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Hirukazu Kore-eda se traslada a Corea en su nueva película, ‘Broker’, una crítica road movie con la que hace un intenso y sentido retrato de la familia como institución
En una lluviosa y oscura noche una madre abandona a su hijo en la conocida como “la caja de los bebés”. Con esta crudeza comienza Broker, la última película del prolífico Hirokazu Kore-eda. Como en la mayoría de sus obras, el director japonés explora el melodrama familiar añadiéndole una gran dosis de crítica social. En este caso, la película se traslada a Corea para contar la historia de un grupo de personas con una moralidad discutible. A pesar de la animadversión inicial, los personajes ofrecen diferentes capas de empatía conforme el relato avanza. En primer lugar, se encuentra una madre que abandona a su hijo en manos de dos traficantes de menores que lo venderán al mejor postor. Sin embargo, rápidamente decide acompañarlos para supervisar quién se hará cargo del niño, comenzando así una road movie llena de sobresaltos dramáticos.
La puesta en escena de Kore-eda no es el punto fuerte de la obra. Esto se debe a que en la composición de los planos y los movimientos de cámara quizá se atisba una impersonalidad algo irregular en comparación con los conflictos dramáticos de los personajes. Aun así, se podría decir que la dirección de actores es impecable. Encabezados por Song Kang- ho, mundialmente conocido por Parasite, el elenco de la película es un disfrute en varios sentidos. De la mano del guion transitan por los personajes desde el dramatismo hasta la comedia con suma facilidad. Esto sorprende ya que la crítica y el mensaje de la obra sigue latente hasta en las escenas más cómicas.
La capacidad de Kore-eda para oscilar entre crudeza y vitalidad, entre melodrama y realismo social, y entre empatía y antipatía es lo que hacen de Broker una bonita peculiaridad. Por otro lado, si se analiza el desarrollo de los personajes se entiende una gran maestría por su parte como guionista. Los personajes toman decisiones, muchas veces ni ellos saben los motivos. A veces deciden por sí mismos, otras veces no hay más opción, pero todos comparten el estar estancados o aprisionados socialmente de alguna manera. Aun así, pese a la crudeza de este relato, en el corazón de la película se esconde un reconfortante mensaje de sanación con el que se ejemplifica el valor de esta historia.