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Con un relato multigeneracional y desde diversas perspectivas, el iraquí Samir aborda en su última película, ‘My beautiful Baghdad’, los principales retos y conflictos de sus compatriotas en el exilio
La homosexualidad, el adulterio y el ateísmo son temas prácticamente innombrables en muchas sociedades árabes. Es por eso que la mayoría de cinematografías de la región apenas los abordan o lo hacen con cierta timidez. En este sentido, Samir va a por todas con su última película, My beautiful Baghdad. El director iraquí coge estos tres tabúes y coloca a sus protagonistas frente a ellos, confrontándolos. Lo hace, no obstante, desde Londres. En un exilio que, aun con añoranza hacia el país de origen, se presenta repleto de nuevas posibilidades y libertades, pero también de peligros.
En la cinta, formada por varias líneas temporales y narrativas, cada una de las tramas principales se relaciona con uno de los citados temas. Así, Samir aborda las complicaciones del exilio desde varias perspectivas multigeneracionales. Por un lado, está el joven homosexual que tiene que hacer frente a los prejuicios de la sociedad árabe. Por otro, una mujer que ha escapado de Baghdad para huir de su marido y ahora debe buscarse la vida sin poder trabajar como arquitecta. Uniéndolos, un comunista ateo obligado a enfrentarse al radicalismo islámico de su sobrino. Tres historias que parten de un mismo punto, un pequeño café, el Abu Nawas, frecuentado por expatriados iraquíes. Allí terminan convergiendo los múltiples argumentos del filme en un final en el que dialogan tradición y modernidad, pasado y futuro.
El asunto religioso es, por supuesto, el eje vertebrador de todos los conflictos de la película. En este sentido, Samir critica duramente a aquellos que se apropian de los textos del islam para su propio beneficio, articulando discursos de odio. Sin embargo, también deja patente la incapacidad del resto de miembros de la comunidad para alejar a los más influenciables del radicalismo. Así, la cinta refleja cómo las antiguas figuras de liderazgo pierden su autoridad, haciendo que los más jóvenes busquen referentes en otros lados. Referentes que, en el exilio, parecen acercar una cultura ya lejana y olvidada.
Tocando tantos palos sería sencillo que My beautiful Baghdad careciese de la necesaria cohesión. Sin embargo, la mantiene gracias a unos personajes magnéticos y un texto que es honesto, sincero y propio. El mismo Samir, nacido en Irak, se crió en el exilio y esta verdad se nota en la construcción del filme. La propuesta es, sin duda, ambiciosa. No solo aborda problemáticas del país árabe que se remontan a la década de los 60, sino que lo hace desde múltiples enfoques. El tono va de la comedia al drama, dejando que en el thriller permeen también enredos amorosos, políticos y sociales.