Hablamos con Diego Mouro en relación a su arte, el muralismo en Latinoamérica y la situación racial en Brasil durante el régimen de Bolsonaro
Diego Hernández Lima (1 de febrero de 1988. São Paulo, Brasil), mejor conocido como Diego Mouro, es un muralista brasileño de la nueva generación, que busca con su arte retratar el amor a su raza negra, los orígenes indígenas de Latinoamérica, y la poesía cotidiana de los barrios de Brasil. Sus murales se originan de su relación con la pobreza, la negritud, y las periferias de una de las ciudades más grandes y diversas del mundo. Él se considera a sí mismo como un observador activo, un hombre alejado de retratar grandes acontecimientos, y enamorado de las bellezas cotidianas de la vida.
Sus trabajos son una exposición permanente que dialoga con Brasil y su gente, desafiando el racismo profundo de ese país, a través del amor e identidad libertaria. Diego Mouro obliga a sus espectadores a abrazar, aceptar y reconocer a las personas negras de su nación a través de sus óleos de gran escala. En el muralismo ha encontrado una forma de emitir mensajes sociales, de honrar sus raíces, y de hablar con “una sociedad anestesiada”.
Su técnica es auténtica, pero lo es aún más su amor por América Latina y la fuerza de sus convicciones. Como artista, su trabajo va en contra del régimen fascista de Bolsonaro, y muestra esperanza para un Brasil más justo para todos: negros, indígenas y pobres.
(Sofía Velázquez) Para conocerte mejor, y tener una panorámica tuya, me gustaría saber quién eres a partir de tus propias palabras: ¿Cómo te describirías, como artista y persona? ¿Quién es Diego?, y ¿de dónde nace tu pasión por el arte?
(Diego Mouro) Soy Diego, tengo 32 años, y nací en São Paulo. Soy un artista visual, un muralista. Empecé hace cinco años, mientras trabajaba en la universidad. Ahí entré en contacto con el mundo del arte, a partir del graffiti y las calles. Desde ese momento me apasioné por estas formas de expresión. Como muralista, pinto edificios y a veces hago óleos. Incluso, soy profesor de pintura.
(SV) ¿Cómo fue tu primer encuentro con el mundo del arte y de la pintura? Dices que es a través del graffiti, pero ¿en qué momento haces ese cambio? ¿Cuáles fueron y cómo se dieron estos primeros acercamientos al muralismo?
(Diego Mouro) Tenía muchos amigos graffiteros, empecé a salir a las calles con ellos y me enseñaron mucho. Sin embargo, a mí siempre me atrajo más el lado de la pintura. Fue entonces que decidí estudiar pintura clásica en un taller de São Paulo y aprendí a emplear los óleos de forma tradicional. En ese mismo curso descubrí el movimiento del muralismo mexicano, y sus autores, como Diego Rivera. Quedé enamorado. Me di cuenta de que el muralismo no solo se trataba de la estética y la técnica, sino del mensaje social que llevaba detrás.
Después de eso, regresé a las calles, y conseguí colocar trabajos que se adecuaban más a lo que yo quería decir. Tenían una técnica propia, mucho más cuidada, que combinaba los elementos sociales y estilísticos que yo quería plasmar. Ya no solo era salir a hacer graffitis, sino tener algo que decir. Si yo iba a trabajar en las calles, tenía que plasmar un mensaje social que estuviera de acuerdo con las realidades que yo veía en ese momento en Brasil.
Un tiempo después, empecé como asistente de un graffitero muy famoso de Brasil, Branco, y trabajé con él durante dos años. Luego de eso, fui asistente de una increíble artista colombiana, Gleo. Fue una de las grandes impulsoras de mi carrera. Gracias a ella, empecé a hacer mis propios trabajos y mis propias investigaciones. Es por eso que ahora estoy aquí.
(SV) Diego, has pasado por muchas etapas, ¿cómo ha evolucionado tu forma de hacer arte? ¿Cómo definirías la técnica que empleas ahora?
(Diego Mouro) Yo hago muralismo contemporáneo. Esa es la definición, no hay más. Pinto en las calles y a partir de ahí busco hacer una reflexión de todo aquello que está olvidado y dejado de lado, y obligo a otros a verlo. Al final, lo que pretendo es que mi obra sea un retrato de los temas actuales. Por ello, mis murales hablan de cuestiones sociales como el racismo y la vida de los sujetos negros en Brasil. Pienso que como muralistas debemos de ser cuidadosos con los temas que abordamos, porque somos responsables de plasmar algo con lo que se identifiquen los demás.
(SV) Tu obra tiene una mirada fuertemente social, ¿cómo entraste en contacto con los sujetos que pintas, en especial con las comunidades de personas negras e indígenas, que resultan vitales en tus murales?¿Cómo fue tu acercamiento a ellos?
