El peral salvaje | Masculinidades heridas 

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Rosana G. Alonso

Alma mater de SFF. Librepensadora observando las dinámicas sociales y culturales desde una perspectiva feminista que se abre a lxs otrxs

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Nuri Bilge Ceylan vuelve a firmar una obra maestra con ‘El peral salvaje’, incluso, escapándose de las pautas de la contemporaneidad

El peral salvaje difícilmente pasaría el test de Bechdel. A pesar de que muchos realizadores han empezado a introducir personajes femeninos con autonomía, Nuri Bilge Ceylan investiga en su último trabajo en una masculinidad sujeta a la ambición de realizar algo loable. Bien sea escribir una novela, cavar un pozo, o simplemente escapar de la mirada común. Los personajes femeninos, sumisos ante una realidad que no les agrada, aunque espléndidos, no dejan de estar supeditados a una hombría de despropósitos férreos. Tanto el hijo como el padre que se dibujan son inadaptados sociales que no encajan en su entorno.

A contracorriente, el realizador de Érase una vez en Anatolia, está empeñado en mirarse en el espejo y descubrirse a través de otros. Descubrir las señas de una masculinidad gastada que busca su lugar en sociedades de identidades y géneros en proceso de cambio, que aquí se esquivan. Descubrir las huellas de un legado en un mundo de imposibilidades para los soñadores que no abandonan sus causas particulares. Con todo, el turco vuelve a firmar una obra maestra de diálogos y escenas meticulosas que esquivan su parsimonia en un lienzo naturalista y pausadamente vivaz, que sigue el rastro del cine y la literatura rusa. Como en Sueño de invierno, es palpable la influencia chejoviana, pero sobre todo es muy visible aquí la impronta de Tarkovski, e incluso del Sokurov de Padre e hijo, si bien solo sea por el lazo invisible que une a sus protagonistas a una voluntad de ser.

Es evidente que Nuri Bilge Ceylan sigue siendo la voz del cine turco actual y posiblemente, consciente de ello, en El peral salvaje no pierde la oportunidad de hacerse oír en un texto de diálogos prodigiosos, envuelto en una imaginería que capta con un grado de impresión todo a su alrededor. Nuevamente colaborando en el guion con su esposa Ebru Ceylan a quien se les une Akin Aksu, un joven a quien conocieron por casualidad y que también participa en la película interpretando a uno de los imanes, Bilge Ceylan consigue dar tono a muchos debates que envuelven el campo turco en un paraje de incertidumbres que se enfrenta a un mundo moderno, también lleno de contradicciones.

Y en medio de esto, de generación en generación, los hombres de El peral salvaje quieren ser dueños de un destino que se les escapa y al que se enfrentan directamente, con voluntad y terquedad, como si fuera lo único a lo que asirse para no perderse. Nuri Bilge Ceylan les deja hacer, los observa, no los corrige a pesar de su terquedad, su ingenuidad, su ansiedad o su pasividad, según el caso. Solo posa su vista, su olfato y su mano para coger un sentimiento de certeza que captura con inteligencia y sensibilidad.
 

Tráiler de El peral salvaje | StyleFeelFree Youtube