Rosana G. Alonso
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El cine espacial, con ‘Próxima’, de Alice Winocour, se asienta en la Tierra para desmitificar las exigencias que implica surcar el Espacio exterior

Próxima | StyleFeelFree
Imagen de Próxima | StyleFeelFree

Desde el éxito de Gravity (2013) de Alfonso Cuarón, no hay año que la cartelera no busque complacer a la audiencia con algún prometedor título sobre el Espacio exterior. Son películas que además han conseguido sus objetivos triunfando en taquilla con poco esfuerzo. Y todos tienen un denominador común, la incorporación de un súper-hombre capaz de hacer milagros allá donde se encuentre. Es cierto que entre el personaje de Matthew McConaughey en Interstellar (2014) de Christopher Nolan y el de Brad Pitt en la reciente Ad Astra, se percibe una distancia aparentemente infranqueable. Pero, en realidad, si quitamos la atmósfera tarkovskyana que afecta sobremanera a Brad Pitt, todo sea dicho, en uno de los mejores personajes que ha construido en los últimos años, lo que obtenemos es otro macho alfa dispuesto a encontrar la verdad y salvarse a sí mismo. Y de paso, a toda la humanidad.

Hay otra característica que se reitera en toda esta retahíla de trabajos, muy notable, nuevamente, en Interstellar donde veíamos como McConaughey se incorporaba a un proyecto espacial sin necesidad de ningún entrenamiento anterior. Acompañando a esta inmersión inmediata, la cimentación de diseños de producción extravagantes siempre ha estado por encima de cualquier otra particularidad más subjetiva. Justo ahora, cuando empezamos a estar saturados de tanta aparatosidad, llega Próxima, una cinta europea mucho más asequible que mira al Espacio desde la Tierra. Lejos de la fría grandiosidad de los títulos hollywoodienses, tras su visionado salimos del cine reconfortados porque es latente su capacidad resolutiva, satisfaciendo toda la inquietud que hasta ahora nos transmitía el cine espacial. En esto, la colaboración con la Agencia Espacial Europea y con la Star City, cerca de Moscú, ha logrado dotar al metraje de una credibilidad admirable, evitando lo meramente rocambolesco.

Con Próxima, de la francesa Alice Winocour, llegamos a ponernos realmente en la piel de sus personajes que dejan de ser inaccesibles, desde el momento en el que apreciamos como más allá de su coraza, de su visible fuerza, son vulnerables y alcanzables. Eva Green está brillante, en el mejor papel de su carrera hasta la fecha. Junto a ella, en un engranaje interpretativo coral, los secundarios, que refuerzan su interpretación, son memorables. De hecho, los conflictos personales que atraviesan a esta galería de personajes convierten la narrativa en un lugar donde converge lo conceptual con lo propiamente descriptivo. En este sentido, el sutil paralelismo entre el proceso de separación de la Tierra que va a experimentar su protagonista, con la distancia física que va a alejarla de su hija, es uno de los mayores logros de uno de los filmes de temática espacial más interesantes de la década.

Los héroes aquí, de carne y hueso, no necesitan salir de la órbita terrestre. No hay necesidad tampoco de sobredimensionar lo humano para que entendamos las implicaciones de sus actos. Eva Green se transforma en una mujer que comunica muy bien su compleja naturaleza. Tan ambiciosa y competente, como entrañable y próxima. Algunos quizás se sientan tentados a ver, únicamente, en este afán interpretativo, una naturaleza feminista. Y lo es, a pesar del riesgo de la etiqueta, en el sentido de que todavía no se ha naturalizado lo meramente natural. Lo que vemos es a un ser humano tratando de superar sus limitaciones. Sin más preámbulos ni exigencias inverosímiles, como sí vemos habitualmente en el desfile de héroes, y también de heroínas, que nos regala, cada poco tiempo, la industria norteamericana.
 

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