Rosana G. Alonso
Últimas entradas de Rosana G. Alonso (ver todo)

Con escenas de exuberante y rebosante sensualidad ‘Fuego’, de Claire Denis, se abre al deseo femenino en la mediana edad

Fuego | StyleFeelFree. SFF magazine
Imagen de la película Fuego | StyleFeelFree. SFF magazine

La distinción entre el placer y el goce del cuerpo que asumía Jacques Lacan podría servir de postulado para aproximarse en su magnitud desbordante a Fuego de Claire Denis. ¿Dónde acaba el placer y comienza el goce? Como preludio, la película irradia al espectador con escenas de exuberante y rebosante sensualidad de dos cuerpos. Una mujer y un hombre de mediana edad entregados al placer de reverenciarse recíprocamente. Una vida en pareja satisfactoria, aparentemente, a pesar de la desigualdad que la franquea. Ella trabaja como periodista en una emisora pública francesa que cubre noticias de todo el mundo. Él no trabaja. Sabemos que ha estado en la cárcel, aunque ignoramos por qué. No hay elipsis pero faltan elementos que las guionistas, Christine Angot junto a Claire Denis, han preferido omitir. La cinta gira en torno al deseo femenino, al goce del cuerpo que asume la tensión, el peligro, el riesgo.

Decía Lacan que solo puede haber goce cuando aparece el dolor porque únicamente en ese nivel se experimenta una dimensión que, de otra manera, permanecería velada. De ahí que el personaje de François (Gregoire Colin), el antiguo amante de Sara (Juliette Binoche), el mejor amigo de Jean (Vincent Lindon), sea clave para escenificar la teoría lacaniana. A pesar de ello, en la adaptación de la novela Un tournant de la vie de Angot no se traspasa la delgada línea entre el placer y el goce. ¿Dónde acaba uno y empieza el otro? En la pulsión de la muerte que promete el goce. Por eso, en un gesto cronenberiano Sara busca trascender la experiencia corporal del amor accediendo al deseo que anticipa el goce. Así, la cámara filma cuerpos que han dejado atrás la juventud rompiendo el estereotipo cinematográfico de la carne. Claire Denis encuentra belleza donde la belleza habita, en la emoción.

En una película que resulta mucho más arquetípica que el resto de la filmografía de Claire Denis la realizadora parece continuar su exploración del deseo femenino que inició con Un sol interior, prosiguió con High Life y podría cerrar con Fuego. Los tres filmes cuentan con la participación de una Juliette Binoche a la que Denis resitúa devolviéndole su vitalidad y sensualidad. La cineasta la muestra radiante y explosiva como una mujer en los cincuenta que acaba de florecer reconociéndose en una pulsión de muerte dormida. No ha perdido ninguna luz con la edad, al contrario. Absorber esta dimensión, no extraviarse, ser capaz de evitar regodearse en una intimidad que podría resultar bochornosa, tiene algo de ritual. Diáfana y envolvente capta un estado de ánimo femenino donde el goce es fuego que quema. No obstante, supongo que hay que estar en sintonía con una etapa vital, para dejarse sugestionar por estas llamas.
 

Consulta los ESTRENOS DE LA CARTELERA DE CINE DEL 2022 con valoraciones de películas