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A través de ‘Verano del 85’ podemos ver toda la evolución de François Ozon en un relato repleto de reconocibles gadgets de los ochenta
Imagen de Verano del 85 | StyleFeelFree
Inspirada en la novela Dance on My Grave (Baila sobre mi tumba, 1982) François Ozon se toma la libertad de reubicar el libro de Aidan Chambers tanto espacial como temporalmente, construyendo un colorista e iconográfico relato que nos trasporta a unos ochenta a ritmo de Rob Stewart, Bananarama y The Cure. Precisamente The Cure es el grupo que abre la película, con una intrigante introducción que dispersa las piezas de un puzle que Ozon tiene la madurez suficiente para armar con destreza, a pesar de que la primera parte se manifiesta muy esquemática. Se entiende que el director de películas tan carismáticas como 8 mujeres, Joven y bonita o Gracias a Dios, busca avanzar retomando los principios de la comedia juvenil americana de los años ochenta, en la que destacan nombres como Martha Coolidge o John Hughes, a pesar del tono dramático que envuelve todo el metraje.
Es quizás la película que el director francés tendría que haber dirigido hace 10 años, antes de la esperada y necesaria eclosión lgtbiq en lo cinematográfico, y de rotundos éxitos como Call Me by Your Name. Llega ahora, en un momento en el que, inevitablemente, su película no resulta tan fresca, aunque probablemente sí más comercial. Pero tendrá que medirse con otras obras recientes que han abordado no la homosexualidad como tal, que en sí no es una temática, ya que la orientación sexual no es relevante. Sí lo es la forma de encarar el primer amor en una atmósfera estival muy elocuente pero también muy recurrida, conjugando la comedia con el drama y creando un idílico romance visto a través de los ojos de sus protagonistas.
Si algo le ha servido a François Ozon la espera para rodar esta película que era una asignatura pendiente en su trayectoria, después de sentirse fascinado por el libro de Aidan Chambers cuando tenía 17 años, es que consigue adaptar el libro logrando, por una parte, tomar distancia; y al mismo tiempo, disfrutando con la elaboración y dirección de unos personajes muy bien focalizados. Antagónicos en su composición, Alexis (Félix Lefebvre) y David (Benjamin Voisin) funcionan muy bien en pantalla, trayéndonos a la memoria a un River Phoenix que aquí nos lo imaginamos con un primerizo Nicolas Cage en La chica del valle. Por otra parte, Ozon también lima ciertas debilidades de Call Me by Your Name, no abusando de las escenas meramente sexuales, y encauzando el universo femenino con la empatía que le caracteriza.
Repleta de reconocibles gadgets, Verano del 85 posiblemente no será recordada como una de las películas más destacadas de François Ozon. Sin embargo, a través de ella, podemos ver toda la evolución del cineasta. Hay guiños a diversas películas de su cinematografía como a Una nueva amiga, e incluso a Frantz en la forma de envolvernos en una historia que no es lo que parece. Y además, a través de ella, tenemos la posibilidad de hacer un repaso de toda la trayectoria y representatividad de uno de los directores de cine franceses más destacados de las últimas décadas.