Remedios Varo construyó, por medio de significados subconscientes, un nuevo surrealismo en el que la espiritualidad juega con la ciencia
Remedios Varo (Arglès, España 1908 – Ciudad de México, México 1963) retrató los símbolos de la guerra, el caos, y la persecución, al tiempo que dejó entrever un mundo onírico repleto de espíritus, magia y constelaciones conceptuales en su obra. Mediante su pintura, Varo desafió la lógica y los límites entre la ciencia y la fantasía. En medio de dos continentes (Europa y América), los gobiernos fascistas y el exilio, desarrolló un estilo singular con una significación mística que huye de todo tipo de convenciones. Su estilo es un disfraz que espera ser revelado al espectador, un sueño todavía por tomar significado en la materialidad de este universo.
La relación entre arte y ciencia surgió de su lazo paterno: Rodrigo Varo, quien era ingeniero, le enseñó el oficio del dibujo técnico y la convenció para incorporarse a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, convirtiéndose en una de las primeras mujeres en estudiar en ese lugar. La infancia de Remedios estuvo llena de libros de física y matemáticas; pero también de una religiosidad católica profundamente arraigada. De estos dos extremos, surgió un deseo de rebelión contra lo establecido. De la ciencia se apropió del cosmos y sus leyes; y de la religión, de su valor espiritual y esotérico, para crear un estilo independiente.
Al culminar sus estudios, la pintora comenzó a incorporarse a los círculos artísticos vascos de la época y se dirigió a París, donde residió por un año. Después, regresó a la Barcelona Republicana, donde el clima político y libertario empapó su obra de significados antisistémicos. A partir de este cambio de conciencia y orillada por los -ismos de la época, Varo comenzó a navegar en las aguas del surrealismo. Pero el mar en el que se embarcó era distinto a los otros. Buscó siempre que estuviera liderado por su imagen como mujer, por el sueño y perfil que eso le otorgaba a sus cuadros.
Éxito y exilio
En la Barcelona de los años treinta, Remedios Varo se incorporó a una nueva corriente que tenía como objetivo central crear un surrealismo catalán. El logicofobismo, como se llamaría este grupo, buscaba aunar el arte y la metafísica, alejándose de la lógica y toda señal de orden. Pretendía representar los estados internos del alma y crear una variante regional. En 1936, participó en la exposición con tres obras, una de ellas, L’agent double, mostraba ya elementos que retomaría en su etapa de exilio en México.
Remedios Varo se unió al poeta Benjamin Péret, quien junto con ella se anexó a la causa republicana antifranquista. Sin embargo, así como muchos artistas de la época, ambos se vieron orillados a huir, al ser considerados opositores del régimen. Tras el éxodo de artistas durante la Guerra Civil, Varo regresó a París. Durante su estadía en la capital francesa, la artista se adentró en el círculo privado de André Bretón y Dalí. Su estilo adquirió mayor formalismo y valor dentro de su misma corriente plástica.
No obstante, la época parisina terminó pronto, los nazis invadieron en 1941 la ciudad de las luces y nuevamente ella se encontró en el ojo del huracán. Remedios es apresada, y después de un tiempo consiguió salir de Europa y refugiarse en México. Este país la recibió a ella y otros pensadores exiliados con los brazos abiertos.
México, una nuevo hogar, un nuevo comienzo
En México, Remedios Varo encontró un nuevo hogar, una nueva fuente de inspiración para sus sueños artísticos, y también nuevas amistades, como la refugiada británica Leonora Carrington. Los primeros años fueron complicados, la artista aún no superaba los sinsabores de haber dejado su tierra, y lejos de trabajar como pintora, se empleaba en campañas publicitarias gubernamentales, farmacéuticas y de empresas nacionales. A pesar de ello, esta misma experiencia le sirvió para afinar una perspectiva propia.
México se volvería su nueva patria, así es como ella misma la definiría, y además, fue el hogar de sus más grandes conquistas artísticas. A su llegada, su trabajo convino transformaciones de significados. Sus óleos se tapizaron de símbolos que referían el exilio, la huida de un mundo cruel que le dio la espalda, la señal de un abismo plagado de convenciones y estructuras ajenas a ella, tanto como pintora, como mujer. En sus frescos hechos en México encontró la sabiduría, la reflexión y la unión que llega únicamente después de dejar todo atrás y comenzar de nuevo. De esta forma, su proyecto es una muestra de un encuentro con su yo interior, con lo ilimitado de su creatividad y lo más profundo de su voz.
