J.Q.L

A base de equivocaciones, ego, irresponsabilidad y tablas de skate Mikey Alfred en ‘North Hollywood’ realiza un vivo retrato de la adolescencia

North Hollywood | StyleFeelFree
Imagen de la película North Hollywood | StyleFeelFree

Cuando nos damos cuenta ya es demasiado tarde. Al principio, todo es fantástico. Aún no hemos alcanzado los diez años, nuestra madre nos viste de amarillo y nuestros amigos nos llaman a jugar al parque. Después, la historia se complica. Nos toca ser mayores. Sin embargo, aún no lo somos. Entramos en la adolescencia. Todo a nuestro alrededor nos exige responsabilidad, tener un plan de futuro impecable. Evidentemente, incluso siendo adolescentes queremos estabilidad pero hay un problema, aún no somos adultos. Arrastramos dos elementos de nuestra infancia que pueden destrozar nuestra vida: nuestros sueños idílicos y nuestra ignorancia. En este preciso momento se desarrolla North Hollywood. En ese instante en el que uno se da cuenta de que, quizás, los sueños pueden ser una carga.

Con un ritmo dinámico y sin perder la cercanía en las tomas largas, Mikey Alfred nos sumerge en la mente de Michael, un joven ansioso por ser skater profesional. Bajo el trazo de un guion maduro, nos atrapa en un mundo plagado de conflicto en el que las buenas noticias se apilan en la espalda del protagonista hasta convertirse en una responsabilidad agónica. De esta forma, se ve envuelto en un sin fin de circunstancias con las que no está preparado para lidiar, envolviéndolo en una espiral de frustración y fracasos. Esto último, es el gran logro del filme. Sentimos a Michael cercano. Nos reflejamos en él. En cada discusión sobre su futuro con su padre, en cada mala decisión con sus amigos y cada metedura de pata en su relación vemos nuestros propios errores replicados. Nos sentimos acompañados y comprendidos en cada equivocación que hemos cometido.

A pesar de retratar una etapa tan concreta, North Hollywood puede verse sin importar la edad. El primer largometraje de Mikey Alfred, co-productor de En los 90, es un recuerdo vivido y, a su vez, una carta de ánimo. Un retrato enternecedor de la madurez en el que, a pesar de enfatizar en la crudeza del proceso, no olvida el amor que vertebra la vivencias de todo individuo. Una historia que engancha acompañada de una dirección pulcra en la que brillan las tablas de skate y los colores llamativos. North Hollywood es una recreación exacta de un paso crucial en la vida de toda persona y, por ello, un motivo capital para verla.
 

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