Rosana G. Alonso
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Tras su estreno en la 69 edición del Festival de Cine de San Sebastián conversamos con Jonás Trueba sobre ‘Quién lo impide’, una película que estimula sentimientos allá donde vaya

Jonás Trueba | Entrevista | StyleFeelFree
Jonás Trueba en el 69 SSIFF 2021 | Fotografía: R.Xo para © StyleFeelFree

En un espléndido día de principios de otoño, Jonás Trueba (Madrid, 1981) empalma entrevista tras entrevista, de buen ánimo, tras el pase de Quién lo impide en la 69 edición del Festival de Cine de San Sebastián. No es para menos, resultó ser una de las más celebradas los días que duró el certamen. Muchos teníamos la esperanza de que se llevase la Concha de Oro. No pudo ser. Pero sí se llevó el aplauso del público y de la crítica, alzándose con varios premios. De ellos, el más significativo fue la Concha de Plata a todo el elenco actoral, los chicos y chicas que protagonizan este encuentro con la vida. Él cuenta que no tenía claro a dónde iba a llegar con este proyecto. Pero debido a que esta entrevista ha tenido que postergar su publicación, sabemos que ha llegado bastante lejos y que todavía le queda camino.

¿Qué tiene de sorprendente Quién lo impide para que sea tan unánime su recepción? Si hasta el momento el cineasta madrileño había estado inmerso en sí mismo, tratando de encontrar una respuesta en su fuero interno, ahora la descubre a través de una generación que no es la suya, dándoles voz, y siguiéndoles durante 5 años en sus rutinas, sus primeros amores, su viaje de estudios… su hartazgo, su idealismo. La película focaliza toda la atención en un grupo de chavales nacidos en este siglo. Representan a una generación que quedó profundamente tocada por una pandemia, que también se cuela en el largometraje final otorgándole una condición de documento generacional y colectivo. Pero además, registro de una época. Archivo de malestares que pasa el testigo de lo que fuimos a los que son, a los que comienzan. Principiantes, inevitablemente ilusos, enfrentándose a los altibajos de un periodo de la vida lleno de incertidumbres, miedos, esperanzas.

Mirando la escena de cerca, o incluso, situándose dentro, Jonás ha sido capaz de involucrarse. Quizás, con el propósito no solo de encontrar respuestas, sino de cerrar heridas. Las suyas, las nuestras. Las que tenemos ahora por lo que fuimos, lo que no seremos, o lo que ya no queremos ser. De ahí su imperfección, que tiene mucho de piel, de pieles que exploran territorios que extienden sus arterias. De lo urbano a lo rural, de lo céntrico a lo periférico. Madrid, otro Madrid. Extremadura, a un paso de Portugal. Granada. Cada lugar sitúa un testimonio extasiado por la imaginación que choca con la realidad. Y sin pretenderlo, en la experiencia más ingenua, en la simpleza del acontecimiento inaudito, mágico, por la percepción de la edad, sucumbimos a instantes que se revelan épicos. Y a veces, tremendamente crueles, por la falta de perspicacia para manejar una existencia hacia la emancipación.

Siendo imperfecta, como la vida, Quién lo impide es porosa y tiene el ímpetu de la primera vez. De ahí su capacidad de convocarnos, a todos, en una confluencia que busca la palabra compartida que llama a la acción. Un impulso que mueve. Forcejea con la vida. Nos deja sin aliento y puede ser el detonante de un por qué no, quién lo impide. Precisamente, tomando el título de un tema homónimo de Rafael Berrio, la cinta acaba siendo un homenaje a su figura. Y una ocasión de pensar el cine. Metafílmica y metafísicamente Quién lo impide semeja ser la tentativa de Jonás Trueba de conectar sus obras entre sí. Hasta conformar un cuaderno de bitácora que reflexiona sobre cómo el cine puede dejar una impresión o explicar un momento presente que mira al pasado. Un estado de ánimo, una disposición para asumir un cambio de perspectiva. Son casi cuatro horas de metraje que prescriben un diagnóstico.

