D. Díaz

Partiendo de un conflicto que, pese a parecer cotidiano, escala rápidamente a una magnitud dramática, ‘Mikado’ juega la carta del Macguffin para adentrarnos en las consecuencias del ojo por ojo

Mikado | StyleFeelFree. SFF magazine
Imagen de la película Mikado | StyleFeelFree. SFF magazine

Muchas veces, sin que nos demos cuenta, las películas ponen al espectador a perseguir un conejo que se adentra en una madriguera. El conejo ha cumplido su función, nos ha despistado hasta acabar donde la obra nos quería. Es decir, dentro de ella. A veces, si el conejo no es lo suficientemente discreto, la prestidigitación narrativa se entorpece y el truco pierde su efecto. Partiendo de esta idea, el Mcguffin que plantea Mikado para introducirnos en su juego es ingenioso, pero resulta postizo cuando observamos con perspectiva el relato. En líneas generales, la obra comienza hablando de cómo la incapacidad de un padre para asumir las culpas acaba deteriorando la relación con su hija. Sobre el papel, la idea resulta interesante. Sin embargo, a partir del primer acto, la obra abandona esta base para centrarse en las consecuencias de la venganza.

Todo empieza con un regalo de cumpleaños. Esa mañana, Christi despierta a su hija Magda trayéndole el desayuno a la cama. Sobre la bandeja, hay un pequeño envoltorio cubierto con lazo. Con ilusión, la niña abre el regalo. Es un colgante de oro blanco. Muy astutamente, la obra usa esta joya como premisa para introducir la relación entre ambos. Existe en Christi un afán por atar en corto a su hija. Esto, irónicamente, solo hace por alejarla más aún. En cierta manera, este carácter tan posesivo funciona como un imán que repele a Magda de su padre. Pese a la nula confianza en su hija, cierta coyuntura prueba, frente a las narices de todos los personajes, que Christi estaba equivocado respecto a la joven. Incapaz de asumir su error, Christi arremete contra un tercero, achicando agua fuera del barco.

Todo esto ha sido capaz gracias al colgante de Magda y a su función para alinear la trama de acuerdo al tema principal. En otras palabras, el recurso del Macguffin es similar a trucar una brújula para que el norte indique donde el portador de la misma desea. A partir de este momento, la progresión dramática escala la situación a un escenario volátil, marcado por el ojo por ojo. En esencia, Mikado trata sobre las consecuencias de la venganza y cómo ésta acaba salpicando a los inocentes. Como imagen paradigmática se reitera constantemente un plano que encuadra a Christi y Magda separados por la puerta del cuarto de la joven. Después de toda la tensión edificada tras el primer acto, Emanuel Pârvu precipita su obra hacia un desenlace precoz, seguido de un anticlímax que nos deja pensando: ¿ya está?
 

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