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Hablamos con Adrián Silvestre con motivo del estreno de ‘Sedimentos’, una película documental que pone de manifiesto las distintas realidades trans
Adrián Silvestre (Valencia, 1981) acaba de estrenar Sedimentos, una película que construye, a base de capas, de sedimentos, una realidad trans difícilmente etiquetable. Su estreno viene además acompañado de una buena noticia y es que es uno de los 16 filmes documentales preseleccionados para pasar a la recta final de los Premios Goya 2022. A la espera de saber qué decidirá la Academia de Cine el próximo 29 de noviembre, hablamos con él para saber más sobre esta cinta que respira por sí sola. El cineasta, que ha presentado recientemente su película en la Seminici de Valladolid, nos desvela los detalles que estaban entre bambalinas. Pero también nos habla sobre su visión del cine y de una ley urgente. Aunque la llamada ley trans está generando mucho debate, Silvestre considera que es un debate que no tendría que existir porque contempla derechos humanos básicos.
(Rosana G. Alonso) ¿Cómo surge el proyecto?
(Adrián Silvestre) Hace cinco años me fui a vivir a Barcelona. Yo acababa de estrenar mi primera película y estaba pensando en cómo quería que fuese mi siguiente proyecto. Tenía ganas de conocer a fondo a algunas personas de la comunidad trans para desarrollar un proyecto de manera participativa y generar una película que, independientemente de que fuese una ficción o un documental, recogiera la verdad de las personas trans, de personas reales que se interpretasen a sí mismas en pantalla. Entonces, contacté con una asociación en Barcelona de mujeres trans y ellas me dejaron entrar al grupo y allí estuve haciendo varios talleres para ver como se defendían ante la cámara. Estuvimos también viendo otras películas para ver qué tipo de modelos y de referentes nos interesaban y, poco a poco, fuimos esculpiendo este proyecto que hoy es Sedimentos y también forjando una amistad que perdura hasta hoy.
(RGA) Entonces, ¿todas las chicas que salen de la película salen de esa asociación a la que contactas? ¿No se conocían tampoco previamente?
(AS) Efectivamente. Las 6 pasaron por esa asociación en el mismo momento en el que yo pasé, porque la asociación es una entidad muy dinámica con gente que entra y sale, otras se quedan… y estas decidieron participar en un taller paralelo de cine que yo propuse y acabaron siendo las protagonistas de la película.
(RGA) Y el título de la película, ¿estaba ya en la génesis del proyecto? Llama la atención porque todo parece estar como muy hilado
(AS) No, para nada ¿por qué dices que parece hilado?
(RGA) Por el propio término, al menos como yo lo entiendo. Por un lado está el tema de la transmutación y por otro las capas que se reflejan y que construyen un conjunto…
(Adrián Silvestre) Todo fue apareciendo de una manera muy orgánica… la verdad es que lo malo de hacer un proyecto independiente, con recursos limitados, es que los recursos son limitados [risas]… pero lo bueno es que no hay una presión de tenerlo todo cerrado de antemano. Digo esto porque muchas de las cuestiones que aparecen en la película fueron apareciendo por azar, de una manera muy coherente y orgánica. Esto es, hasta dos meses antes, no sabíamos que nos íbamos a ir a León a filmar en estos lugares… El título tampoco lo tenía. Es verdad que ellas me preguntaban mucho como se llamaría la película y yo les decía que confiaran en mí, que el título aparecería, pero que a veces me venía como una epifanía cuando fuese el momento. Porque claro, hay mucho de improvisación en esta película y de vivencia inmediata. No quería anticiparme a nada que no viniera de ellas. Entonces, un día, estábamos haciendo una improvisación en donde Alicia le explicaba a Yolanda el origen de los sedimentos, de los estratos de la tierra delante de una cantera, de una mina que es como una montaña inversa. Y de repente yo lo vi y dije «tenemos aquí una metáfora delante y no nos habíamos dado cuenta».
(RGA) Es muy potente y recoge todo lo que es la película
(AS) Claro, claro… pero se dio así. Yo nunca tuve ese planteamiento de antemano de «voy a hablar de las capas de la identidad y tal». Lo que fui viendo con el tiempo era que no podía hacer una película de un colectivo si no respetaba las diferencias entre ellas. Y esa metáfora de la tierra la vi en ese momento. Y me di cuenta. Vamos a reflejar las capas, vamos a hablar del esencialismo en contra de cómo nos construye la cultura; cómo los fenómenos vitales nos dejan un poso y nos hacen ser quiénes somos; cómo hay preguntas de la tierra que se lanzan y que no tenemos respuestas. Son casi cuestiones antropológicas y filosóficas.
(RGA) Me estabas hablando de la improvisación que es algo que me gustaría que explicaras, ¿cómo planteaste el tema de la dirección para que la película fluyera tan bien? ¿Qué pautas les diste a las chicas? ¿Las conversaciones entre ellas estaban previstas o cómo fueron surgiendo?
