 | StyleFeelFree. SFF magazine

Asturias redibuja el mapa del cine español

El cine español recupera protagonismo en esta edición del FICX. Hay varias razones por las que el número de filmes que se proyectarán sufre un importante aumento. 25 películas más que el año pasado es una cifra a tener en cuenta. Por un lado, según explica Díaz Castaño, “el modelo de festival que ofrecemos da visibilidad a películas que son frágiles o más independientes”. Son cintas que “en muchos casos, están autoproducidas y autodistribuidas”, aclara. “Y no las relegamos a secciones secundarias, sino que las ponemos en competición. Eso lo están valorando muchos cineastas a los que les interesa más estar en una competición con 10 películas, que no en oficial con veinte o veintitantas, o en una sección secundaria”, resuelve confiado de que el FICX sigue siendo ejemplo de sostenibilidad y ética que da voz a un cine que puja por saltar, desde la periferia al centro, para celebrar un encuentro con los públicos.

De estas películas españolas sorprende el empuje que está tomando el cine asturiano que se cuela en sección oficial con tres películas de las diez cintas españolas que integran la competición. Son propuestas que destacan en el tríptico de largometrajes que anuncia Retueyos, para las obras de autores más jóvenes; Albar, para cineastas consagrados; y Tierres en Trance que da luz a un cine iberoamericano audaz y luminoso. A este cuadro hay que añadirle también la sección de cortometrajes en competición en donde se podrá ver Gregoria de la asturiana Celia Viada Caso, la gran triunfadora en 2020 con La calle del agua.

Las otras dos películas asturianas en competición están recogidas en el programa de Retueyos. Una de ellas la firma Elisa Cepedal que presenta su tercer largometraje, lo que la coloca como una de las más veteranas de esta sección destinada a los primeros brotes de cinematografías muy prometedoras. Su obra El Cine, 5 cuenta la historia de un pequeño pueblo minero de Asturias, Barredos, a través de los testimonios orales de sus habitantes y el archivo de un fotógrafo local. A ella se une Samu Fuentes con Los últimos pastores, que sigue a dos hermanos que habitan en las montañas de los Picos de Europa. Ambos cineastas están descubriendo los vestigios de un nuevo cine identitario filmado en Asturias, un paraje todavía por explotar y que, según considera Alejandro Díaz Castaño, puede tener un potencial similar a Galicia, un territorio que tuvo su momento álgido confluyendo al que se conoció como Novo Cinema Galego. La diferencia que encuentra Castaño entre ambas regiones es que Asturias carece de suficientes apoyos institucionales, como sí ocurría en Galicia con las ayudas a la producción de Agadic que resultaron cruciales en la carrera de directores como Oliver Laxe o Lois Patiño, según señala.

A pesar de ello, se hace evidente que el cine asturiano ha pegado un salto no solo cuantitativo sino también cualitativo. En el Festival de Cine de Gijón 2023 además del trabajo de Cepedal y Fuentes, en sección oficial, igualmente están otros autores en la sección Esbilla que empieza a coger mucho impulso. Es el caso de Pablo A. Quiroga Prendes y Alejandro Nafría al frente de Cigarreres que realizan “un trabajo en la memoria que es algo muy habitual en el cine asturiano”, puntualiza el director del FICX. Asimismo, reflexiona que esta cinematografía empieza a tener señas propias como las que redefinen la identidad de Asturias, “uno de los grandes asuntos por afrontar en esta región tras la pérdida de la identidad tradicional asociada al carbón y al metal”, argumenta.
 

Imagen de la película Disco Boy de Giacomo Abbruzzese | StyleFeelFree. SFF magazine

Esbilla se redefine

Entre las novedades de esta 61 edición sobresale, más allá de la sección oficial, el panorama que dibuja Esbilla. No es una sección competitiva, pero es la que dejará tras de sí el valioso Premio del Público. En ella también participan películas que compiten por el Premio Europa Joven y el Premio a Mejor Película Española, ya que aquí se acaba de trazar el escenario del cine español más reciente y arriesgado. Sin ir más lejos, la mencionada Cigarreres participa en esta sección en el apartado Equí y N’otru Tiempu, destinada al cine de no ficción. A esta división la acompañan otras tres —Espectru, Generación Mutante y Premiere—, dos de las cuales son de reciente creación. Se trata de Generación Mutante, integrada por una serie de títulos que amplifican los códigos del cine fantástico, de terror y de ciencia ficción llevándolos a un nivel más autoral que escapa de la mera industrialización del género. Y, sin entrar en cuestiones temáticas y de estilo, la subsección Premiere, otra de las grandes novedades, incorpora, como su nombre anuncia, estrenos a nivel nacional. Aquí despunta, por ejemplo, Shoshana, el último trabajo de Michael Winterbottom, el que fuera el enfant terrible del cine europeo desde finales de los años noventa a mediados de los 2000 cuando 9 Songs hizo saltar por los aires todos los paradigmas del cine romántico.