(Diego Mouro) Yo hablo de mi cotidianidad. Nací en estos grupos, en la periferia de São Paulo, en los barrios negros. En este país, la raza es un factor muy complicado. Los tonos de piel son tan variados como la misma América Latina. Y es dentro de esta misma variedad, que la relación entre los colores se vuelve más difícil en Brasil. Especialmente para las personas negras, que son quienes viven en la miseria. Por eso hablo de eso, de mis alrededores, de esas personas negras que al final son mi familia, mis amigos.
Mi relación con los indígenas es también bastante familiar, ya que mi bisabuela era indígena. Decidí hacer una investigación sobre mis raíces y retratarlas. Los indígenas forjaron nuestra lengua, nuestras costumbres y nuestra cultura, que son la base de la formación brasileña. Me gusta hablar de lo que fueron los pueblos nativos, y no de la influencia europea que llegó después.
(SV) Como latino, brasileño, y artista de Sudamérica, ¿cuál consideras que es el estado del muralismo en Latinoamérica? ¿Qué opinas sobre su función artística y social?
(Diego Mouro) Pienso que, dentro de todos los movimientos artísticos actuales, el muralismo es el que tiene una vena social más fuerte, y es un movimiento que está creciendo en el mundo. Veo en Europa y en Estados Unidos un movimiento mucho más impulsado al arte tradicional, a lo académico. Quizás tiene algún discurso, pero se queda más en un plano estético. Por el contrario, el muralismo de América Latina tiene un mensaje de resistencia, de rebeldía. Es un grito insurgente de un pueblo desterrado durante muchos años. El latinoamericano trata de querer mostrar ante el mundo la potencia de su historia.
La historia de esta nación tiene mucha fuerza y mucho orgullo, su arte lo demuestra, así como esta corriente. De ahí mismo nace el muralismo mexicano, por la necesidad de expresarse y dejar de lado la academia. Yo quiero darle voz a quienes no la tienen: los pueblos oprimidos, las clases obreras. Quiero que la gente vea eso, y que se relacione con ese mensaje.
(SV) En Brasil, ¿Cómo se ha desarrollado esta corriente? ¿Cuál ha sido su evolución?
(Diego Mouro) Pienso que en Brasil está ocurriendo un cambio generacional. Aquí, antes hubo un movimiento muy fuerte de graffiti, profundamente influenciado por el movimiento americano. Después, esos graffiteros fueron haciendo trabajos a más gran escala. Sin embargo, para mi ese movimiento no es muralismo, sino que son graffiteros pintando más grande. Más adelante, vino otra generación, la mía, con otro tipo de referencias, que venían de distintos lugares.
A pesar de que tenemos una influencia muy grande del graffiti, retomamos otros elementos. Por ejemplo, en mi caso, la escuela de arte. Nuestra principal preocupación es el mensaje que ponemos en las calles sobre temas sociales actuales: las mujeres, los indígenas, la homofobia. El último año ha sido muy bueno para el crecimiento del movimiento. Considero que tan solo hablar contigo ya es una forma de llevarlo a otros países.
(SV) ¿Cómo ves la conexión de tus murales con el entorno en el que existen?
(Diego Mouro) Creo que es increíble la conexión que ha generado. No era muy común que las personas negras e indígenas fueran presentadas en las artes. Solamente eran retratadas en cuestiones como la esclavitud, o como personas de servicio y empleadas domésticas. Es muy bello ver a personas del día a día como musas de los artistas. Es fabuloso escuchar a los niños decir: “Ese niño tiene el cabello igual que el mío. Tiene la piel como yo. Se parece a mí,” al ver un mural mío.
Ese sentimiento de estar representado es muy valioso para mí. Estas personas se sienten homenajeadas por este trabajo. Son gente bella, que merece obras y trabajos artísticos sobre ellos. Poder plasmar a esos pueblos, y a esas razas, en un país tan altamente racista, es algo muy potente.
(SV) ¿Cómo influyó tu propio contexto e identidad en las obras que realizas?
(Diego Mouro) Todos mis trabajos llegan a hablar de alguna etapa de mi vida. Mis últimas obras, por ejemplo, muestran el afecto entre personas negras, en particular entre hombres. Dentro de la familia es común reconocerse como personas negras, pero no ser cariñosos. Mi papá y mi abuelo me consideraban un hombre negro, sin embargo, nunca tuve una relación muy afectiva con ellos. Mi trabajo habla de encontrar la belleza en lo cotidiano. No hablo de lo extraordinario, de grandes acontecimientos, de héroes, sino de cosas como una mamá abrazando a su hijo. Hablo sobre la poesía de la vida diaria.
(SV) ¿Qué relación tiene el mural con el lugar en el que está?
