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Sin grandes alardes, la última jornada del Festival de San Sebastián 2022 la cerraron dos películas asiáticas, ‘Walk Up’ de Hong Sangsoo y ‘Kong Xiu’ de Wang Chao
El cineasta Hong Sangsoo es tan prolífico que este año ya ha firmado dos películas. Una de ellas, The Novelist’s Film, se presentó en el Festival de Berlín llevándose el Premio del Jurado. La otra, Walk Up, acaba de tener su estreno en el Festival de San Sebastián en la sección oficial. Es uno de los tres filmes orientales que compiten por la Concha de Oro. De estos, en la cuarta jornada, ya hablé de A Hundred Flowers del japonés Genki Kawamura. Si nos guiamos por esta pequeña muestra podemos avanzar que la cosecha asiática de este año no es especialmente portentosa. Ninguno de los tres títulos pasará a la posteridad. Ni su gramática fílmica es muy virtuosa ni entran en discursos contemporáneos que puedan generar un debate que no se haya abordado ya. No obstante, todo sea dicho, Sangsoo es uno de los grandes realizadores de la contemporaneidad.
Walk Up forma parte de esa labor diarística que lleva haciendo Hong Sangsoo desde hace más de una década. A través de estos diarios íntimos, en los que el coreano ha avanzado también en su modo de percibir la vida, nos hemos visto reflejados en un espejo en el que nos reconocemos a pesar de las distancias. De todas formas, no todos estos pasajes logran el mismo resultado. Algunos de ellos transcienden el presente, aún con lo intrascendental de lo anecdótico, para hacer del canon un momento fulgurante. Aquel que busca hacer del gesto mínimo un ritual, algo más grande que la propia existencia apagándose entre tabaco y alcohol. Lamentablemente, Walk Up no entrará en ese pequeño círculo en el que destacaría quizás a Ahora sí, antes no o la reciente Delante de ti. Es una cinta bien ejecutada, que recoge todas sus señas de identidad, pero olvidable.
Por su parte, Wang Chao en Kong Xiu retrata la China comunista, desde los años sesenta, trazando un recorrido bastante colosal muy propio de la cinematografía china más clásica. Sin ir más lejos, una jugada parecida, hace relativamente poco, la hizo Wang Xiaoshuai en Hasta siempre, hijo mío. Sin embargo, a diferencia de la que propone Wang Chao el periplo que planteaba Xiaoshuai comenzaba en los años ochenta. Independientemente de esto, lo más destacable de Kong Xiu es la dignidad que el cineasta le confiere a su personaje protagonista. Este parece derivar del que interpretó Gong Li en Qiu Ju, una mujer china de Zhang Yimou. Aunque carece del magnetismo que le impregnaba Li, es destacable por su ímpetu de avanzar en una biografía que, curiosamente, también coincide, a pesar de las diferencias temporales, geográficas y políticas con Girasoles silvestres, a concurso en esta edición 70 del Festival de San Sebastián.