Kelly Duplex debuta con un disco homónimo de pop de guitarras melancólico 

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Jaime G.

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Espontáneo y preciosista a partes iguales, ‘Kelly Duplex’ es la carta de presentación de la banda de Nueva Orleans Kelly Duplex

Canciones de no menos de tres minutos, la confianza que otorga la clásica combinación guitarra-bajo-batería y letras sobre los tediosos veranos en tu ciudad natal. Entonados con especial atención al detalle, son los elementos que dan forma al último lanzamiento del trío liderado por Shane Avrard, Kelly Duplex. Un álbum homónimo que tras dos años de preparación llegó a las plataformas hace pocos días de la mano de Strange Daisy Records. Si bien este es su primer contacto con la larga duración, en el Bandcamp del grupo nos topamos con sus verdaderos inicios. En 2018 debutaron con Hoverround, el título de su primer EP y ahora también el nombre de la pista que abre este álbum. Una decisión que tanto a nivel personal como musical tiende puentes entre los Kelly Duplex actuales y los de hace tres años.

En los cuatro temas que ven la luz con este lanzamiento, la formación deja vía libre a sus inquietudes. Con toda naturalidad, la banda oscila entre estribillos propios del pop-punk y canciones sin ninguna clase de estructura. Es el caso de Bijou, en la que los instrumentos se apoderan de todo hasta apagarse progresivamente conforme llega el sexto minuto final. Por otro lado, las inspiraciones del grupo se encuentran muy presentes en el álbum. La más directa es la pista central del disco: una versión de Here’s Where The Story Ends, el gran clásico de The Sundays. En Pink Light retroceden de los años ochenta a los sesenta, parafraseando algunos versos de la poeta Sylvia Plath. Su universo estético se completa con la ilustración de la portada. Una imagen en negativo de uno de los dibujos de Oliver Byrne en su libro de 1847 Los elementos de Euclides.

Como con la regrabación de Horverround, Kelly Duplex se encarga de entregarles una segunda vida a otro par de canciones igualmente presentes en el EP. En su nueva versión, Good Title suena menos lo-fi y algo más contundente. Y la interpretación acústica de Shreveport que cerraba el primer corto regresa ahora golpeada por acordes de guitarra eléctrica y una poderosa batería antes ausente. No cabe duda de que al trío luisiano el sonido de estudio les sienta bien. A pesar de que les puede arrebatar ese aura intimista que otorga la baja fidelidad, el disco en su conjunto acaba ganando una coherencia necesaria.