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Las faldas transparentes llegan para quedarse y mostrar tus piernas que ahora se llevan todo el protagonismo en estilismos livianos y llenos de sensualidad
Abolido el canon, los cuerpos se liberan y se muestran orgullosos en la ilusión de la desnudez. Este podría ser el lema que mejor define las tendencias actuales. No es que las faldas transparentes sean una novedad. Es momento de recordar que Rei Kawakubo, con su firma Comme des Garçons, ya las reivindicó en los noventa. Pero llegan ávidas de pisar calle. Son muchas las firmas y casas de moda que apuestan por una moda sheer, en este caso, adaptada a faldas que asemejan enaguas. Versátiles, sin género, buscan su hueco en el armario en su afán de romper con la función principal de la ropa. Más que vestir, las transparencias desvisten, insinúan, crean un falso espejismo de libertad, pureza y desnudez. Un falso espejismo que está en consonancia con nuestras libertades sujetas a una observancia y control que haría la fantasía de cualquier régimen autoritario que se precie.
CLAVE:
Aunque las transparencias funcionan bien en todo el conjunto, si quieres que tu falda destaque opta por vestirla con una camiseta tupida o una blusa que no le robe el protagonismo a tus piernas.
Las faldas transparentes también sugieren una vuelta a un Romanticismo decadente que bebe del grunge del pasado siglo. Con tejidos como la muselina, la gasa, la organza o el tul tiene también sus antecedentes en la danza. En muchos casos, especialmente acentuado en las faldas con volumen, pueden asemejarse a los tutús de las bailarinas de danza clásica. Ello nos hace recordar a Marie Taglioni, primera bailarina que salió al escenario vistiendo un tutú, una falda con forma de campana, en tejido transparente. Fue en el París de 1832 interpretando La Sylphide. Su puesta en escena marcaría un antes y un después. Desde entonces el vestuario de danza copiaría este estilo que mucho más tarde irrumpiría en la moda, en los años cincuenta, de la mano de Christian Dior y sus voluminosas faldas que marcaban la cintura dando lugar al New Look.
Los tejidos, ahora, más ligeros que nunca, muestran las piernas desnudas. De esta forma, lo que era una prenda de vestir se convierte casi en un adorno, un seductor complemento. Así, lo que podía suponerse como una prenda interior se muestra visible cobrando relevancia. En cuanto a las tonalidades, el negro y los blancos rotos son un clásico para este tipo de piezas. Sin embargo, la mayor novedad y frescura la ponen los verdes limas que son una de las opciones más sugerentes. Junto a estos, el lavanda sigue siendo un tono muy de tendencia que combina bien con un gris perla o beis.