(Diego Mouro) Para mí es imposible pensar una obra, sin saber antes el lugar en el que va a estar colocada. El mural juega con el espacio que lo rodea. Por ejemplo, si está ubicado en la periferia, yo tengo que saber qué mensaje dar a las personas de ese lugar. En cambio, si está en una avenida central, o muy transitada, el tema será distinto. El mural tiene una relación directa con las personas que pasan por ahí. Es por ello que siento una responsabilidad muy grande con lo que voy a colocar, de acuerdo a lo que se necesita hablar en esa zona. Yo no puedo hacer algo que le sea extranjero a esa comunidad, sino que tiene que reflejarlos a ellos. Yo pinto y me voy, pero el trabajo se queda. Y se queda relacionándose con las personas para toda la vida.
(SV) ¿Cuál es la situación de las personas negras e indígenas durante el gobierno de Bolsonaro?¿Cómo ha afectado sus políticas a estos sectores?
(Diego Mouro) Las poblaciones indígenas están atravesando por uno de los momentos más complicados que hayan vivido. Sus tierras están siendo destruidas, y nosotros como pueblo no prestamos atención a ese problema. Bolsonaro es fascista, elitista, racista, y homofóbico, incentiva a la segregación, distribuye el poder sólo entre hombres blancos y trata a los pobres como si valieran nada. Lo que ha pasado aquí en los últimos años ha sido surreal. Nosotros estamos anestesiados como pueblo. Hemos estado atrapados durante mucho tiempo, porque es muy difícil organizarse para poder quitarlo del poder. Mucha gente ha sufrido ataques de todos lados, la cultura ha sufrido, y el pueblo pobre ha sufrido.
Por otro lado, la manera en la que ha sido tratada la pandemia es algo absurdo. Los pueblos pobres son los que más han padecido al virus. Es casi una política de limpieza de clase lo que se está haciendo, y por supuesto, los que más sufren son las personas que no tienen acceso a los centros de salud. De diversas maneras su gobierno mata a la gente pobre, negra e indígena. Es muy triste ver esto, porque nosotros estamos intentando sobrevivir. Si nos mantenemos vivos es porque nos hemos ayudado entre nosotros con lo que podemos.
(SV) ¿Cómo es la vida del artista en tiempos de Bolsonaro, y en especial, en estos momentos de pandemia?
(Diego Mouro) Es terrible, ahora estamos viendo un respiro, pero hemos visto cómo la cultura brasileña se va muriendo poco a poco. No hay ningún apoyo para las personas que hacemos alguna expresión cultural. Al mismo tiempo que hay una pandemia, y existe una necesidad mayor del pueblo por consumir cultura. Necesitamos apoyos para seguir pintando, dando conciertos, mostrando un poco de belleza a la gente. Pero no existe ninguna respuesta del gobierno para ello.
Tengo amigos que tuvieron que entregar sus casas porque no podían pagarla. Incluso yo mismo, al inicio de la pandemia tuve muchas dificultades económicas. Después me pude equilibrar, pero ha sido muy difícil mantenerme en este periodo. El gobierno cortó el dinero de la cultura, y además, el pueblo dejó de poder adquirir nuestro arte aunque lo quisieran. Ha sido una época muy difícil, y seguirá siéndolo, porque esta pandemia está lejos de acabar, particularmente en Brasil.
(SV) Viéndolo desde tu posición como artista y portavoz de las poblaciones negras ¿cuál crees que es el siguiente paso para que Brasil se encamine hacia un mejor futuro?
(Diego Mouro) En Brasil falta que la gente reconozca su historia. Reconocer quiénes fueron los que fundaron Brasil, quienes son los responsables de su cultura, y de qué manera este país fue estructurado. Somos un país que vivió bajo el régimen de esclavitud durante más de 300 años. Ese gobierno acabó hace 150 años. A pesar de ello, Brasil sigue viviendo bajo un régimen racial. La esclavitud aún existe, sólo que de otras maneras. Las periferias de las ciudades siguen estando pobladas por gente negra y pobre. Al entender cómo se formó este país, se puede hacer una reflexión de la actualidad, y sólo así se puede empezar a resolver los problemas.
Se deben crear programas para disminuir la desigualdad social, y programas que cubran parte de esa brecha racial. Hay que mostrar que las personas negras, pobres, e indígenas, son las principales responsables de la formación de esta nación, y que incluso ahora siguen siendo atacadas. Este país se construyó por negros e indígenas, no por una mayoría blanca. Los blancos no deberían de controlar un país en el que más del 60% de la población es negra. Somos mayoría, pero nos tratan como una minoría. Hay que hacer un país más justo.
Por otra parte, deben de existir políticas que respeten esas diferencias y que equilibren este juego de poder. Solo así la gente podrá mirar al frente. Brasil tiene que hacer que las personas recuerden la dictadura del 64, y no se olviden de eso. Brasil retrocedió mucho en dos años. Tenemos que recordar que la democracia es algo que se construye a diario, y debemos luchar para que este país continúe en la democracia. Es nuestra responsabilidad levantar la voz para que se pare de matar y silenciar a la gente.