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Esto no es una acción, es una reacción a la exposición ‘Todas las variaciones son válidas, incluida esta’; que le dedica el Museo Reina Sofía a Esther Ferrer en el Palacio de Velázquez del Parque del Retiro
Solo se entiende el significado de lo performativo de Esther Ferrer (San Sebastián, 1937) haciendo; el sentido de la acción, en su mismo sinsentido, en su temida abstracción condenada a una nada física, estructurada, con el peso temporal de lo ficticio, de lo que no siendo, es; o de lo que siendo, deja de ser. Las explicaciones al uso se pierden en etiquetas asfixiadas por aforismos legitimados que anulan lo propio de la acción irrepetible, encaminada a trascender la propia acción en su conjura.
La conjura por aquellos
necios
Contra todos
[tic, tac, tic]
La única conjura pertinente es contra la acción que se revela a su composición, sin anular un génesis original que deviene anárquico y conjunto, formando sinergias acompasadas que exponen, desde un adusto juego de bufones, la realidad inextricable de la que parten. De ahí la invitación pautada de Esther Ferrer: “se puede realizar como se quiera” [Nota que acompaña la partitura (instrucciones de uso) de Siluetas, acción creada a finales de la década de 1960]. E incluso, “puede ser realizado por todo aquel que lo desee, sin discriminación de sexo, edad y condición” [Idea para TA,TE,TI,TO,TU recogida de la partitura que acompaña a la acción creada a mediados de la década de 1980].
Pero volvamos al principio. Tic, tac, tic. Hacer. Incluso la nada es un hecho. Tic, tac, ticBien sabido es la obsesión de Esther Ferrer por los números irracionales, los primos más concretamente, y los indivisibles;
la construcción de espacios imaginarios, inhabitados o habitados por la memoria de lo soñado que suplanta vacíos en un universo que se extiende al ritmo del tiempo;
los laberintos jeroglíficos de geometrías que forman patrones irrepetibles;
la representación del cuerpo femenino sometido a la desestigmatización de lo real que desenmascara a la representatividad ficticia, interpuesta por cánones patriarcales;
la lógica enfrentada a lo circunstancial, a la posibilidad de cambio, puesto que “una tirada de dados nunca elimina el azar” [en referencia a la obra de Mallarmé];
la productiva exergía de lo que es susceptible de modificación porque la infinitud de la forma se debe a un patrón madre divisible que permite el gesto espontáneo que indudablemente llama a la acción; a una acción específica que se cuestiona a sí misma su esencia.
El rigor del que hace, que habilita la acción, así sea un serio efectivo esperpéntico que por ello mismo, cuestiona la norma, desafiando también al propio protocolo que deriva en una poesía sonora en la que las voces, y los ruidos, y los silencios, se complementan, jugándose en un juego de palabras que se desvía hacia un absurdo que revierte lo jerárquico.
“Porque en realidad ¿qué es una performance?”, se pregunta Esther Ferrer. “¿Un género? ¿Un híbrido? ¿Una expresión artística? ¿Un cuento chino? ¿Una broma? ¿Un desafío? ¿Un timo? ¿Una tortura? ¿Cualquier cosa? ¿Un aburrimiento? ¿Un placer? ¿Un exceso? ¿Una sorpresa? ¿Una vergüenza? ¿Una falta de ideas? ¿Un descubrimiento? ¿Un riesgo? ¿Un acto gratuito? ¿Un esfuerzo? ¿Un saber? ¿Una comunicación? ¿Un género menor? ¿Un género mayor? ¿Una desviación teatral? ¿Un deseo de gustar? ¿Una provocación? ¿Un deseo de hacer diferentemente? ¿Una nueva experiencia artística? ¿Un brote natural, ilegal, adulterino del arte? ¿Un camino? ¿Una libertad de hacer? ¿Y qué más?”, se cuestiona la artista en la acción El arte de la performance: teoría y práctica (1) y (2), creada a finales de la década de 1980.
O quizás, en su caso,
Un recorrido alterable
Un itinerario variable
Una autoridad suplantable
Una potestad transferible
Una competencia divisible
Un acto permutable
Una operación negociable
Un ejercicio cuestionable
Una actividad flexible
Un movimiento maleable
Alterable
Variable
Suplantable
Transferible
Divisible
Permutable
Negociable
Variable
Alterable
Transferible
Suplantable
Permutable
Divisible
Flexible
Negociable
Mutable
Y así hasta el infinito y vuelta, siguiendo el rastro del hilo de la vida.
En los márgenes de todo esto: el neodadaísmo, Fluxus, Gutai, John Cage, la poesía visual y el azar de estar aquí, un momento, y ver la acción pasando, escapándose… después de todo, quizás, tal vez, podría ser… la única intención de Esther Ferrer sea la de congelar la acción imposible, el gesto subalterno y arbitrario de la acción, para que no se nos olvide que toda verdad esconde una mentira o toda mentira, un pasadizo hacia la verdad oculta en un entretenimiento de letras y números que se articula por medio de la ductilidad del lenguaje. Variable, transferible, alterable, suplantable, divisible, permutable, flexible, mutable, cuestionable… en la perseverancia de la acción y la espera está la clave. Esther Ferrer lleva medio siglo inventando y repitiendo acciones desde que comenzara con ZAJ, a finales de los años sesenta del pasado siglo, a desentrañar, a través de la música y la performance, el desconcierto de la vida materializado en hábitos, en rutinas a las que hemos dejado de prestarles atención.
Título: Esther Ferrer. Todas las variaciones son válidas, incluida esta
Artista: Esther Ferrer
Comisariado: Laurence Rassel y Mar Villaespesa
Coordinación: Patricia Molins
Lugar: Palacio de Velázquez (Parque del Retiro)
Fechas: 26 de octubre 2017 al 25 de febrero de 2018
Horario: de 10h a 18h
Actividades: consultar en la web del Museo Reina Sofía
Precio [entrada a exposición]: entrada gratuita