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En su debut como directora, Clara Roquet nos hace reflexionar sobre las vicisitudes de ser una adolescente que explora por primera vez la Libertad
En los primeros minutos de la ópera prima de Sofía Coppola, Las Vírgenes Suicidas, la joven Cecilia Lisbon habría intentado suicidarse. Mientras está recuperándose en el hospital, un preocupado doctor le pregunta por su bienestar mental. Anonadado, le advierte que no es lo suficientemente mayor para saber lo difícil que puede ser la vida. Con una honestidad poco irónica, ella le responde con un “obviamente doctor, usted nunca ha sido una chica de trece años”. Apuntando a esta cita, en su primer largometraje, Clara Roquet teje una excelente historia sobre las dificultades de ser una adolescente que está en búsqueda de sí misma. No obstante, en esa búsqueda tendrá que encarar por primera vez el mundo que está fuera de su burbuja familiar.
Libertad es la historia de Nora, una adolescente de catorce años que está pasando los últimos días de verano con su familia en casa de su abuela. Ella se encuentra desubicada la mayor parte del tiempo. Jugar con los niños no es de su interés y pasar tiempo con los adultos tampoco. Todo cambia con la llegada de Libertad, la rebelde hija de Rosana, la mujer colombiana que cuida a la abuela de Nora. Ambas chicas entablan una amistad que es intensa e inestable —como muchas relaciones de verano— y Nora se siente, por primera vez, realmente libre.
Lo más sobresaliente de Libertad es como Clara Roquet ha creado, con un delicado toque, una relación entre adolescentes que es orgánica, a pesar de que ambas son como el ying y el yang. Las dos son de distintas clases sociales, de culturas diferentes y con dinámicas familiares opuestas. Pero las une esa furia juvenil hacia sus madres y su desesperada búsqueda por ser independientes. Cuando Libertad confronta a Nora sobre los privilegios que posee, Roquet no pontifica. Tampoco trata de dar grandes discursos justificatorios que traten de explicar la situación. Esto nos obliga a ponernos en los zapatos de ambas adolescentes y como audiencia, nos hace reflexionar sobre los privilegios que tenemos sobre otras personas.
Hay un refrán que dice “mamá sabe lo que hace”. Tanto Nora como Libertad están en una constante batalla contra sus madres porque para ellas son las responsables de su desazón con la vida. Pero con el pasar del tiempo y sin ningún artificio, las adolescentes son obligadas a ver más allá de ellas mismas. Eventualmente, chocan con la dura realidad que les hace ver que la vida va a ser más difícil de lo que parece. El guion es casi perfecto, pero es necesario resaltar que lo escrito es elevado por un magnífico elenco. Particularmente, por las extraordinarias actuaciones de María Morera (Nora) y Nicolle García (Libertad) como las adolescentes. Finalmente, se puede decir que Clara Roquet deja una gran impresión en su debut como directora. Es más, con Libertad, genera una gran expectativa sobre las historias que nos contará en un futuro.