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La exposición ‘Mujeres de la abstracción’ que presenta el Guggenheim de Bilbao, tras su paso por el Pompidou, muestra la cara B de la abstracción, la historia por contar
Hace relativamente poco tiempo, en los pasados años diez, el Guggenheim de Bilbao dedicó un par de exposiciones colectivas a la abstracción. La primera de ellas, a principios de la década, se realizó con el propósito de hacer una selección de sus colecciones de arte. Aquí veíamos nombres como Alberto Burri, Jean Dubuffet, Antoni Tàpies o Yves Klein, entre muchas otras figuras estelares. Entonces, se mostraron obras de los años cincuenta y sesenta del anterior siglo. A esta, le sucedió otra muestra sobre el Expresionismo Abstracto que incluía a figuras tan reconocidas como Pollock, Rothko o De Kooning. Ni en una ni en otra, las mujeres parecían haber pintado gran cosa en la abstracción, aunque en la segunda ya empezaban a colarse algunos nombres. Los recuerda Juan Ignacio Vidarte, director del Guggenheim de Bilbao. Helen Frankenthaler, Lee Krasner, Joan Mitchel o Janet Sobel. No obstante, también observa que “como correspondía al movimiento, reflejaba una visión mayoritariamente masculina”.
El Guggenheim de Bilbao, sabiéndose deudor de su impronta, recientemente homenajeó a la expresionista Lee Krasner. Pero es ahora, con la brillante muestra Mujeres de la abstracción, cuando salda por completo su deuda. La que acaban de inaugurar es una exposición “que va a permitir reflejar una nueva visión de la historia del arte a lo largo del siglo XX”, puntualiza Vidarte. Y es, además, el impulso que necesitaba la institución para erigirse como el buque insignia del arte abstracto.
El nuevo relato que actualmente presenta el Guggenheim de Bilbao en colaboración con el Centro Pompidou de Paris, se sabe indispensable. Para resituar la abstracción, para repensarla, para reordenar la historia. Sobre el proceso Vidarte explica que “nosotros acabábamos de tener la exposición de Expresionismo abstracto y nos parecía que era un tema que había que seguir explorando”. Más concretamente, eran conscientes de que había una laguna por cubrir con “el papel de la mujer en el desarrollo de la abstracción en general”, detalla el gestor museístico. En este sentido, “cuando supimos que el Pompidou, con quien tenemos una muy estrecha colaboración, estaba trabajando sobre esta idea, nos pusimos enseguida en marcha y nos sumanos muy al principio del proceso”. La investigación la estaba llevando a cabo Christine Macel, curadora jefe del Pompidou y a ella se unió Lekha Hileman Waitoller comisaria del Guggenheim de Bilbao.
Conceptualizar para visibilizar
La muestra Mujeres de la abstracción configura un relato cronológico que comienza en 1860 con Georgiana Houghton y finaliza en la década de 1980. Obviamente, se podría continuar hasta el presente, pero como subraya Christine Macel entonces “el alcance sería tan grande, que nos hubiesen hecho falta dos museos para abarcarlo”. Por otra parte, según considera la comisaria francesa, las creadoras empezaron a tener más presencia a partir de los años ochenta de la anterior centuria. De hecho, una de las claves de este recorrido era sacar a la luz nombres desconocidos que iluminan un sendero hasta ahora a ciegas. Prendidas las luces, se revelan, entre tanto, los procesos de invisibilización que marcaron el trabajo de estas artistas. Las cifras de esta muestra descubren a más de cien autoras y más de 400 obras que serpentean el Guggenheim configurando una narración inédita que conlleva un diseño y montaje muy complejos.
Una complejidad que, para empezar, nace con el propio término. ¿Qué es en realidad la abstracción? Es Christine Macel quien se hace esta cuestión al principio de su investigación. Ella considera que “la respuesta es compleja porque no existe una definición ya que cambia a lo largo del tiempo y con cada artista. Por eso, era importante contar esta historia para definir el término y completar el relato”, sostiene. Además, la visibilidad de estas artistas también dependía del tiempo y el lugar en el que estaban. Por ilustrar esto, vemos como la conciencia comunista permitía estudiar a las mujeres mientras en Occidente, en la primera mitad del siglo XX, en muchos casos, no podían acceder a las escuelas de arte. Tener en cuenta estas circunstancias ha sido crucial para ir escribiendo un diario de voces que destapan muchos factores sociológicos y educativos en estos procesos de invisibilización.
Lo abstracto se vuelve realmente abstracto
Volviendo al término de abstracto, quedaba pendiente también por definir sus dimensiones. Esta muestra cuestiona el estudio de la abstracción limitado, hasta el momento, a la pintura. Con esta mala praxis de la historiografía se habían dejado en la estacada a todas las mujeres que habían contribuido a una abstracción que echa raíces configurando una escena plural, multidisciplinar, abierta, global y poliédrica. Tras esta revisión que contempla una abstracción más abstracta, en el sentido de que no está conceptualizada, se recuperan expresiones artísticas como las que implican a la performance, las que profundizan en el espiritualismo o las que indagan en el arte textil.
El arte textil, de hecho, ocupa un lugar muy importante en este itinerario. Al respecto Juan Ignacio Vidarte alega que esto “no es casual, porque las artistas tuvieron que abocarse a este ámbito para poder desarrollar su creatividad”. Es un tema central en esta presentación que indaga en el papel de los textiles en la historia de la abstracción. Los descubrimientos sobre esto desvelan que a partir de los años sesenta, algunas artistas, fundamentalmente de Europa del Este y de EEUU, crearon obras textiles, a menudo monumentales. Como ocurre con la escultura, estas no tenían relación alguna con el muro, sino con el dominio del espacio. La catalana Aurèlia Muñoz es una de las más destacadas en esta tesitura.
