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Una aparente historia de amor se convierte en oscuridad, ego y ambición en ‘La violinista’, la primera película del actor, guionista y ahora director finlandés, Paavo Westerberg
Lo que a primeras se entiende como una sencilla historia de amor y pasión entre profesora y alumno, pronto cambia en La violinista, de Paavo Westerberg. El director finlandés, de 47 años, centrado a principios de su carrera en la escritura de guion, y cocreador de películas como Frozen Land o Princess, se lanza a la gran pantalla, y engaña. La violinista no es lo que parece. Si bien al principio nos presenta una trama típica y sencilla, pronto cambia de parecer para viajar a zonas más profundas y turbias. Personajes construidos bajo un arco o unas acciones aparentemente sencillas, personalidades frías, aparentemente normales, pronto muestran sus intenciones y su verdadera cara.
La violinista es una película de guion. Cuenta la historia de una músico que pierde sensibilidad en sus manos después de un trágico accidente, por lo que no tiene más remedio que ejercer la docencia en una de las mejores universidades de su país, con los mejores futuros músicos. Su marido, un poco ajeno a ella, alejado por la monotonía. Su pasado amoroso con el director de orquesta, de telón de fondo, entristeciendo su relación. O el nuevo trabajo que en realidad odia, son solo partes de un todo de miseria, de alguien que fue y ya no es. Porque no le dejan. Es a través del tacto de las manos, y del talento, y de la novedad, cómo conoce a su alumno, del que Westerberg quiere hacerte creer que se enamora, pero no.
Nuestra músico es egoísta, mentirosa, y está aburrida. Solo echa de menos su antigua vida, por lo que huye hacia delante de cualquier manera. Incluso hasta el punto de engañarse a sí misma y creer su pantomima. Poco le dura, sin embargo. La soledad de la cima del éxito prima en su alumno, que sí se enamora, que sí ambiciona, que sí cree que necesita, como todos los personajes de la película. La violinista camufla un tema muy sutil bajo actos aparentemente simples. Lo cierto es que todo personaje cree que quiere algo pero sufre de otra cosa. El único sabio es el que está solo, el que de verdad vive el éxito, el que no tiene amigos, solo talento y su oficio. El maestro. Porque La violinista trata de eso. De querer y no poder. Y de la soledad del que puede. O de como te hundes la vida intentando querer.