(Rosana G. Alonso) ¿Cómo estás viviendo la experiencia con Quién lo impide, aquí, en San Sebastián? Según parece todo va muy bien…

(Jonás Trueba) Bueno, después de hacer una peli, llega el momento de estrenarla, la promoción y tal, y corres el riesgo de volverte un poco loco. De repente parece como que el centro del mundo es tu película y está bien decir, no. No puedes olvidar que somos muy pequeñitos. Y está bien pensarlo, pero la verdad es que ha sido un proceso tan incierto, tan intuitivo….

(RGA) Sí, justo sobre el proceso me gustaría que comentases algo, que nos aclarases cómo fue. Porque vemos que en la Reconquista ya hay pistas de esta película. Aparece Candela Recio y entras ahí a hacer un pequeño apunte de la adolescencia. Pero en realidad, a pesar de ser muy central, casi pasa desapercibida, porque hasta ahora seguías siendo un autor de treintañeros. Entonces, estaría bien que explicases esto. ¿En qué momento surge el proyecto Quién lo impide y cómo lo tenías planteado? Bueno, en realidad este es el culmen de una serie de trabajos previos, ¿no?

(JT) Sí, eso es muy loco. El proceso ha sido largo, rico, abierto… En su momento, me preocupó que me fuera a ocupar mucho tiempo y que entrara en un túnel que no viese la luz al final. Entonces, me daba pena porque sentía que estábamos generando mucho material y haciendo cosas que eran bonitas. Fue por eso que me planteé ir mostrando lo que estábamos haciendo antes de llegar al final, si es que llegaba. Tampoco era evidente que iba a llegar a la película final. Quería ver, al mostrar lo que estaba haciendo, qué reacción tenía y qué pasaba. Entonces, fuimos creando diferentes montajes, que en realidad eran piezas aproximativas. Esos trabajos previos aparecen con un cuadro que explican que son montajes. Digamos, como aproximaciones de lo que ha sido finalmente la película, por llamarlo de alguna forma. De hecho, todos iban acompañados de una misma cartela que ponía que el material que se muestra a continuación pertenece a un proyecto más amplio que se llama Quién lo impide. Algunas cosas de lo que mostrábamos en esas piezas están en la película, muchas otras no. Y eso ha sido una de los aspectos más interesantes de todo esto.

(RGA) Pero entonces, ¿tenías claro, o no, que ibas a hacer el largo?

(JT) No lo tenía claro, no. Tenía claro el proceso, el proyecto, la filosofía

(RGA) Simplemente querías grabarles

(JT) Grabar, grabar, sí. Y creo que esa ha sido la clave. Lo hablábamos anoche mucho con los chavales que quizás si hubiéramos tenido clarísimo que íbamos a hacer esta peli a lo mejor no nos hubiera salido así. Si hubiéramos tenido como más autoconsciencia de esto, ¿no? Creo que un poco la clave ha sido la inconsciencia. O sea, la falta de pretensión o la falta de cálculo en el sentido de que esta peli fuera así o asá y que íbamos a estrenarla y tal. Como nada de eso lo estábamos pensando, creo que eso nos dio como una tranquilidad, una libertad y un tal, que pienso, que ha beneficiado a la película.

(RGA) Y se nota esa naturalidad. Bueno, quería que tú lo pudieras explicar

(JT) Yo es que como espectador siento mucho que las películas contemporáneas están demasiado calculadas y medidas. Demasiado pensadas para ver a quién le tiene que gustar, dónde se va a distribuir, a qué festival van dirigidas…

(RGA) Es cierto

(JT) Y eso pasa mucho

(RGA) Y a veces como críticos también tragamos, nos dejamos engañar un poco, ¿no?

(JT) Bueno, seguramente sí. Entonces buscas qué puedo hacer para sacudirme todo esto…

(RGA) En este sentido las comparaciones que se han hecho con Boyhood por ejemplo, que es algo evidente por el seguimiento que les haces a una serie de personas, ¿cómo lo ves? ¿Querías hacer algo así o como decías, simplemente grabar?

(JT) Simplemente quería grabar, de verdad. Yo creo que Boyhood es una peli que, a mí me gusta mucho, pero en realidad es muy diferente. O sea, en lo que se parece es en que ambas trabajan a lo largo de mucho tiempo. Pero Boyhood, en realidad, está muy pensada. Linklater, de una manera muy admirable, se plantea hacer una peli de ficción rodada en 35 mm con un chaval que va creciendo. Está superpensada, ¿no? Muy calculada.

