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En esta nueva versión de ‘Un espíritu burlón’, Edward Hall hace un tenue intento de modernizar un clásico dándole un ligero toque feminista
Cada cierto tiempo, un cineasta tiene la difícil labor de reinterpretar un clásico. No solamente tiene que satisfacer a los admiradores del material original, sino que al mismo tiempo tiene que modernizarlo para atraer a una nueva audiencia. Es un proceso complicado, en donde muchos lo han intentado —y muchos han fallado—. Un espíritu burlón trae consigo una doble dificultad. El material original fue una obra teatral escrita por el gran Noël Coward, y en 1945 el legendario David Lean la llevó a las pantallas de cine, con la aprobación del propio Coward. Edward Hall no tenía una labor sencilla, y la dificultad de adaptar este clásico al siglo veintiuno es evidente en esta nueva versión.
Es 1937. El escritor Charles Condomine ha sido encargado de adaptar una de sus novelas al cine. Esta tarea ha sido encomendada por un productor de cine en Pinewood Studios, que es al mismo tiempo el padre de su esposa, Ruth. Charles, que está sufriendo un bloqueo creativo y últimamente ha estado rememorando sobre su difunta primera esposa, Elvira, decide que necesita un poco de inspiración externa. Acompañado de sus amigos, los Condomine organizan una sesión espiritista en casa, que será realizada por Madame Arcati. Pero, lo que empezó siendo una sesión para ayudar a Charles a encontrar inspiración para su guion, termina convirtiéndose en un problema supernatural. Sin saberlo, Madame Arcati invoca accidentalmente a Elvira, y ella no viene en son de paz.
Manteniendo los puntos principales de la trama original, ahora los personajes femeninos, particularmente Ruth y Elvira, toman unas personalidades mucho más confrontacionales. No solo entre ellas mismas, sino también con Charles. En esta nueva adaptación se hace un comentario sobre el rol de las mujeres durante la historia, y como ellas eran relegadas a un lado sin importar sus capacidades intelectuales o artísticas. Eso es evidente cuando nos enteramos de que Elvira era más que una musa para Charles. O que Ruth es el motivo por el cual Charles está adaptando su novela al cine. Sin embargo, en el noble intento de independizar a Elvira y Ruth, Charles se convierte en un personaje caricaturesco y por momentos hasta penoso.
Desafortunadamente, el humor y la sensibilidad tan típica de Noël Coward se pierde en la actual versión. No obstante, Edward Hall logra sacar lo mejor de sus actores, particularmente en la pareja conformada por Dan Stevens y Isla Fisher, que se adaptan muy bien a la época. Como Elvira, Leslie Mann adopta el rol de agente del caos y tiene sus momentos encantadores. Lamentablemente, Judi Dench se pierde un poco en el relato, ya que a Madame Arcati se le crea una historia paralela que no aporta nada nuevo al argumento. Un espíritu burlón no será la mejor adaptación de los trabajos de Noël Coward, pero esperemos que en un futuro se siga intentando traer a este genio al siglo XXI.