La enfermedad del domingo | Sin circunloquios 

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Rosana G. Alonso

Alma mater de SFF. Librepensadora observando las dinámicas sociales y culturales desde una perspectiva feminista que se abre a lxs otrxs

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Ramón Salazar en ‘La enfermedad del domingo’ hace un extraordinario ejercicio de síntesis en el que evidencia su madurez como cineasta

Cuando visioné, en su lanzamiento en 2002, Piedras de Ramón Salazar, que estrena La enfermedad del domingo, me resultó una película bastante singular. Vista con la mirada de hoy, solo me parece destacable el papel de Mónica Cervera en una cinta que trata de abarcar demasiado, no encontrando lugar para una emotividad que se disipa en un retrato coral inconmovible y muy alejado de la realidad. Es cierto que la cinematografía española desde Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón (1980) de Almodóvar, ha buscado repetidas veces recrearse en una fantasía que moldea la realidad volviéndola atrófica con personajes tan aparentemente cotidianos como insólitos. Sin embargo, no siempre este sentido de lo extraordinario o rocambolesco, según se tercie, ha dejado resultados tan portentosos como en las primeras películas del manchego.

Desde Piedras hasta La enfermedad del domingo, en cambio, ha pasado suficiente tiempo como para que esa euforia inicial de Salazar se transforme en sosiego que se materializa en una mirada que en este último filme está enfocada en la síntesis. Una síntesis que no obstante tampoco rehúye lo puramente ficcional, pero se distancia de sus perífrasis con una dirección sobre las actrices que logra sus propósitos. Bárbara Lennie, sucesora de Ariadna Gil primero y Najwa Nimri después, está admirable en un papel en el que se evidencia que como actriz encaja más en los roles con aristas, que en los dulces o condescendientes como en María (y los demás). La nueva chica de moda del cine español centra aquí la atención junto con Susi Sánchez, también impecable, en asuntos que recobran un nuevo interés reinterpretándose: las relaciones materno-filiales, la enfermedad que se emparenta con la soledad y la desidia de vivir, o la venganza que no busca resarcirse sino ordenar el tiempo, las cosas, los seres. Sin circunloquios, pero conservando lo meramente cinematográfico que encuentra su correlación en la filmografía (todavía escasa) de Carlos Vermut.
 

Tráiler de La enfermedad del domingo | StyleFeelFree Youtube