«Boyhood y Quién lo impide son radicalmente diferentes»

(RGA) A mí personalmente Boyhood no me gusta demasiado y Quién lo impide me ha fascinado, puede ser por eso

(JT) Por eso te digo que son radicalmente diferentes. Calificarla de un Boyhood español es, en realidad, la primera idea fácil que te viene si no has visto la película.

(RGA) Sí, totalmente. A mí misma fue lo primero que se me pasó por la cabeza. Pero obviamente no quise usarlo para hablar de la película porque en realidad el parecido, más allá del proceso de seguimiento, no existe como tal

(JT) Sí, pero recuerdo que cuando mostramos esas primeras piezas aproximativas ya salió un artículo que decía que Jonás Trueba está haciendo su Boyhood español

(RGA) ¿Y eso te molestó?

(JT) Molestar no. Me parece que puede ser un buen reclamo, pero en el fondo es un engaño

(RGA) Entonces, ¿cómo lo definirías? ¿Es un retrato generacional? ¿Un retrato a una generación concreta, o una película sobre adolescentes que se puede extrapolar porque cualquier persona, de cualquier edad, se puede identificar? ¿Cómo lo ves tú?

(Jonás Trueba) Ahora mismo, una vez concluido todo este proceso, como más me gusta pensarla es como una película existencial. Sobre personas, sobre la vida, sobre una serie de jóvenes, sobre el amor, sobre la amistad, sobre la soledad, sobre la política, sobre la educación, sobre nuestro país, sobre la sociedad. Es decir, sobre muchas cosas, a través de un grupo de jóvenes adolescentes. Es como más me gusta pensarlo.

Pero, creo que no es una película sobre jóvenes exactamente, o sobre la adolescencia. Pienso que es más una película sobre cosas que son básicas, que nos importan a cualquier edad, pero que son los jóvenes los que pueden aquí contarnos, o pueden hablarnos de todas esas cosas desde un lugar muy concreto. Son esos años en los que también todo se siente y se expresa de una manera muy particular, muy intensa ¿no? Y me gustaba, digamos, hablar de todo eso desde ahí.

(RGA) Pero además, hay un momento en la película en el que dices que te sigues sintiendo adolescente. ¿Y eso? ¿Te sigues sintiendo adolescente?

(JT) Sí, quizás, aunque ahora no sé si me saldría decir eso… [risas] Pero siempre me he sentido un poco adolescente. Sí, me sigo sintiendo. Sé que esto puede ser malinterpretado… ¿Por qué no? Para mí, la adolescencia fue muy importante, creo que para todo el mundo, ¿no? Y soy muy consciente de que le debo mucho a mi adolescencia. Soy como soy, en parte, por la adolescencia que tuve, para bien o para mal. Por ejemplo, a través de estos jóvenes he podido recordar a mis amigos de entonces y eso me gustaba mucho. Y bueno, lo de ser adolescente no tiene por qué ser soy un inmaduro, soy un no sé qué…

«Me encantaría hacer películas como si fuese siempre la primera»

(RGA) No, no, por supuesto, somos siempre principiantes en realidad ¿No es eso?

(Jonás Trueba) Exacto. Eso para mí es muy importante. Ser principiantes es fundamental. De hecho, como cineasta intento siempre trabajar desde un ideal de amateurismo, de no creerme ya profesional o que lo sé todo. Me parece que eso es importante. Me encantaría hacer películas como si fuesen siempre la primera. Sé que eso es imposible, pero en realidad eso es lo que quiero. Tener la sensación de estar haciendo siempre la primera película. Con los errores de las primeras películas, pero también con la pasión de una primera peli en la que lo quieres meter todo, ¿no?

Y sí, para mí, ser principiantes es esencial. Mi productora se llama Los ilusos. Somos siempre principiantes es…

(RGA) Es un lema básico, ¿no?

