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Transformando la idea preconcebida que tenemos de los vampiros y renovando el género, ‘Humanist Vampire Seeking Consenting Suicidal Person’ es una cinta que mira directamente a las nuevas generaciones
Acaba la película y con los créditos finales suena el Drácula Ye Ye de Andrés Pajares. Humanist Vampire Seeking Consenting Suicidal Person, de la canadiense Ariane Louis-Seize, sella con un gesto lleno de intenciones un filme que moderniza los metrajes de vampiros acercándose a su universo pop que sublima con el género de adolescentes. De esta forma, crea un espacio y atmósfera particulares que bebe de muchas fuentes. Desde las películas de vampiros a las que han sucumbido autores contemporáneos como Jim Jarmusch con Solo los amantes sobreviven (Only Lovers Left Alive) o Una chica vuelve a casa sola de noche (A Girl Walks Home Alone at Night) de Ana Lily Amirpour, hasta las cintas que reactualizan el género de la mayoría de edad sirviéndose de los tropos que caracterizan el cine de John Hughes. Sobre esto último cabe destacar que puede también verse un paralelismo, por cómo avanza el personaje femenino central, entre la Saoirse Ronan de Lady Bird y el hallazgo que marca el canon actual que infunde Sara Montpetit.
Captando la seña de identidad del tiempo que nos rodea y sin necesidad de ser grandilocuente Humaniste Vampire… es una película que evita el alarde. Es una comedia negra romántica que entusiasmará especialmente a los adolescentes, pero por sus venas corre un fluvial fresco que tiene lecturas muy interesantes. Así, lleva implícitos suficientes subtextos como para convertirse en una parábola sobre el hipercapitalismo que nos exige ser autosuficientes y narcisistas para sobrevivir. Enfrentado a esto, existe una conciencia ecológica que está marcando un plan B que, sin poder medirse con los gigantes del neoliberalismo que determinan la agenda política, busca un escape. Esta tensión gravita continuamente afectando también a las decisiones estilísticas que fluctúan enfatizando contrastes en el uso del color y la luz. Entre un cine clásico que sirve únicamente como referente. Para narrar con guiños a un ideario entronizado por un personaje femenino central de enorme fuerza.
Humaniste Vampire… tiene el empuje de la mirada perdida que plasma Sara Montpetit bebiendo sangre de una bolsa de extracción. Mira a las nuevas generaciones y las identidades de género, más fluidas en su concepción, sin necesidad de sucumbir al arrojo de un cine que sexualiza la fortaleza femenina. En este caso, Sasha, el personaje que interpreta Montpetit, tiene la fortaleza en una debilidad que la humaniza. Por otra parte, esta decisión transforma la idea preconcebida de los vampiros en la ficción. Los sitúa más cercanos a los humanos visibilizando sus problemas diarios. Las mujeres tienen que gestionar el estrés derivado del peso familiar que asumen. Igualmente, los niños se niegan a abandonar el confortable nido familiar aferrándose a la comodidad. Estas dinámicas que renuevan la concepción vampírica, asimismo, logran algo inusual. Envolver la melancolía de nostalgia en un arrebatador cuento que esconde una inusual historia de amor entre una vampira y un humano. Dos seres extraños en un mundo que les asfixia y del que no pueden escapar.