De las cuatro películas que dibujan el recorrido de esta crónica que analiza las cintas de la sección oficial solo dos merecen un alto en el camino

Hyakka/A Hundred Flowers | Crónica 4 del SSIFF 2022 | StyleFeelFree. SFF magazine
Imagen de la película Hyakka (A Hundred Flowers) | Crónica 4 del SSIFF 2022 | StyleFeelFree. SFF magazine

Varias películas transitan por esta crónica y, aunque ninguna de ellas tiene la fuerza arrolladora que imprimieron Ulrich Seidl y Petr Václav en la tercera jornada, tanto Suro como A Hundred Flowers encuentran su lugar y acomodo entre el público. Las dos son óperas primas y están firmadas, respectivamente, por el vasco Mikel Gurrea y por el japonés Genki Kawamura. El resto de los filmes que completarían este paisaje cinematográfico del día que acapara la sección oficial puede que no sean olvidables, pero sí prescindibles en un Festival de Cine de esta categoría. Y por diversas razones. En el caso de Pornomelancolía, y sin extenderme mucho, porque es un producto que carece de todo. Pretende rastrear las problemáticas de la industria del sexo gay, pero acaba siendo una docu-ficción pobre y desafectada, que convierte al espectador en un voyeur de escenas que no pidió ver.

Desde otro lugar muy distinto, La très (grande) évasion quiere ser didáctica pero no descubre nada que no sepamos. Sin ir más lejos, y con menos preámbulos, ya lo explicó muy bien, en clave de ficción, Denys Arcand en La caída del imperio americano. Por lo demás, es una película que sin proponer nada nuevo en el medio documental no parece encajar en un festival que privilegia la ficción. En cambio, sí encuentran su lugar las obras de autores noveles que saben componer la escena y cuidar sus relatos a la hora de hablar de asuntos que nos incumben o que articulan discursos contemporáneos. Bien sea sobre el alzheimer, en el caso de A Hundred Flowers; o sobre la vuelta a lo rural, en el de Suro, un tema que están abordando, especialmente, una generación de cineastas que comprenden que la ciudad está hastiada, saturada y enferma.

La película de Gurrea es interesante porque no usa lo rural para volver sobre el costumbrismo más trillado, sino que plantea un thriller de gran trasfondo social. Hay muchos conflictos que derivan de la autoridad —de género y de clase—, el racismo y la violencia que recubre una atmósfera llena de incógnitas en las miradas y los pequeños gestos. Gran comienzo para un autor que promete mucho. Lo mismo ocurre con el japonés Genki Kawamura cuya mayor proeza es la de ser capaz de conceptualizar y dar profundidad al perdón a través de símbolos que cristalizan en una noche iluminada por fuegos artificiales. No obstante, no puedo evitar salir del cine con cierta sensación de haber sucumbido al chantaje emocional. Aun así, el papel de Masaki Suda en algunas escenas nos apela inevitablemente.