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Las hermanas Carol y Marina Rodríguez Cólas debutan con ‘Chavalas‘ , una ligera reflexión acerca de lo que realmente importa: el amor desinteresado
Marta es una veinteañera cualquiera que, tras intentar alcanzar su futuro soñado en una gran ciudad española, acaba volviendo a la casa de sus padres. Pero, al contrario que la protagonista, la trama de Chavalas, opera prima de Carol Rodríguez Cólas, no es nada común. La directora logra resucitar durante hora y media la ilusión de una generación abandonada entre crisis económicas. Para ello, la joven fotógrafa que encarna la polifacética Vicky Luengo se ve forzada a regresar a su barrio, en donde se reencuentra con Desi, Soraya y Bea. Sus excompañeras de la adolescencia la acogen con los brazos abiertos, pese a que su amiga desprecia abiertamente el lugar del que proviene. A causa de sus prejuicios, su retorno es incómodo y agridulce, hasta que empieza a valorar su situación con otros ojos.
El duende del largometraje es la suavidad con la que expone la ordinaria problemática de la juventud actual y la relevancia del cariño. Después de cinco años de estudios universitarios, la inversión tanto emocional como económica se pierde en la elevada tasa de paro juvenil. Si se le suma el individualismo de la sociedad globalizada en la que vivimos, la consecuencia es una precariedad absoluta a nivel económico y emocional. A través de personajes sencillos y clichés bien elegidos, la cineasta novel haya una segunda oportunidad en la familia y los amigos de siempre. De este modo, concibe un Girls castizo que hace recapacitar acerca de la concepción plastificada del éxito, el cual se muestra fugaz e inalcanzable. De hecho, al igual que esta, su protagonista minimiza la relevancia de sus vínculos afectivos, trasladando a quienes la quieren a una posición inmerecida.
Las refrescantes voces de las autoras son fluidas y, sobre todo, sinceras. A pesar de ello, no destaca especialmente la estética de Carol Rodríguez Cólas, aunque el desarrollo de la idea consiga generar interés en el espectador. Parte del resultado es obra de su guionista y hermana, Marina Rodríguez Cólas, con la que comparte una motivación recién estrenada, patente a lo largo del filme. Por consiguiente, resalta la accesibilidad de la pieza, cuyo disfrute se esparce en circuitos comerciales e indies, sin pertenecer puramente a ninguno. Así, navega entre dos mundos, siendo fiel a su tesis y a su cita más memorable: «El barrio no puede salir de la chica».