Western | Pasaje antropológico 

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Rosana G. Alonso

Alma mater de SFF. Librepensadora observando las dinámicas sociales y culturales desde una perspectiva feminista que se abre a lxs otrxs

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‘Western’, la película de la alemana Valeska Grisebach, indaga en lo antropológico para deconstruir el género western y dejarlo en su esencia

A propósito de la primera edición del Festival de Cine por Mujeres celebrado el pasado mes de abril en Madrid, comentaba que Western, cinta que formaba parte de la selección y ya había tenido ocasión de ver en el Premio Lux de cine, no me resultaba especialmente apropiada para este tipo de certámenes, que considero de índole necesariamente feminista. Ello no impide que la película de la alemana Valeska Grisebach sea extraordinaria, en su interés por indagar en lo antropológico a través de una observación directa que por otra, perfila una crítica indirecta que sin rehuir la mirada de género, tampoco la enfrenta.

Lo meramente descriptivo, sin embargo, no tiene cabida en este tipo de hacer cine, error en el que incurren otras películas de ficción y muchos documentales. Western, en cambio, va más allá de lo descriptivo encontrando pasajes de estudio. Hay en Western una voluntad de conocer la condición humana y como esta se metamorfosea en la interacción con los otros. De hecho, este aspecto es el más destacable de una cinta que como en la también alemana Toni Erdman, se advierten las grandes diferencias socioeconómicas y culturales que existen en una Europa en la que Alemania se erige como cardinal, haciendo dudosas inversiones en los países más pequeños de Europa del Este. De ahí que el título Western tenga relación con una mentalidad colonial. De primeras, se piensa en la ocupación y en la usurpación que derivan de un sentimiento de superioridad. Esto queda patente cuando el grupo de obreros alemanes nada más llegar a su destino, una pequeña población búlgara cercana a la frontera griega a donde son enviados para la construcción de una turbina hidráulica que obliga a alterar el curso del río, lo primero que haga sea plantar su bandera nacional.

Y aunque el título pueda llevar a engaño si se pretende encontrar la parafernalia del western clásico, existen en este filme muchos recursos de dicho género cinematográfico. Meinhard, sin ir más lejos, nuestro héroe caído, escenifica perfectamente al cowboy solitario y melancólico de hipnotizante mirada que monta a pelo un caballo blanco que no es suyo. Un papel que recae en Meinhard Neumann, un actor debutante que se expresa magníficamente con un lenguaje corporal que no necesita a penas palabras. Por otra parte, el pueblo de paisajes áridos y calles polvorientas donde solo hay un café bien podría servir de saloon donde desahogarse en alcohol. Y para rematar, dos grupos enfrentados _ los trabajadores alemanes y los lugareños _ que se desafían con la falta de confianza mutua. Unos creyéndose superiores, y los otros, sin comprender muy bien qué vienen a hacer en sus tierras. Sin hablar el mismo idioma, no obstante tendrán que buscar la forma de convivir en un lugar angosto donde el tiempo parece haberse detenido. El western deconstruido y filtrado para dejar ver sus raíces. Realismo naturalizado, casi documental. Si no convence como película de género, todavía hay ocasión de ver Sweet Country, otra propuesta que investiga en la naturaleza y narratividad del western.
 

Tráiler de Western | StyleFeelFree Youtube