Rosana G. Alonso
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Con Juliette Binoche poniendo toda la carne en el asador, la película ‘En un muelle de Normandía’ visibiliza el trabajo precario de las mujeres de la limpieza

En un muelle de Normandía | StyleFeelFree
Imagen de la película En un muelle de Normandía | StyleFeelFree

Adaptación de un libro de la periodista Florence Aubenas en el que contaba su propia experiencia trabajando en el sector de la limpieza, la película En un muelle de Normandía comienza con una escena que evoca a Yo, Daniel Blake de Ken Loach. En esta primera toma de contacto, Eugène Carrière traslada al espectador a una oficina de empleo que sirve de escenario para contextualizar la trama. Aquí reconocemos pronto a Juliette Binoche que interpreta el papel principal, el que recompone a la propia Aubenas dejando su piel para escribir un libro. Pero es otro personaje femenino quien le roba toda la atención. Una mujer joven, interpretada por una actriz no profesional, denuncia la dejadez del funcionariado y la burocracia que le pone trabas a una vida precarizada por las condiciones laborales que marcan las grandes empresas. La cámara enfoca a estas dos mujeres como un preludio a la acción.

Una vez hechas las presentaciones, todo evoluciona rápido. Juliette Binoche, bajo la realista máscara de Marianne —un personaje recreado para el cine y que evita exponer a la verdadera Florence Aubenas—, está espléndida. ¿Podría ser el mejor papel de su inmensa carrera? Su rostro devastado, sus interpretaciones faciales, y cómo su alterego evoluciona en la interacción social es un contrapunto en su trayectoria. Más terrenal, más humano, con más matices que explotan en un itinerario social que ella misma marca. No obstante, a su lado, el resto de intérpretes no encallan. En un muelle de Normandía es una verdadera sinfonía coral de voces acompasadas que se apoyan mutuamente para componer una melodía del desarraigo. Si bien Eugène Carrière no tiene mucha experiencia como director de cine se ha puesto a la altura de realizadores como el finlandés Kaurismäki o los Hermanos Dardenne para firmar una obra de factura social.

Implicada en el proyecto desde el principio y responsable de que se llevara a cabo, Juliette Binoche tenía muy claro que el personaje que interpreta en En Un muelle de Normandía era el tipo de actuación que quería hacer. Con ciertos puntos en común con el que realizó para Los Amantes del Pont Neuf de Leos Carax, queda claro que la actriz francesa tiene muchos recursos para formar extensos lazos de empatía con personajes en los márgenes del sistema. Es ella quien crea la atmósfera necesaria en una película que evita la frialdad documental más realista para adaptarla al cine.

También es fácilmente apreciable como el guion de En un muelle de Normandía está pensado para favorecer una dinámica que favorece el debate de clases. Porque es a partir de aquí que el arco de los personajes se tensa al máximo para implicar a la audiencia. Esto puede resultar efectista, pero es lo que sostiene un proyecto de trasfondo que puede captar a una audiencia muy amplia sin perder su cometido. Enfocar las desigualdades sociales y denunciar la precariedad laboral que afecta sobremanera a las mujeres. Ellas son las que cargan con el mayor peso de un sistema que si sigue activo es porque existen personas muy vulnerables. Y ahí reside la perversidad de todo. Situación que está muy bien recogida en una cinta con un ritmo excelente que atrapa al espectador desde el principio. Sin hacer exclusiones. Sin coartadas. Realismo sin adornos pero encaminado para la pantalla.
 

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