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El protagonista de ‘El médico de Budapest’, de István Szabó, trata de buscar su lugar en el mundo para, finalmente, recordarnos que lo importante es que persigamos la felicidad
Anhelada por unos, temida por otros. La jubilación, esa etapa dorada en la que hacer de todo o, justamente, no hacer nada. Normalmente, su llegada despliega un amplio abanico de posibilidades. El problema surge cuando se presenta de imprevisto, pillando a uno sin una hoja de ruta o plan establecido. Se abre un abismo. Y ahora, ¿qué? Este es básicamente el dilema que se le plantea al protagonista de El médico de Budapest, la última película de István Szabó. En ella, Ivan Stephanus, un prestigioso cardiólogo, se ve repentinamente forzado a retirarse. ¿Qué hacer con todo este tiempo libre? Nietos no tiene. Su hija, ya adulta, vive en el extranjero. Su mujer, una afamada cantante de ópera, continua su vida con normalidad. Poco parece quedar para él.
El doctor, lejos de entregarse a interminables partidas de cartas o buscarse un apartamento en Mallorca, decide volver a sus orígenes. A su pueblo natal. Allí donde se crió y sigue viviendo su madre. ¿Su plan? Cubrir la plaza vacante como médico generalista. Un trabajo que en el pasado llevaron a cabo su difunto padre y, anteriormente, su abuelo. Desde un primer momento, su regreso supone reencuentros y desafíos. Sin embargo, es ahí donde la película comienza a flaquear. Y es que, aunque el drama rural sobre la vejez que propone Szabó es ameno, también tiende a ser simplista. Sus personajes, por ser excesivamente maniqueos, parecen sacados de una película de sobremesa. Apenas vemos en ellos escala de grises, o buenos o malos.
El protagonista, por supuesto, está entre los primeros. Es, de hecho, el epítome de la bondad, el trabajo duro y las buenas formas. Frente a él, un grupo de pueblerinos que se dejan manipular por un alcalde corrupto y sin moral. A su lado, el cura y un par de mujeres que parecen rendirse irresistiblemente ante sus encantos. Una construcción del personaje que resulta particularmente molesta por lo autorreferencial de la cinta. Como pista, el padre de István Szabó era médico y sonora y gráficamente su nombre y el del protagonista, Ivan Stephanus, son bastante similares. Con todo, El médico de Budapest es una película agradable, plagada de ligeros momentos de humor y con un mensaje final que nos anima a perseguir nuestros sueños para ser felices.