La simbología onírica de Remedios
La constelación simbólica de Remedios Varo retrata la luna, los astros, la fuerza de la naturaleza, y la inmensidad del Universo. En el espacio de su obra figuran elementos que transitan en equilibrio a su alrededor, que representan el cúmulo de su pasado, desde la oscuridad de la guerra, y la luz espiritual. En su imagen, la falta de libertad humana y las restricciones del hombre para conseguir escapar de la materialidad del mundo se muestran en elementos terrenales que atrapan a los personajes de sus retratos.
“El mundo real y el mundo de los sueños es el mismo”, señala. Este testimonio se materializa en símbolos de fantasía y magia que conviven con otros elementos científicos que hacen alusión a las leyes de la física, el movimiento de los planetas y la psicología humana vista desde la escuela de Freud y Jung. En su lienzo abarca las normas de la alquimia, del psicoanálisis y del conductismo. Un trabajo que lo retrata es Mujer saliendo del psicoanalista. En este retrato, aparece una mujer con una luna que es iluminada por los clásica luz de fondo, haciendo alusión a la toma de conciencia, que sostiene en una mano una canastilla que representa el origen de la vida, y en la otra, la cabeza del Dr Von FJA (Freud, Jung y Adler). La madurez, la muerte y el dejar ir se representan todos en una de las imágenes más icónicas del surrealismo.
Las interacciones entre diferentes planos de la realidad se interconectan en un esquema sin leyes, en el que el subconsciente de la artista toma rienda suelta y deambula en sueños. En su sistema connotativo, las mujeres suelen ser las protagonistas de sus fantasías y establecen una conexión espiritual. Toman el lugar de magas, hechiceras, seres iluminados y poderosos. Varo rompe el esquema y enfoca a las féminas como sujetos cautivantes y llenos de sabiduría, cambiando la retórica de debilidad que poseían las mujeres en el surrealismo. Estas mismas figuras cuentan con rasgos que se asemejan a los suyos: su melena rojiza, su nariz alargada y su mirada penetrante son una constante. Es como si Varo estuviera en cada una de sus creaciones, y se apropiara del discurso de su época.
A través de su imaginario, el espectador recorre un viaje en el espacio-tiempo. Su iconografía trasciende los mensajes esotéricos y logra lo imposible, comunicarse con el mundo del inconsciente del público a través de imágenes en común, pero que al mismo tiempo son un lenguaje propio. Sus escenas inducen un mundo de pensamientos y pesadillas, en el que el fondo aparece con una gama pictórica monocromática donde dominan los azules, los grises y los marrones. La paleta de la artista, además, abarca los dorados, los naranjas y tonos cálidos que reflejan la iluminación y el alcance de la mente humana. Se trata de convertir lo cotidiano en algo enigmático. El sueño se vuelve una travesía.
Legado silencioso
Lamentablemente, a los 54 años, un infarto dio por terminada de forma prematura su vida. Sin poder nunca vivir de su arte, y refugiada en el olvido y la poca memoria de su mismo país de origen, Remedios Varo, fue una genia incomprendida, que hasta después de su muerte consiguió fama y reconocimiento por su audacia con el pincel. Su último cuadro, Naturaleza Muerta Resucitada, es para muchos una premonición de este desenlace, una llamada de ese Universo que tanto evocó en sus poemas y pinturas para reclamar la visión de una mente prodigiosa.
Remedios Varo es recordada por sus mundos de fantasía, por su cosmogonía espiritual y sus mensajes universales. En sus lienzos, pintó poesía en la que formuló un puente entre dos continentes, un discurso multi simbólico, en el que todos se encuentran y evocan. La artista vive en el cosmos que se quedó registrado en su obra, entre castillos y paredes que forjan un mundo onírico sin ley, sin guerra, sin exilio, en el que los humanos son libres y lo establecido se fragmenta. Su mirada manifestó no sólo su realidad, su pasado y su historia, sino la creación misma de un universo completamente nuevo, en el que su arte es una guía del subconsciente.