Siempre juntos | Postal familiar 

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Rosana G. Alonso

Alma mater de SFF. Librepensadora observando las dinámicas sociales y culturales desde una perspectiva feminista que se abre a lxs otrxs

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Con un guion efectivo y una fotografía cuidada, la película brasileña ‘Siempre juntos’ enfoca muchos problemas actuales. Sin embargo, el tándem de Gustavo Pizzi como director y Karine Teles como actriz, no puede evitar caer en cierto manierismo

Hay momentos en la vida en que todo parece desmoronarse. Los primeros signos pueden ser invisibles en una primera mirada. Las pequeñas cosas a nuestro alrededor bien podrían sean indicios de que se avecinan cambios. Al menos este es un recurso muy frecuente y lírico en lo cinematográfico. En Siempre juntos, el segundo largometraje de ficción de Gustavo Pizzi, en estrecha colaboración con Karine Teles, estos signos de que se avecina una crisis se manifiestan en el hogar. Aquí vive Irene con sus cuatro hijos y su marido. No tienen mucho dinero para salir adelante, pero tampoco es inconveniente para que sean felices a su manera. Aunque ahora su casa presente signos visibles de deterioro, que nos anuncian ya que algo importante está a punto de ocurrir, con una escena inicial muy adecuada.

No obstante nada es cierto hasta que se hace evidente. Y cuando el hijo mayor de la protagonista de la historia anuncia que tiene la posibilidad de ir a vivir a Alemania, para seguir creciendo en su trayectoria profesional, Irene no puede ocultar cierta desazón. Motor de la historia, este episodio que aparentemente no es especialmente significativo, en cambio sirve para entrar de lleno en la burocracia brasileña y ver además cómo los personajes se transforman. Empezando por el propio hijo, inconsciente de lo que supone para sus padres su marcha, y sobre todo para la matriarca del clan, una Karine Teles que destella en una cinta pensada para que destaque toda su presencia, cuando en Una segunda madre de Anna Muylaert, pasó bastante desapercibida, aunque ya había sido muy ovacionada en Riscado, dirigido, al igual que la película que nos ocupa, por su exmarido Gustavo Pizzi con quien sigue colaborando en los guiones de sus filmes. Sobreprotectora, Irene se aferra al presente pero el futuro está a la vuelta de la esquina y si bien en un principio no quiere aceptar los cambios que se avecinan, poco a poco evoluciona lidiando no solo con la marcha de su hijo, sino con su propio itinerario profesional y con los proyectos de su marido. Aspectos estos últimos que sirven para mostrarnos un Brasil afectado también por un neoliberalismo desorbitado que lleva a la deslocalización y precariedad del trabajador.

Hay muchos aspectos interesantes en Siempre juntos. El guion es efectivo, parece sencillo pero se ramifica como si fuese un árbol con unas sólidas raíces, la fotografía está muy bien cuidada y el uso del sonido es singular de alguna manera. Sin embargo cierto manierismo acaba por forzar cada escena. Hay tanta obsesión por alcanzar la perfección en cada acto, en cada interpretación, en cada imagen, que se pierde fluidez. El ritmo acaba llevando cierto zumbido consigo, aunque casi imperceptible, por esta misma razón. Lo cual no significa que no sea una película recomendable para todos los públicos, que encara muchos asuntos actuales a nivel global, aunque el corazón esté en un Brasil que desde el punto de vista de las artes visuales siga recreándose en la luz y la libertad que la acompaña.
 

Tráiler de Siempre juntos | StyleFeelFree Youtube