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La última película de los búlgaros Kristina Grozeva y Petar Valchanov, ‘The Father’, juega con el significado de la paternidad abriéndose a la semántica que ofrece su título
Con sus dos largometrajes anteriores, el dúo de cineastas formado por Kristina Grozeva y Petar Valchanov ha situado una cinematografía bastante desconocida, la búlgara, en el radio de acción de la escena de festivales internacionales. Esto les ha permitido abrir camino para su propia generación, donde encontramos nombres como el de Svetla Tsotsorkova o Ralitza Petrova. Ahora Grozeva y Valchanov vuelven con The Father, una película en la que exprimen todas las posibilidades de la comedia que ya habían tanteado, con buen resultado, en Un minuto de gloria. Sin embargo, con esta última cinta se apartan de la vertiente que apunta a los márgenes de lo social, para recalar en los lazos familiares, donde se fusiona el drama humano con la acción más disparatada, que probablemente busque ampliar la audiencia.
El relato, visto a través de los ojos de un hijo (Ivan Barnev) que se ve forzado a seguir la pista de su padre (Ivan Savov), enajenado, tras la muerte de su esposa, trata de encauzar la incomunicación, jugando con el significado de la paternidad que logra conducir el título, The Father, abriéndose a su semántica. De esta manera, el hijo sigue el ejemplo de muchos personajes cinematográficos que desarrollan un exacerbado sentido de la responsabilidad, a medida que ven como sus padres envejecen, o ellos mismos se convierten en padres. En una cinta que recurre al género de la road movie, esto nos lleva de inmediato a recordar Nebraska, uno de los títulos cinematográficos más sugestivos del cine estadounidense de los últimos años que se enfocó, precisamente, en la aventura que un hijo de mediana edad emprende con su anciano padre, para custodiarle mientras se da el último capricho.
Los búlgaros que firmaron uno de los trabajos más admirables de la pasada década, La lección, reducen, no obstante, la exigencia en la escritura del guion, rindiéndose a escenas que aunque funcionan como engranaje para la acción, se perciben, en ocasiones, como disparates no especialmente originales. En todo caso, el desenlace final cierra sus pretensiones encontrando un propósito loable a toda la trama. En el ensalzamiento de lo trivial, descubrimos una metáfora de la vida que nos devuelve una mirada que pretende alcanzar la pureza y que aclara el enredo con una liviandad admirable. Con The Father, la pareja ahonda en lo familiar, para aferrarse a un modelo que nos alienta, continuamente, a mirarnos en el espejo social, donde lo propiamente humano siempre está a revisión.