Pedro Navarro
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Colin Firth y Stanley Tucci se ponen en la piel de una pareja homosexual afectada por el Alzheimer en ‘Supernova’, la segunda película de Harry Macqueen

Supernova | StyleFeelFree
Imagen de la película Supernova | StyleFeelFree

Voy a abrir un melón y espero no salpicarme mucho. En los últimos años se ha puesto sobre la mesa el debate acerca de si es correcto elegir a actores cis heterosexuales para papeles LGTBIQ+. Si bien soy más de la opinión de que lo ideal sería que estos personajes los interpretasen personas del colectivo, no creo que sea imprescindible. Dependerá siempre del caso concreto. Así, mientras que para la comunidad trans sí me parece importante que se siga esta máxima, para otros grupos menos castigados no tanto. En particular cuando se trata de aquellos más privilegiados y visibilizados. Por supuesto, me refiero al hombre blanco de posición económica elevada y poco femenino.

Por otro lado, si hay dos actores cishetero que han demostrado su capacidad para interpretar personajes queer con honestidad son Colin Firth y Stanley Tucci. El inglés, que ya hizo de chavalito homosexual en su debut, nos trae locas a todas las maricas desde Un hombre soltero de Tom Ford. Por su parte, de Tucci huelga decir que es probablemente el intérprete hetero más gay del star system. Ellos dos son los encargados de dar vida a la pareja protagonista de Supernova, el segundo largometraje de Harry Macqueen. Su poder dramático es, sin lugar a dudas, lo mejor de la cinta.

Astronómicamente, las supernovas son un evento relativamente raro. Se trata de explosiones estelares que se producen cuando estos cuerpos celestes masivos terminan su vida expulsando todo el material de su interior. Básicamente, es un momento de extrema belleza antes de la desaparición final. Valiéndose de este concepto, Macqueen, que es también responsable del guion, crea una metáfora con el momento vital de uno de sus protagonistas. Hace dos años que al personaje de Stanley Tucci, un afamado escritor, le diagnosticaron Alzheimer. Por eso, aprovechando sus últimos momentos de lucidez, se embarca en un viaje con su marido (Colin Firth) por Inglaterra. Una travesía a través de paisajes otoñales con la que pretenden volver a lugares de su pasado y visitar a viejos amigos y familiares.

A nivel narrativo, la película se aleja de otras como Siempre Alice o El padre. La enfermedad y el deterioro ocasionado por esta se dejan fuera. En su lugar, Supernova se centra en la relación que tienen sus protagonistas y en la forma en que cada uno enfrenta el inevitable final. Por eso, su mensaje, más que de lucha, es de defensa del derecho individual para poder decidir cómo queremos terminar nuestra vida. Un tema de lo más contemporáneo que se aborda con sensibilidad y evitando el morbo. La cinta es, ante todo, una celebración de la vida y las relaciones familiares y de amistad.
 

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