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Luc Knowels crea una atmósfera cargada de determinismo y melancolía en ‘Libélulas’, una película en la que la juventud permanece condenada a su barrio natal
En la ópera prima de Luc Knowels la juventud suspende frágilmente en el aire, intentando mantener el equilibrio para escapar de su propio destino. Libélulas es una historia de la generación actual en la que sus personajes dan voz a un sentimiento universal de perdición e imposibilidad. Así, las protagonistas de esta historia, Cata y Álex, son un par de mejores amigas que se han criado en un barrio de la periferia. No tienen futuro, ni tampoco un rumbo definido. Tan solo tienen un sueño que es escapar de allí, de los límites de ese lugar y empezar de cero, lejos de todo ese ambiente. Sin embargo, ahora han crecido y la madurez lo pone todo más difícil. A cada día que pasa, su ilusión infantil parece más lejana e inalcanzable para ambas chicas. Aun así, puede que no todo esté perdido.
Desde el minuto uno, el largometraje adquiere una atmósfera nostálgica y melancólica, donde el tema de los sueños se introduce a través de la voz en off. Ambas protagonistas, hablan sobre su amistad, de lo que significa para ellas escapar de allí bajo un montaje que alterna planos fijos y planos llenos de movimiento. Y aun hablando de sus ilusiones, siguen explicando la imposibilidad de salir de esa periferia que permanece condenada. De hecho, uno de los mayores pilares sobre los que se sujeta Libélulas es este recurso, ya que permite dar vida a los extrarradios de forma coral. Esto recuerda, inevitablemente, al estilo de Harmony Korine en Gummo, con la que incluso se comparte cierto sentido de la estética. No obstante, en este caso no sólo se muestra la situación, sino que se cuenta lo que piensan y sienten los personajes cargando de narrativa las secuencias.
Este lirismo, también se incluye a nivel de otros departamentos, sobre todo en los de vestuario y arte o fotografía, romantizando involuntariamente la perdición de la juventud. Frente a ello, habría que destacar la dirección de actores y el juego emocional que se le da a Milena Smit y Olivia Baglivi para explotar al máximo las dos personalidades. Tanto Cata como Álex tienen un desarrollo de personaje increíble e inesperado, que se va tejiendo de manera sutil por debajo de cada secuencia. Pero, más allá del desarrollo de guion, gracias a la planificación ambas actrices pueden lucirse por completo en diferentes secuencias que se quedan grabadas en la mente. Gracias a ello, siempre queda un poso de realidad en el conjunto de Libélulas, ya que crea un lugar donde los sueños, antes de haber nacido, ya han muerto.