(AS) Viene de un trabajo mutuo. La verdad es que en el terreno que más seguridad tengo es en la dirección actoral, en el sentido de que mi objetivo es que las cosas aparezcan de una manera orgánica y coherente. Son ellas las que montan la escena sin sentirse dirigidas. Eso no quita que haya mucho trabajo previo durante estos años. Yo lo que hice fue probar mucho con ellas con la cámara, hacer que perdieran el miedo, que entendieran que actuar no se trata de otra cosa más que fluir y ser una misma. Entonces, las conversaciones ya las conocía. También las conocía a ellas como personas y un poco tenía las situaciones en mi cabeza. Pero lo que realmente hacía era provocar algunos temas para que eso sucediese y estuviésemos el equipo técnico listos para filmarlo. Pero nunca les hice memorizar un texto o comportarse de una manera que no fuese natural o repetir con insistencia algo. Ellas lo vivieron como unas vacaciones.
(RGA) En realidad, como explicabas al principio, todo partía de los talleres que habías hecho previos
(AS) Es que si a cualquier ser humano le pones una cámara delante, y yo me incluyo, generalmente se queda petrificado porque es un elemento muy invasivo. Pero cuando llevas mucho tiempo y ya te da igual esa cámara y el equipo que está cerca sabes que confían en ti y que te conocen y que pierdes ese pudor, ahí es donde empieza a fluir la vida. Y es en ese momento, cuando estás en caliente, cuando puedes empezar a filmar.
(RGA) Y hay otro aspecto que me llama la atención en la película. Por un lado está la dialéctica de género, que es el tema central, pero luego está la dialéctica campo-ciudad. De hecho, Magdalena tiene una confrontación importante sobre esto y lo recoges en la película. ¿Por qué eliges la España más rural para rodar? Y también, ¿cómo percibes estas dialécticas, en conjunto?
(Adrián Silvestre) Pues este espacio me eligió a mí en realidad. Para mí era una cuestión importante salir de los estereotipos y los lugares comunes de las películas que han retratado a las personas trans. Son lugares muy urbanos, ¿no? Y yo quería sacar a este grupo de la ciudad. Quería ir a un entorno natural a hacer ese viaje de autodescubrimiento, explorando el paisaje humano y el paisaje físico. Pero tampoco quería impostarme y forzar un destino turístico. Y de repente fue Magdalena la que me dijo «Adrián quiero hablar contigo porque me gustaría que conocieras a mi familia y mi pueblo». E hice unos viajes previos y bueno, evidentemente, me quedé fascinado con sus padres, su abuela, sus vecinos, su grupo de baile. Todos esos lugares que corresponden perfectamente con la identidad de Magdalena y, claro, me fascinaba que una persona que había ido a una gran ciudad como es Barcelona a hacer una transición de género finalmente buscase su felicidad en sus raíces, en un entorno tan rural. Yo no digo que esto sea así, probablemente sea una excepción. En este caso se dio así y me quedé fascinado y he buscado una explicación a esto.
(RGA) Bueno, puede ser también que empiece a naturalizarse, que estemos cada vez más abiertos a estos procesos, porque se habla más de las personas trans… Y por eso, concretamente, Magdalena que es de las más jóvenes, haya sido la que mejor ha llevado la transición sin tener que esconderse
(AS) Sí, pero no es porque se hable más. Yo me he dado cuenta que hay una brecha entre la teorización y la realidad. Es decir, ahora afortunadamente esto está en la agenda pública, se habla mejor, se habla peor… pero cada vez hay más discursos de género, dominamos los términos y sobre todo en las ciudades ya podemos hablar con propiedad de esto, ¿no? En estos pueblos yo creo que hay ciertos discursos que no han llegado. Y en el pueblo de Magdalena han conocido mucho antes su caso y quién es ella. Por eso la apoyan a través de la empatía más que el hecho de poner en palabras lo que significa una transición de género. Hace poco vinieron todos a la Seminci y me comentaba su madre que era muy bonito todo lo que estaba pasando porque aunque conocen a Magdalena desde que nació y han visto todo ese cambio, nunca hemos verbalizado esto que ha ocurrido. Siempre ha sido como «vale, ella es la misma persona y la queremos y todas las amigas que traiga, pues serán bienvenidas». Prevalece lo humano y lo empático, pero no porque haya un cambio de mentalidad moderno como puede ocurrir en las grandes ciudades.
