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Transformando el dolor en una experiencia positiva, ‘Houria’, de Mounia Meddour, convierte las vivencias personales de una bailarina argelina en un canto desafiante contra las limitaciones de una sociedad patriarcal
El estrés postraumático es una respuesta psicológica involuntaria a una experiencia emocionalmente extenuante. Esta condición provoca en aquellos que la padecen una serie de dolencias que rápidamente toman control de la mente del paciente y les impide regresar a su vida normal. La enfermedad está comúnmente asociada al personal militar, sanitario o a aquellos profesionales que en su día a día enfrentan situaciones de vida o muerte. Sin embargo, el estrés postraumático no es exclusivo a este tipo de profesiones y la mayoría de víctimas de abuso experimentarán esta dolencia tras sobrevivir una experiencia traumática. Houria es una de esas víctimas. Una bailarina argelina que, tras ganar una fortuna mediante una apuesta ilegal, es asaltada por un hombre peligroso en su regreso a casa, perdiendo, quizá para siempre, el uso de la voz.
La película de Mounia Meddour presenta una puesta en escena asentada en el realismo y el costumbrismo musulmán. Una cinta reacia a blanquear la realidad que muestra verazmente el día a día de las mujeres bajo el patriarcal dogma islámico. Sin embargo, tanto Houria como su madre son en esto peculiares. Ambas son bailarinas, viven sin un hombre en casa y en su trabajo encuentran una manera de expresarse y contagiar sus deseos de libertad a sus compañeras y pupilas. Así, la musicalidad y la danza se convierten en elementos centrales para la voluntad revolucionaria que Meddour plantea. Un repertorio artístico que acompaña desde los momentos más felices hasta aquellos más oscuros y que baña la cinta con un aura teatral. De esta manera, la directora unifica sus raíces en el documental con un segundo largometraje concienciado con el progreso y dispuesto a poner el grito en el cielo. Las mujeres musulmanas quieren libertad y la tendrán, de una manera o de otra.
A través de sus noventa minutos, Houria explora el trauma de una manera honesta y centrada en mirar al mañana. Las mujeres de Meddour son luchadoras, supervivientes, guerreras, madres e hijas que siguen adelante por ellas mismas. Sin embargo, también son vulnerables, y la película tiene la valentía de dejarlas llorar sin preocuparse del qué dirán aquellos ignorantes que encuentran en la tristeza un motivo de burla. Así, la cinta es valiente en su representación no solo del cuerpo sino de la voluntad femenina. El elenco está conformado casi completamente por mujeres, destacando una Lyna Khoudri a la que las palabras le sobran para comunicar todos y cada uno de sus deseos y sentimientos. En consecuencia, un trabajo actoral excepcional se funde con un poderoso mensaje revolucionario que da voz a aquellas olvidadas por el yugo del tradicionalismo. Un silencio que habla por si solo, rompiendo fronteras con incuestionable rebeldía.