Rosana G. Alonso
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Con un guion que capta la esencia del libro en el que se inspira, ‘La hija oscura’, primera película de Maggie Gyllenhaal, nos arrastra a un océano de emociones encontradas

La hija oscura | StyleFeelFree
Imagen de la película La hija oscura | StyleFeelFree

Los recuerdos pueden transportar a otros lugares. Al mismo tiempo, los lugares desentierran esos recuerdos apenas perceptibles en el transcurrir de los días, las horas fijas en tareas que ocupan la vida. Y pasan los años. Un día nos miramos al espejo y somos una persona repleta de instantes que componen mosaicos. Vidas incompletas conformadas de episodios solo esbozados. Pero entonces, una escena ajena nos evoca algo que pensábamos dormido, arrastrando con ella un torrente de sensaciones que acaban por definir aquella abstracción. Sensaciones que en La hija oscura, la primera película como directora y guionista de Maggie Gyllenhaal, capta como si bucease en un océano de emociones. Basándose en la novela homónima de Elena Ferrante, la actriz de La profesora de parvulario se apropia de ella escaneándola sensitivamente para despertar algo que en psiquiatría se conoce como hiperprosexia.

La hiperprosexia es un estado que tiene lugar cuando la persona pone tal énfasis en un estímulo exterior, que este le impide fijarse en otros que suceden a su alrededor. Es lo que le ocurre a Leda, que ronda los cincuenta, mientras mira a Nina acompañada de su hija pequeña en la playa. Con ellas reconstruye su propia historia por medio de flashbacks que la devuelven a cuando criaba a sus propias hijas. Entonces era más joven, con una carrera profesional todavía en proceso, y unas enormes ganas de comerse la vida a bocados. De salir a devorar el néctar de una aparente inmortalidad que nos apremia mientras somos jóvenes.

Ahora Leda, interpretada con ese registro tan apabullante que está imprimiendo Olivia Colman a sus últimos personajes cinematográficos desde La favorita, es una mujer de mediana edad que solo quiere pasar unos días tranquilos frente al mar. Sin embargo, se sabe que hay pulsiones que pueden salir a flote en cualquier momento. Es la estrategia narrativa de Ferrante que mantiene enérgica Gyllenhaal con el cuidado que se le daría a la llama de una vela exterior, en un día de viento. Y lo hace tan bien, con tanta delicadeza y afán por captar lo sensorial, que sus pasajes fílmicos son más evocadores que en la novela. ¡Qué ímpetu recurriendo a la nostalgia y reedificando con ella parajes de exaltación! Una nostalgia cenagosa y turbia que se transforma en una especie de sombra que alcanza a un elenco femenino soberbio.

No solo Coleman está inmejorable, sino también una Jessie Buckley que interpreta a su yo joven, haciéndonos rememorar a una de las actrices más efervescentes de los noventa españoles. ¿Alguien se acuerda todavía de Silke en ¿Hola, estás sola? de Bollaín o en Tierra de Médem? Pues Buckley tiene su energía y físico. Una intérprete que actoralmente maneja muy bien el desafío de ser una madre joven, llena de sueños y confusiones. Y ya para acabar de construir este relato en torno a la maternidad y el deseo Dakota Johnson vuelve a definir a uno de esos personajes, entre sensuales y turbios, que tan bien lleva a cabo. Un trío de actrices que, conjuntamente, componen un tríptico de feminidades, activado por fuerzas biológicas y vitales, que transitan itinerarios de alumbramiento.

El resultado de todas estas interacciones acaba por componer un cuarto personaje fantasmagórico que deambula por todo el proceso creando una atmósfera inquietante. Es el personaje de una mujer que se ha tenido que disociar. Y en uno de sus roles sigue siendo una niña que juega a las muñecas. Por eso no es extraño que acabe a orillas del mar como en En la playa sola de noche, la pieza que compuso Hong Sang-soo. Esta película podría ser la otra cara de La hija oscura, el perfil polifacético de una luna que gira entorno a un planeta desconocido buscando encontrarse. A la difícil tesitura de adaptar el libro de la autora italiana, Gyllenhaal le saca ventaja. Lo tendrá difícil en estos Oscar 2022 para llevarse alguno de los tres premios a los que opta, pero sería una grata sorpresa si se llevara, al menos, el de Mejor Guion Adaptado
 

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