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La odisea del Aita Mari es recuperada en el documental que nos trae Javi Julio, una historia sobre el esfuerzo colectivo de un grupo de personas para socorrer a refugiados en el Mediterráneo
En septiembre del 2015 la fotógrafa turca Nilüfer Demir capturó unas imágenes que dieron la vuelta al mundo. En ellas veíamos a Aylan Kurdi, de tres años, cuyo cuerpo sin vida aparecía en orillas turcas. Con Aylan murieron su madre y su hermano de cinco años. Y junto a ellos, doce sirios que habían salido de Turquía rumbo a la isla griega de Kos. Las lamentables fotografías nos expusieron a la gran problemática de la crisis humanitaria en Siria y a una tragedia humana que no se podía ignorar más. Desde entonces, el problema migratorio en Europa no encuentra solución y muchos migrantes siguen arriesgando sus vidas en búsqueda de un futuro mejor. Es por eso que Javi Julio entra en acción, y documenta la noble travesía del Aita Mari. Un barco de rescate de refugiados que contra viento, marea y burocracia, intenta realizar una labor que los gobiernos europeos no quieren hacer.
Iñigo Mijango e Iñigo Gutierrez son dos miembros de la ONG Salvamento Marítimo Humanitario (SMH). Al ver cómo los gobiernos europeos retroceden con el rescate de refugiados en el Mediterráneo, deciden conseguir su propia embarcación y retomar la tarea. La búsqueda de una embarcación que cumpla los requisitos es complicada hasta que encuentran al Stella Maris Berria, un barco con rumbo al desguace. El problema es que el navío es un atunero, con lo cual la reparación y transformación va a tener un costo alto. Sin embargo, con el apoyo de distintas instituciones y con muchos voluntarios entusiastas, el Stella Maris Berria se transforma en el Aita Mari. No obstante, cuando todo parece estar listo, la tripulación recibe una mala noticia. El Gobierno de España no los deja zarpar. Después de semanas de trabas burocráticas —y probablemente políticas—, el Aita Mari y su tripulación logra salir y se prepara para encarar su primer rescate.
El documental de Javi Julio decide no utilizar imágenes dramáticas y se enfoca más en el paso a paso de las frustraciones de la burocracia. Vemos como los miembros de SMH pasan obstáculo tras obstáculo solo para encontrarse con más problemas. Es en la perseverancia de sus humildes protagonistas que la esperanza del Aita Mari sigue a flote. Al no apoyarse en imágenes trágicas, Julio nos obliga a reflexionar en las políticas migratorias europeas para refugiados. Es evidente la hipocresía de los políticos europeos y la falta de acción en el problema migratorio que está convirtiendo al Mediterráneo en una fosa común. El poder de esta crónica marítima se sostiene gracias a sus discretos héroes. A pesar de ello, Aita Mari nos deja con más preguntas que respuestas. ¿Es un derecho o una obligación rescatar a los refugiados? ¿Quién tiene que realizar la labor de rescate? y la pregunta más importante, ¿y ahora, qué hacemos?