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Con una historia humilde ‘Luzzu’, de Alex Camilleri, se centra en el mundo pesquero para hablar de personajes atrapados entre sus vidas profesionales y personales
Con el paso de los años, las noticias de contrabando son cada vez más frecuentes. Sin embargo, en Luzzu, el director Alex Camilleri decide centrarse en el mundo de la pesca ilegal, más desconocido, pero igual de oscuro. La historia sigue a Jesmark, un pescador maltés que se ve arrastrado a esto cuando a su hijo le ponen un tratamiento médico especial. Hasta ese momento, él navegaba en su luzzu, un barco de madera que perteneció a su padre y a su abuelo. Esto lleva al protagonista a entrar en un nuevo ecosistema en el que se quedará atrapado. A partir de su llegada a este terreno desconocido, Jesmark se convierte en el pez más pequeño que intentará crecer para sobrevivir. Durante su enfrentamiento con el lugar no podrá salir, y se alejará de la tradición y el trabajo por el que lucharon sus antecesores.
La embarcación también juega un papel importante en Luzzu. Este tipo de barco destaca por sus colores vivos, y por tener a cada lado de la proa un ojo de Osiris. Esto se remonta a los fenicios que suponían que los ojos alejaban a los malos espíritus. En este caso, se asocia a los malos espíritus que podrían ser la corrupción con la que empieza a tontear su protagonista. Y es que el luzzu es más que el barco, está vinculado inseparablemente al personaje, al representar el lugar que lo ata al pasado familiar. De esta forma, a este se le otorga vida. En una secuencia, situada en un desguace, se centra la atención en varios luzzus. El uso del plano – contraplano, sin mediar palabras, les da vitalidad. De tal forma, el director evidencia la ruptura con el pasado y como, por desesperación, Jesmark se deja llevar.
A lo largo de los tres actos de Luzzu, Camilleri presenta una versión contemporánea de las tragedias griegas. Con un protagonista que se resiste al cambio y es llevado al límite. Es un Sísifo moderno que fue castigado a empujar una roca montaña arriba. Pero antes de llegar a la cima esta caía de nuevo. En el caso del largometraje, Jesmark empuja la roca de la monotonía puesto que la pesca siempre le da los mismos pobres resultados. Con todo esto, el proyecto tiene el espíritu de filmes neorrealistas. En concreto, La tierra tiembla, dirigida por Luchino Visconti. En cambio, la película del italiano hablaba sobre un mundo en ebullición, en el que por duro que fuera, abundaba el trabajo. En contraposición, esta es una crónica sincera sobre un estilo de vida amenazado a nivel global. Y en el que no hay sitio para pescadores tradicionales. Solo para peces grandes.