The Guilty | Duelo con el espectador 

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Rosana G. Alonso

Alma mater de SFF. Librepensadora observando las dinámicas sociales y culturales desde una perspectiva feminista que se abre a lxs otrxs

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Como en ‘Locke’, de Steven Knight, ‘The Guilty’ consigue mantener en un estado de máximo interés al espectador hasta el minuto cero

Lo vimos en Locke con un excepcional Tom Hardy al volante de un coche y hablando los prácticamente 90 minutos que dura el metraje por el teléfono. Como en aquella ocasión, el argumento de The Guilty se desenvuelve a través de la red de teléfono. La película dirigida por el sueco Gustav Möller guarda muchas similitudes con la propuesta de Steven Knight. Todo transcurre en un espacio interior muy acotado, una oficina del servicio de emergencias de la policía. Por ello el peso recae en los personajes, en este caso en la figura central de Jakob Cedergren que consigue ponerse a la altura de Tom Hardy. La producción aquí es muy sencilla. Alguien sentado delante de un ordenador y con pinganillo para atender todas las llamadas de emergencias que entren, trata de resolver el complicado caso de una mujer que según parece ha sido secuestrada.

A pesar de esa sencillez, la trama no puede calzar mejor porque evoluciona tan rápido que a penas deja tiempo al espectador a conjeturar más allá de las pistas que poco a poco se ofrecen. Y aquí radica la clave para que The Guilty sea una cinta que consigue llevarse a su terreno de juego a quien la ve. Con un guion magistral y una edición fácil de llevar a cabo, la cinta del danés no decepciona porque no frustra las expectativas que genera el thriller. Para ello se recrea en un elemento muy poderoso, la voz, si se sabe articular bien. Una voz que en este caso compone escenas muy fehacientes en la mente del que atiende a sus múltiples lecturas. Como en el magnífico documental Tempestad de Tatiana Huezo, la voz se descubre como un eficaz elemento comunicativo capaz de generar emociones si es adecuada. A este respecto hay que reconocer que no obstante, hay muchos proyectos frustrados por su voz en off. En The Guilty, en cambio, las voces que oímos construyen el relato, lo hacen visible convirtiendo al oyente en lector, forzado a ser también creador. En este sentido se aprecia como Gustav Möller, con su primer largometraje, desafía al espectador al estrellarle contra su propia imaginería. ¿Lo que vemos, lo que oímos, es algo real o es solo una proyección?

Magistral puesta de largo. Sin grandes aspavientos el ingenio del escandinavo en la escritura, junto a Emil Nygaard Albertsen, es muy loable. Aunque todo sea dicho, la elección del argumento que cuestiona el entorno, convirtiendo en principal un adyacente que ensombrece una realidad poco o mal atendida (la violencia de género), asimismo apunta hacia una mirada dominantemente masculina, que personalmente hubiese preferido que se evitase. Lo cortés (refiriéndome a las formas), en este caso, quita lo valiente (la trascendencia social, más allá de ser un drama psicológico muy bien planteado).
 

Tráiler de The Guilty | StyleFeelFree Youtube