(JT) Un lema también para mí. Sí, creo que tenemos que ser siempre principiantes, sentir que estamos empezando…

(RGA) ¿Y qué lugar ocupas tú en la película? Porque apareces y es un poco sorprendente. Ya desde el principio. Bueno, apareces, pero en realidad estás fuera …

(Jonás Trueba) Me hubiera gustado aparecer menos, la verdad. Incluso me hubiese gustado no aparecer en absoluto. Pero creo que era difícil dado cómo se desarrollaba el proceso. Pienso que hubiera sido una trampa. Al final yo intentaba darles confianza a todos estos jóvenes y que se sintieran muy cerca. El 95% de la película la cámara la llevo yo, y me parecía importante que ellos me sintieran a mí ahí, haciendo eso con ellos. No es que me dejasen ser uno de ellos, pero sí estar con ellos desde mi lugar, desde mi distancia, teniendo siempre presente que les doblo la edad, que esto también es importante. Yo no me pretendía hacer el joven con ellos. Pero sí generar una relación de confianza en la que no era ni padre, ni hermano mayor. Era una cosa rara, pero creo que me ha servido para canalizar, para ganarme esa confianza.

«Me gusta esta sensación en la que el espectador está viendo cómo la película se hace»

(RGA) Y también, creo, tu presencia es importante porque es parte del proceso, porque las herramientas de hacer una película están ahí. Me gustaría que hablases de esto, porque por un lado está el tema de la adolescencia, pero por otro lado está la idea de cómo hacer cine.

(JT) Es que la película está todo el rato pensándose y es una manera también de contarla. Sí, podría ser una película sobre cómo hacer una película, sobre jóvenes o sobre estas cosas. Entonces la propia película se está pensando a sí misma y se están poniendo en cuestión muchas cosas. Y de nuevo, hemos querido que eso quede en el montaje final, porque nos parecía que era una manera de respetar el proceso, lo que había sido. O sea, que el espectador pudiera compartir también esto, ir con la película casi mientras se va haciendo. Me gusta esta sensación en la que el espectador está viendo cómo la película se hace, se arma.

Normalmente las películas están hechas de una forma en la que se te escatima todo. Se te está intentando ocultar los trucos y aquí estamos intentando hacer lo contrario.

(RGA) Y eso, por otra parte, es lo que nos hace entender que a pesar de su sentido documental, todo lo que estamos viendo es ficción. Pero eso estaría bien que lo aclarases. ¿Qué hay de ficción y qué de documental? Porque, por ejemplo, hay conversaciones que son muy impactantes. Y como espectador, aunque no se nota que esté escrito, te planteas que tiene que haber un guion

(JT) No hay ningún guion.

(RGA) ¿No? ¿Es todo improvisado?

(JT) No hay ni una sola palabra escrita.

(RGA) Pero es tan bueno

(JT) No diría que es exactamente improvisado. Está hablado, pactado… no sé cómo explicarlo… Pero en ningún momento se ha escrito una palabra, jamás. Ni yo nunca le he dado a nadie un texto, ni un diálogo.

(RGA) Es una duda que me surgía

(JT) Lo que sí que hemos hecho muchas veces es algo así como vamos a hacer esto ¿Qué nos interesa representar? ¿Cuál es la situación? Esta es la situación, vale. ¿Cómo la ponemos en escena? Pues así, así y asá. Venga, vamos a hacerlo. Y entonces. ¿Qué pasaría aquí? ¿Cómo va a ser esto? Vale, pues entonces, ¿qué le dices tú? ¿Qué te dice ella? ¿Qué le dice él? O sea, sí que hablábamos mucho, casi in situ, y se registraba

«Todos los que aparecen en la película la están escribiendo al mismo tiempo»

(RGA) Pero entonces ellos —los chicos y chicas que aparecen en el filme— aportaban

(JT) Sí, sí, ellos aportaban. Por eso también te parece así. Porque digamos que son coautores. Realmente, todos los que participan en la película la están escribiendo al mismo tiempo. Esa idea de escribir con el actor siempre me gustó, pero en este caso es como muy claro, es así.

(RGA) Y entrando en el tema político, ¿crees que es una película post 15M? ¿Cómo lo valoras?

(JT) Bueno, los protagonistas de la peli han nacido todos en el SXXI ¿vale? A partir del 2000-2001 sobre todo. Con lo cual el 15M les pilla muy jóvenes. No son exactamente la generación del 15M. Obviamente es una generación que ha crecido con la crisis del 2008 pegando muy fuerte en su casa, en la familia, les ha afectado a su educación, en muchos aspectos, con lo cual sí, es una generación Post 15M claramente. Pero tampoco me parece que es una manera de enmarcar la película. No sé muy bien, ahora mismo, cual es el lugar del 15M.