También destaca en Premiere Disco Boy, de Giacomo Abbruzzese. Oso de Plata en la Berlinale, tiene como protagonista a uno de los actores más atractivos del cine contemporáneo, Franz Rogowski, deambulando en una trama que enfrenta los problemas identitarios de un joven bielorruso que sueña con unirse a la Legión Francesa para conseguir un nuevo pasaporte. En cuanto al cóctel explosivo que ofrece Generación Mutante, encontramos algún hallazgo como Embryo Larva Butterfly, de Kyros Papavassiliou; y Mamántula, de Ion de Sosa, que Díaz Castaño la sitúa como una de las películas españolas del año. Sin embargo, las películas más esperadas vienen de la mano de Espectru que recorre algunos de los estrenos del momento como la película del asturiano Diego Llorente, Notas sobre un verano, que pasó por la sección oficial de Róterdam; Fallen Leaves de Aki Kaurismäki, probablemente la única cinta de la temporada ante la que la crítica se ha mantenido unánime; la Palma de Oro de Cannes, Anatomía de una caída de Justine Triet; o el cortometraje Cantar un Batallón, de Inés G. Aparicio, que rememora a una de las homenajeadas de esta edición, Lilián de Celis, a la que se le otorgará el Premio Isaac del Rivero en reconocimiento a su trayectoria.
 

Imagen de la película El último verano de Catherine Breillat | Festival de Cine de Gijón 2023 | StyleFeelFree. SFF magazine

Coherencia en Sección Oficial

Aún así, los platos fuertes siguen estando en Sección Oficial invitando al espectador a cuestionarse un mundo circundante en el que los valores y los modos de representarnos no pueden sino estar en tensión. De esta forma, plantean desafíos que no ignoran el devenir de los roles dibujando itinerarios que miran al futuro. A este respecto, el Festival de Cine de Gijón 2023 cuenta entre sus filas, en la sección Albar, con Catherine Breillat. La cineasta francesa presenta aquí El último verano, una película que sigue en su empeño de desacralizar los impulsos más naturales del ser humano. La acompañan también en la sección algunos pesos pesados del cine de Europa del Este que, no obstante, tampoco son especialmente conocidos por el público. Así ocurre con el búlgaro Stephan Komandarev o el rumano Radu Jude. Son cineastas que regresan a Gijón donde han cosechado singulares éxitos como Stephan Komandarev, con sus películas precedentes, Destinos y Rounds. En esta ocasión, presenta La Lección de Blaga con una inmensa Eli Skorcheva que interpreta a una mujer, en la última etapa de la vida, que buscará la forma de salir adelante tras haber sido estafada. El caso de Jude, que estrena No esperes demasiado del fin del mundo, también es similar al de Komandarev ya que, de igual forma que este, fue premiado, en 2018, como Mejor Director por No me importa ser bárbaro.

Cuando muchos festivales estatales no acaban de definir un propósito común en la programación, Gijón sigue fiel a su ideario, manteniéndose coherente y logrando fidelizar a algunas figuras que se han convertido en estelares en los últimos años. En este sentido, los repiques del tambor suenan por partida doble para Hong Sangsoo. Es un realizador que, a nivel estatal, lo descubrió Gijón, en 2010, cuando todavía no era una celebridad mundial. Es por eso por lo que tampoco sorprende demasiado que presente dos películas en competición. Díaz Castaño se enorgullece mucho de esto ya que “hace años, cuando pusimos la primera peli de Hong, Oki’s Movie, en 2010, nadie le invitaba a los festivales” y “es algo habitual, en cualquier festival, fidelizar”. Recuerda, por ejemplo, que Cannes siempre estrenó, hasta la última, las películas del ausente Jean Luc-Godard, a quien precisamente en la pasada edición del FICX rindieron un pequeño homenaje para despedirle.