Pedro Navarro
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Yuxtaponiendo tres relatos argumentalmente independientes, Ryūsuke Hamaguchi reflexiona en ‘La ruleta de la fortuna y la fantasía’ sobre la impronta del azar y las casualidades en nuestras vidas

La ruleta de la fortuna y la fantasía | StyleFeelFree
Imagen de la película La ruleta de la fortuna y la fantasía | StyleFeelFree

Las tres historias que conforman La ruleta de la fortuna y la fantasía están, como el juego que les da título, basadas en el azar. Ese es el tema central que las atraviesa a todas, el valor de la casualidad como fuerza motora de nuestros destinos. Siguiendo esta idea, Ryūsuke Hamaguchi parte de situaciones cotidianas, como una conversación en un taxi entre dos amigas, y distorsiona su realismo. Lo hace mediante pequeñas coincidencias, malentendidos y eventualidades varias que se van sucediendo y que derivan en juegos de representación e imaginación. De esta forma, el realizador japonés consigue construir un bello tríptico. Una obra que resulta redonda pues, aun formada por relatos narrativamente independientes, estos están profundamente interconectados.

En cierto modo, podría decirse que los episodios que conforman la cinta son prácticamente ejercicios sobre un mismo tema. Propuestas que buenamente podrían haber alcanzado una mayor extensión, pero que se han dejado así, concisas, para que dialoguen entre ellas. En este sentido, las tres partes están repletas de similitudes. Algunas, son ya marca del autor, como la prevalencia de planos medios estáticos o la presencia de mujeres en los roles principales. Otras, como el uso de la misma pieza de piano a lo largo de todo el metraje, favorecen la sensación de unidad ante el conjunto.

Sin embargo, si hay un elemento que destaca muy notablemente en la obra es el diálogo. El filme, al igual que ocurría en Happy Hour, está plagado de larguísimas conversaciones que, en esta ocasión, se desarrollan solamente entre dos personas. De hecho, los tres episodios se resuelven prácticamente con cuatro escenas y la mitad de ellas se construyen a través de intercambios verbales inagotables. Por la precisión de los mismos, su fluidez y tono naturalista, la comparación con el cine de Éric Rohmer y Hong Sangsoo es inevitable. Además, el japonés comparte con ambos ese particular uso del zoom. Podría decirse que de la misma forma en que el francés retrataba a la burguesía parisina, Hamaguchi lo hace con la clase media japonesa.

Por otro lado, en estas interminables conversaciones aparece otro elemento fundamental en La ruleta de la fortuna y la fantasía: el peso del pasado. Una carga presente a lo largo de toda la cinta, pero que adquiere una importancia fundamental en el primer y último capítulo. En ellos, buena parte del diálogo gira en torno a hechos ya acontecidos y a sus implicaciones en el presente. Sorprende, en cierta medida, la agencia y capacidad de sus protagonistas para responsabilizarse de cómo sus errores y elecciones han marcado sus vidas. De esta forma, la película deja entrever que en esos encuentros fortuitos del destino, hay una parte del desenlace que la marcamos nosotros.
 

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