Asimismo, un hecho crucial que puede pasarse por alto es que ya en 1969 el MoMA de Nueva York, expuso por primera obras textiles. Fue en la exposición Wall Hangings que comisariaron Mildred Constantine y el diseñador textil Jack Lenor Larsen, reuniendo a un nutrido grupo de artistas que estaban experimentando con la construcción y las cualidades físicas de los tejidos. En aquella ocasión se congregaron creadores de distintas procedencias que incluso estaban experimentando con materiales relativamente inexplorados.
Narración polifónica
Igualmente, con un espíritu ecléctico y conciliador Mujeres de la abstracción recorre todo el globo apuntando nombres que estaban en los márgenes. De Latinoamérica a Oriente Medio pasando por Asia y dándole voz a las artistas afroamericanas. Estas últimas solo lograron una visibilidad a partir de la década de 1970, cuando desafiaron el canon occidental con sus múltiples voces. De igual forma, en la dimensión enciclopédica de este estudio era importante, además, hacer un alto en el camino a lo que estaba ocurriendo en el estado español. Aquí encontramos a nombres tan importantes como Esther Ferrer o Elena Asins, sin olvidarnos de la mencionada Aurèlia Muñoz. Como resalta Lekha Hileman, co-comisaria de esta exposición, “estando en Bilbao, estaba claro que en una gran producción como esta no podía esquivar las voces españolas. Tratar de contar esta historia sin representarlas sería un fallo enorme”, sentencia.
Hileman también considera que estudiar a las artistas españolas le reveló otros detalles. “Yo notaba por ejemplo que en el caso de Elena Asins, que estaba focalizada en el arte procesual, es que estaba usando la tecnología de una manera nueva y sus obras vienen 10 años después de las demás”. Ella sostiene que la llegada del primer ordenador a España cambió totalmente la línea del tiempo cuando todavía no se había salido de la lógica del franquismo. Cotejar toda esta maraña de datos pone de relieve muchos aspectos de la historia que se habían pasado por alto. Como señala Juan Ignacio Vidarte es necesario “venir a ver la exposición con una mentalidad abierta y con ganas de ser sorprendidos”. Sin duda, la ocasión lo merece. Estamos ante una muestra que marcará un hito por revelar la cara b de la abstracción, aquella que visibiliza a sus mujeres.
Vista de la exposición Mujeres de la abstracción en el Guggenheim de Bilbao | Foto: © R.Xo para StyleFeelFree
Vista de exposición | Foto: © R.Xo para StyleFeelFree
Título: Mujeres de la abstracción
Artistas: Berenice Abbott, Carla Accardi, Hilma af Klint, Anni Albers, Laure Albin-Guillot, APY Lands Collaborative, Gertrud Arndt, Elena Asins, Vanessa Bell, Lynda Benglis, Lee Bontecou, Martha Boto, Louise Bourgeois, Trisha Brown, Jagoda Buić, Mary Ellen Bute, Marcelle Cahn, Regina Cassolo Bracchi, Giannina Censi, Judy Chicago, Lucinda Childs, Wook kyung Choi, Irene Chou, Saloua Raouda Choucair, Carlotta Corpron, Parvine Curie, Dadamaino (Eduarda Emilia Maino), Sonia Delaunay-Terk, Germaine Dulac, Alice Essington Nelson, Alexandra Exter Białystok, Claire Falkenstein, Esther Ferrer, Helen Frankenthaler, Olga Fröbe-Kapteyn, Loïe Fuller, Gego, Natalia Goncharova, Harmony Hammond, Florence Henri, Barbara Hepworth, Carmen Herrera, Sheila Hicks, Marta Hoepffner, Georgiana Houghton, Lotte Jacobi, Virginia Jaramillo, Tess Jaray, Barbara Kasten, Ilona Keserü, Helen Khal, Katarzyna Kobro, Benita Koch-Otte, Běla Kolářová, Elaine de Kooning, Lee Krasner, Germaine Krull, Ida Lansky, Bice Lazzari, Verena Loewensberg, Barbara Maples, Agnes Martin, Dóra Maurer, Marie Menken, Joan Mitchell, Nasreen Mohamedi, Vera Molnár, Marlow Moss, Tania Mouraud, Aurèlia Muñoz, Elizabeth Murray, Aurélie Nemours, Louise Nevelson, Vera Pagava, Gret Palucca, Marta Pan, Lygia Pape, Alicia Penalba, Howardena Pindell, Liubov Popova, Bridget Riley, Dorothea Rockburne, Olga Rozanova, Valentine de Saint-Point, Helen Saunders, Lillian Schwartz, Monir Shahroudy, Arpita Singh, Janet Sobel, Varvara Stepanova, Hedda Sterne, Gunta Stölzl, Sophie Taeuber-Arp, Leonore Tawney, Elsa Thiemann, Alma Woodsey Thomas, Maria Helena Vieira da Silva, Fahrelnissa Zeid
Comisariado: Christine Macel, Curadora Jefe del Centre Pompidou; y Karolina Lewandowska, Directora del Museo de Varsovia y Curadora de Fotografía; en colaboración con Lekha Hileman Waitoller, Curadora del Museo Guggenheim Bilbao
Organización: Centre Pompidou, París, en colaboración con el Museo Guggenheim Bilbao
Patrocinio: Fundación BBVA
Lugar: Museo Guggenheim de Bilbao
Fechas: del 22 de octubre de 2021 al 27 de febrero de 2022
Horarios y tarifas: consultar