Thelma | Narrativa para la liberación femenina 

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Rosana G. Alonso

Alma mater de SFF. Librepensadora observando las dinámicas sociales y culturales desde una perspectiva feminista que se abre a lxs otrxs

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En ‘Thelma’ Joachim Trier investiga en la psicología femenina confrontando los modelos patriarcales a una nueva realidad cinematográfica, en una película de género asombrosamente construida

Igual que escribía a propósito de The Square acerca de una nueva narratividad cinematográfica que se proyecta en lo ampuloso conectando, por medio de una ironía directa, con el público, tengo que decir que en Thelma, el último proyecto de Joachim Trier, advierto también un nuevo uso, no tanto del lenguaje en sí, como de sus signos visibles a través de un proceder original en los roles femeninos y sus aspiraciones expandidas. Anhelos que superan las dialécticas moduladas por lo social y que inevitablemente aquí, para entrar en conflictos difíciles de abordar, se materializan por medio del genéro fantástico que descubre las pasiones reprimidas del ser. Se escenifica así lo sobrenatural, con escenas muy efectivas repletas de metáforas que indagan para esclarecer el origen de ciertas manifestaciones del cuerpo. Este resulta ser un modo de explicar, convincentemente, las demandas a cerca del cambio de roles necesario en lo cinematográfico, que personalmente desde hace algún tiempo llevo solicitando por este canal, repitiéndome quizás al manifestar mi disconformidad con ciertos papeles femeninos que ni explican la complejidad de los géneros que por otra parte, tampoco se pueden simplificar tan fácilmente en categorías jerárquicas, ni aportan nada cuando están estancados en patrones obsoletos desde hace mucho tiempo.

Como me pasó con la sorprendente Salvaje (Wild, en la versión original) de Nicolette Krebitz, una película proyectada en el marco del 18 Festival de Cine Alemán (2016) y que no llegó a distribuirse en España, y el año pasado con la descarnada Crudo de Julia Ducournau, encuentro en Thelma un canal de expresión de la condición femenina que trata de escaparse de lo normativo, trazando un camino que profundiza en los resortes que llevan implícitas ciertas ambiciones de expresarse. Éstas, identificadas, buscan en primer lugar abandonar los adiestrados modos culturales. Los dilemas psicológicos que advienen en Thelma no son producto de un desvarío gratuito de Eskil Vogt y Joachim Trier. Tienen muy bien puestos los pies en una observación de lo social que desvela mitos y leyendas que tienen su origen en la historia de la humanidad, descubriéndonos la grandiosidad de la naturaleza frente al ser humano y su ansiedad contemporánea. Para ello, Trier se enfrentó al mayor reto hasta ahora de su filmografía. Este consistía en lograr una película diáfana, que avanza, moviéndose en un mar de complejidades que colaboran con el fin de que todo tenga un sentido de orden que clarifica. Si sus inicios me resultaron demasiado taciturnos y escurridizos (Oslo, 31 de Agosto; Reprise) aquí lo descubro como un autor que hila minuciosamente en la construcción de una película de múltiples lecturas que conectan con muchas cuestiones actuales. Su elección de Eili Harboe como Thelma, un personaje que guarda cierta similitud con el que interpretó Devin Druid en El amor es más fuerte que las bombas —el anterior trabajo de Joachim Trier— en el sentido de que también está en un periodo de incertidumbre propio de la edad, no obstante, es crucial para que el resultado sea redondo. Ella es la pieza central que tiene que lidiar con una serie de símbolos (serpientes, pájaros, agua…) hasta alcanzar realmente la madurez. Y el camino narrativo que nos señala Trier con una concatenación de planos maravillosos que dibujan desde la melancolía a un optimismo contagioso, es un camino hacia la liberación.
 

Tráiler de Thelma | StyleFeelFree Youtube