- Parannoul. Nubes de ruido - 26 marzo, 2022
- La Plata. Adiós, vieja oscuridad - 13 marzo, 2022
- Lucas Bolaño (Estrella Fugaz): «Me gusta sumergirme en lo cotidiano» - 18 febrero, 2022
El encuentro virtual con el cineasta y padre del trash John Waters inauguró la octava edición del Festival Rizoma 2020, desde el Espacio Fundación Telefónica en Madrid
Imagen de John Waters | StyleFeelFree
Con todo a punto para la conexión Madrid-Baltimore y tras una breve introducción, un multitudinario aplauso recibió desde el otro lado de la videollamada al célebre John Waters. Desde su propia casa y con montones de regalos de fans colgados en su pared junto a más parafernalia wateriana, saludó de vuelta al público de la capital. En el centro del escenario del Espacio Fundación Telefónica y frente a la cámara se encontraba el actor y director Eduardo Casanova, miembro del jurado de esta edición del certamen pero, por encima de todo, admirador empedernido de Waters. Ambos artistas participan en el documental The Mystery of the Pink Flamingo, dirigido por Javier Polo Gandía y que se estrena esta tarde en la Sala Equis como parte del festival.
La corta velada giró alrededor de la que este año es la temática central del Festival Rizoma 2020, las máscaras como creadoras de identidad y de ficción. Es evidente que el estilo vanguardista y provocador del cine de John Waters ha marcado un antes y un después en el mundo de la contracultura LGTB. Iconos como Divine o películas como Pink Flamingos o Hairspray han pasado a la historia y son absolutos referentes dentro del mundo del drag y las estéticas del camp y el trash. A sus 74 años, el director estadounidense ha sido testigo del recorrido que ha hecho toda esta escena desde los años setenta hasta hoy, por lo que sus declaraciones se sintieron como una clase magistral sobre su terreno.
La conversación estuvo cargada de anécdotas y menciones a figuras de ayer y hoy del cosmos LGTB. Tampoco faltaron referencias a lo grotesco y a lo extravagante, que provocaron carcajadas en cierto sector del público, pero que dejó a algunos asistentes, menos familiarizados con el tema, de brazos cruzados y apartando la mirada. No cabe duda de que las máscaras, ya sea en un sentido literal —como las que nos protegen del virus— o metafórico —como el bigote de John Waters— son hoy más relevantes que nunca y por supuesto, motivo de celebración.