(RGA) Sí, pero sin embargo por ejemplo sí que se aprecia un choque generacional
(AS) Claro, pero brutal… Magdalena ahora tiene veinte años y hay mujeres con más de sesenta
(RGA) Y eso es una de las cosas más interesantes porque escribes una historia de todas las luchas del colectivo trans a través de este rango de edades
(AS) Porque claro no es lo mismo una persona que ha vivido la exclusión, que ha tenido que vivir el desarraigo, el trabajo sexual y estar fuera del sistema a alguien que ha estado encerrado en su casa y ha empezado a transicionar hace poco. Las más jóvenes han ido a la universidad. Una con un apoyo familiar, la otra es verdad que también ha sufrido bullying… al final estos son los sedimentos. Es que depende de lo que te pase te ves de una manera o de otra. Es decir, en realidad tampoco he podido generalizar ni siquiera por edades o por generaciones
(RGA) Lo que sí que parece es que tienes muy claro tu posicionamiento como cineasta. El género, la identidad y la pertenencia se manifiestan en toda tu filmografía, ¿es algo que te define como cineasta, vas a continuar con estas dialécticas, o crees que es más bien una etapa?
(Adrián Silvestre) Sí me siento muy afín a todo. Porque claro, cada creador o creadora pues retrata, o debería de retratar, lo que tiene cerca, lo que conoce bien o lo que le inquieta. Y en mi caso me inquietan muchas cosas menos la heteronormatividad. Y dentro de esto, se me ocurren mil historias. Bueno, mil igual no, pero por lo menos una por proyecto, que no es poco, sí. Me interesa retratar personas distintas, problemáticas distintas. No puedo firmar un compromiso de lo que haré en el futuro, pero me parece que de momento el rango de posibilidades y de maneras de vivir es infinito. Al final estamos muy obcecados con lo normativo y el mundo es diverso.
(RGA) Por supuesto
(AS) Yo no lo puedo ver como una etiqueta, o una moda, o una tendencia.
(RGA) Volviendo a Sedimentos ¿Para tí hubo un antes y un después de hacer la película? Desconozco también de qué forma estabas implicado con el colectivo trans y si ahora, por ejemplo, estás más implicado o si te ha cambiado la forma de percibirlo
(AS) A mí sí, por supuesto. Desde luego, yo me acerqué con toda la información que pude. A nivel teórico he leído todos los textos que he podido y bueno, yo pertenezco al colectivo y me interesa indagar sobre ello. Pero como te decía antes, la experiencia práctica y cotidiana nos da el conocimiento que deberíamos tener. Y si todos tuviéramos una persona trans cerca, todo lo que nos ha costado conseguir las leyes, hubiera sido más fluido y fácil. Porque ya te digo, teoría y legislación van por un lado y luego la experiencia cotidiana va por otro. Entonces a mí me el hecho de conocer la diferencia dentro de la diferencia me ha ayudado a entender que no somos tan distintas. Me ha ayudado a no juzgar, a escuchar, a cuestionar un montón de cosas que antes daba por sentado y que no tienen por qué ser así. A mí me ha cambiado la vida no solo como creador, sino también como ser humano.
(RGA) Concretamente sobre la ley trans también quería preguntarte. ¿Consideras que es suficiente para abordar las demandas del colectivo? No sé si lo has reflexionado pero, en todo caso, me gustaría que lo pudieras reflexionar ahora
(Adrián Silvestre) Hombre, a mí lo que me fastidia es que el propio proyecto de la ley trans se haya convertido en un debate cuando yo creo que no es algo debatible. O sea, para mí es un derecho humano. No se puede gastar tanto tiempo y energía en decidir si algo es legislable o no, cuando no se debería ni de discutir. La autodeterminación me parece que es un derecho humano, algo libre. No debemos meternos en cómo se proyecta alguien.
Cómo eso se ha manipulado, incluso desde voces de ideologías muy diferentes para seguir poniendo obstáculos a vidas que han sido muy dramáticas, que han tenido muchísimas dificultades para salir adelante, me duele. Ya está bien de poner más obstáculos, son personas que necesitan que su vida sea más habitable y más sencilla. Y me parece bien que esté en la agenda pública y que se hable de ello, pero hay oposiciones y diferencias que no las entiendo. Porque creo que cuando esto funcione no es un colectivo el que va a ganar, somos todos como sociedad los que vamos a avanzar.
(RGA) Bueno, parece que estás de acuerdo con los planteamientos concretos de la ley trans, aunque también podría ser más amplia…
(AS) Bueno, claro, yo creo que conforme todo avance las demandas van a ir cambiando. No son iguales las reivindicaciones y las exigencias que tenemos hace años con las que vendrán en el futuro porque la sociedad también cambia. Hace años el colectivo estaba luchando para conseguir un tratamiento hormonal y ahora mismo pues lo que estamos demandando es que se despatologice, ¿no? Y en el futuro quién sabe qué será…
(RGA) Es un paso, sí
(AS) Pero desde luego es que cada vez que una ley se reforma o se hace una propuesta de anteproyecto de ley no es un capricho, hay seres humanos que están detrás y que vienen con unas necesidades urgentes y que deben ser atendidas. Y no puede ser ni un capricho, ni tampoco puede ser una estrategia política.