La mujer de la montaña | Guerrilla Madre 

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Rosana G. Alonso

Alma mater de SFF. Librepensadora observando las dinámicas sociales y culturales desde una perspectiva feminista que se abre a lxs otrxs

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Es alentador el personaje que traza Benedikt Erlingsson en ‘La mujer de la montaña’, una mujer que se convierte en heroína anónima dispuesta a arriesgar su vida por cambiar el mundo

Ronda los cincuenta años, anda en bicicleta, dirige un coro de música y practica el Tai chi. Nadie sospecharía que tras esta mujer tan dulce, de nombre Halla (Halldóra Geirharðsdóttir), también se oculta una guerrillera con un gran compromiso político, dispuesta a sacrificarse, hasta las últimas consecuencias, por la naturaleza y el bienestar común. La nueva película de Benedikt Erlingsson, La mujer de la montaña, después de la singular De caballos y hombres (2013), es muy consciente de la demanda que están empezando a tener este tipo de personajes femeninos, tan necesarios y frescos en la industria cinematográfica, si no se desbordan sus esfuerzos, emulando a sus congéneres masculinos en una heroicidad poco creíble o mal articulada, como ocurre en la reciente película de Steve McQueen, Viudas.

Para mi satisfacción y supongo que para la de muchos espectadores, La mujer de la montaña no peca de esta pretenciosidad porque Erlingsson sabe muy bien mantener un atinado equilibrio entre la comedia más hilarante y el thriller, que muestran a Halla como una protagonista de muchos talentos, pero al mismo tiempo, muy corriente. Esto permite que el guion se crezca con otros personajes secundarios que agilizan la trama, manteniendo la predilección por las situaciones absurdas, como las que involucran al turista colombiano, que aparece siempre como sospechoso, lo cual activa también muchos mecanismos de la realidad y sus apariencias. Ello nos lleva a pensar en un modo de dotar a la narración de cierta ironía que prefiere enfrentarse directamente a lo real a través de la comedia, sirviendo además de apoyo a los actores para construir roles inspirados. Mecanismo que nos recuerda a cómo entabla relaciones y conexiones, en sus filmes, el finlandés Aki Kaurismäki.

La mujer de la montaña es una cinta ágil y distendida que participa también de ciertas alegorías que nos remiten a un realismo mágico, en momentos puntuales. La banda de música folclórica que aparece de improviso en muchas escenas, como retando a nuestra heroína a la acción, es un buen ejemplo. No faltan recursos, muy bien ligados, que sirven para dar ritmo y color a este cuento que nos habla no tanto de la necesidad de cuidar el planeta, como del papel de la mujer de cuidar de otros. Cuando al final Halla reconoce su gran instinto maternal, todo su arrojo queda relegado a la gran labor femenina de ser madre. Como si fuera menos importante tratar de salvar el mundo, y ejercer de madre para con todas las cosas valiosas que nos rodean, y que están en peligro de extinción.
 

Tráiler de La mujer de la montaña | StyleFeelFree Youtube