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En ‘La primera mujer’, el nuevo documental de Miguel Eek, nos reencontramos con la vida a pesar de la adversidad
¿Qué cosa es “ser normal”? Parece una pregunta extraña para cualquier persona que se levanta temprano, de lunes a viernes, y se va a trabajar. Es probable que muchos odien “ser normal”. Porque no hay nada más tedioso que caer en la monotonía e ir a hacer algo que no nos guste, o peor aún, que detestemos. Sin embargo, para otros “ser normal” es el mayor logro de sus vidas. Durante décadas, el estigma de las enfermedades mentales no ha dejado a algunas personas tener una vida común y corriente. Felizmente, hoy en día, estas discapacidades pueden ser manejadas y cualquiera es libre de vivir y cumplir sus sueños. Así lo advertimos de la mano de Miguel Eek con La primera mujer, un documental sobre Eva, una mujer que lucha por mejorar su vida y ser feliz.
Esta es la historia de Eva, una mujer que ha estado en el hospital psiquiátrico de Palma de Mallorca los últimos seis años de su vida. Tiene esquizofrenia y cuando era más joven tuvo problemas con las drogas. No obstante, dispuesta a cambiar y después de mucho esfuerzo, le han dado de alta. Solo está a la espera de que se libere una plaza en una vivienda tutelada para que su sueño de ser normal se cumpla. Luego de meses de espera tratando de mantener la cordura entre cigarrillos, conversaciones y algunos bailes, recibe la buena noticia, hay un hogar disponible. De esta manera, empieza a dar los primeros pasos para volver a vivir. A su vez, reflexiona sobre el pasado y recupera la confianza en sí misma y en el mundo exterior. Pero todo eso es poco, porque su sueño es reencontrarse con su hijo, Dani, y pedirle perdón.
La primera mujer es un documental estilo cinéma vérité. Como resultado, tenemos una historia que parece una ficción intimista. Eva es original. Sin decirlo todo, sabes que ha tenido un pasado duro. No obstante, también tiene una gran fuerza para afrontar cualquier desafío. Desde un primer momento te engancha con su carisma y su vitalidad. Por otra parte, Eek utiliza el tiempo de manera interesante. Si bien, no nos muestra los grandes momentos, nos enteramos que han sucedido. Eso le da una fuerza interesante al viaje de la protagonista. No vemos cuando encuentra trabajo, la vemos trabajar. Y cuando conocemos a su nueva pareja, es tras cuatro días de noviazgo. Así pues, el gran mérito del director es haberle generado cierta privacidad a una mujer que nos cuenta todo, sin explotar su transparencia, ni su confianza.
La cinta es optimista. Eva exprime todo lo que puede de esta segunda oportunidad. A pesar de ello, el relato puede ser muy duro. Por ejemplo, cuando se reconecta con su madre, que ya no está del todo bien, se siente la tristeza del tiempo perdido. O peor aún, cuando tiene que prepararse para un alegato judicial, sobre la adopción de su hijo por la familia que se hizo cargo de él. Ella siempre cuenta a quien le escuche que es por Dani que está viva. Sin embargo, tiene la capacidad de admitir que está preparada para que él le diga que no la quiere ver nunca más. En definitiva, Eek trasciende la enfermedad mental y nos cuenta una historia muy humana sobre la vida y la búsqueda del perdón en uno mismo.