(RGA) Ya, pero puede ser simplemente una energía

(Jonás Trueba) Lo que está claro es que ellos han crecido en los años post-15M. Es donde han desarrollado su adolescencia y como bien sabemos, fueron años muy calientes a nivel político. Entonces sí que por ejemplo hay una diferencia fuerte con mi generación. Es decir, yo, que fui adolescente en los noventa, pues en los noventa la política estuvo mucho menos presente, estaba dormida. Parecía que todo había sido muy diferente a lo que resultaron ser los años del 2015 al 2020 —que son los años en los que se desarrolla Quién lo impide—.

Es evidente que esta generación ha vivido la adolescencia en un momento donde la política estaba en plena efervescencia, por así decirlo. Y eso no sé en qué se va a traducir. Cuidado, porque habría que ver si eso les va a convertir en una generación más política o precisamente por eso, todo lo contrario. Porque en realidad la generación del 15M es la generación que creció en una época menos política. Y sin embargo, se generó ese golpe tan fuerte, ¿no? Esto lo estoy reflexionando ahora…

«Habrá que ver si a lo mejor lo que necesita esta generación no es volver a despolitizarlo todo»

(RGA) Sí, puede ser…

(Jonás Trueba) Si lo piensas, la generación del 15M es más la mía en realidad. Bueno, en realidad era toda la sociedad un poco. Pero veníamos de años despolitizados, por decirlo de alguna manera. Y entonces, de pronto, mucha gente necesitó politizarse. Básicamente, eso es lo que pasó. En cambio, estos chavales que crecieron en un ambiente tan politizado, habrá que ver si lo que a lo mejor necesitan no es volver a despolitizarlo todo. O no, o incrementar eso, no lo sé.

(RGA) En realidad se mire por donde se mire es tu película más política. ¿lo tenías claro desde el principio o fue surgiendo?

(JT) No, no lo tenía claro

(RGA) Son los chavales entonces los que la llevan a ese punto

(Jonás Trueba) Sí, son ellos, totalmente. Yo no les digo, vamos a hacer una peli política. De hecho, todo lo que ves son cosas que van a apareciendo porque ellos las traen. Y yo, un poco, pues intento cogerlas y ordenarlas… presentarlas como con naturalidad. Pero los temas no los elijo yo, los han elegido ellos.

(RGA) Y en medio de todo esto, entra la pandemia, que también es muy interesante cómo se cuela. Y al final, la película se hace sola, bueno no se hace sola pero….

(JT) Sí, sí, pero un poco sí que se hace sola…

(RGA) Es la propia realidad la que la ordena

(JT) Está muy bien dicho, es como que de pronto la realidad termina por dar forma a la película, darle sentido…

(RGA) Eso realmente es maravilloso

(JT) Sí, sí, es la realidad la que da forma a la peli y acaba así en esa realidad suspendida. También es que es una hostia de realidad. O sea, lo que le pasa a la peli es que es una hostia de realidad impresionante.

(RGA) Y es aquí, con el COVID-19, cuando te das cuenta que tienes la película cerrada, que la pandemia te está dando la forma de cerrarla…

(Jonás Trueba) En parte sí, no es que la pandemia me cerrara la peli, pero sí que me doy cuenta que tengo que acabarla. En parte, como regalo a estos chavales por todo el tiempo que le dedicaron. Estaban de pronto confinados y era todo como muy complicado. Entonces pensé, joder, lo mínimo que puedo yo hacer por estos chavales es acabar la peli. De pronto la pandemia y la crisis fueron un aliciente de decirme venga, ¿no? Termina esto.

(RGA) Y la pandemia se convierte en un broche estelar. Porque cierra un retrato generacional. Bueno, por mucho que como tal no sea un retrato generacional, al final…

(JT) Porque eso finalmente viene a definirlos a ellos como generación. Esto que ha pasado los va a definir seguro, es así.

(RGA) Te ha quedado redondo

(JT) [risas] a la realidad le ha quedado bien…