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La Fundación Juan March de Madrid dedica su espacio expositivo al movimiento Arts and Crafts, liderado por William Morris y compañía, en Gran Bretaña
En la última década ha resurgido una conciencia ecológica, que aunque, en general, no podía evitar quedarse encasillada en dudosas etiquetas, a día de hoy, es visible que ha calado en las pautas de consumo. Sobre manera, en lo vinculado a la alimentación. Mientras el boom de lo orgánico y saludable ha llegado incluso a las grandes superficies y prolifera, imparable, su comercio en redes, la ecología vinculada a lo accesorio, aunque también indispensable, como puede ser la ecología del vestir y del hogar, no es tan evidente. Cuando el ritmo de la producción y las políticas económicas no son, ni mucho menos, ecológicas, difícilmente la calidad y la responsabilidad en la fabricación de bienes útiles y decorativos son consideradas en los modos de producción que se han desvinculado por completo de lo social, lo humano y lo justo, traspasando todas las fronteras.
Al mismo tiempo, estamos en una época de transición hacia la digitalización absoluta en la que todavía no se han activado manifiestos movimientos que planteen sus peligros, o al menos, que enfrenten sus evidentes virtudes, a sus abusos. Una época, la nuestra, que bien podríamos emparentar con la que vivió William Morris (1834-1896. Reino Unido), al que ahora la Fundación Juan March de Madrid, en colaboración con el Museu Nacional d’Art de Cataluya, le dedica una muestra que reivindica el movimiento de Arts and Crafts que lideró. Las similitudes, salvando las distancias, con nuestro tiempo, son muchas. Aquel fue un periodo también de transición. De lo rural a lo urbano, de lo manual a lo mecánico; si bien la revolución industrial ya se daba por concluida. Y la conciencia ecológica que surgió entonces, vuelve a ser protagonista en un mundo, el actual, mucho más agresivo industrialmente, aunque menos perceptible por la deslocalización, que aquel que dejó William Morris a la salida de un siglo XIX que vaticinaba lo que nos venía encima, y lo que queda por llegar, si nos dejamos seducir por una materialidad que se escapa entre los dedos, que poco tiene ya de táctil, de sensitiva, de perdurable. Todas las luchas que protagonizó Morris y los seguidores del movimiento de Artes y oficios más afines con sus ideas, cobran por ello, mucho más sentido en el presente, desde una contemporaneidad que tiene que retroceder en el tiempo para encontrar respuestas cardinales que nos permitan avanzar hacia un mundo mejor, como aquel al que aspiraron los más ilustrados miembros del Arts and Crafts.
Arts and Crafts en su contexto
Cuando la industrialización en la Inglaterra victoriana de la segunda mitad del siglo XX ya empezaba a causar los primeros estragos, y el debate público giraba en torno a la necesidad de mejorar el diseño de los productos manufacturados para competir con otros países, William Morris proclamó el movimiento conocido como Arts and Crafts que recogía muchas de las preocupaciones de la época que ya habían manifestado pensadores y escritores como John Ruskin y Thomas Carlyle. Así como otros escritores que, desde la Literatura popular, describieron las cloacas de los nuevos trabajos en la fábrica, destinados a las clases más desfavorecidas. Tal es el caso de Charles Dickens con Oliver Twist (1838) y posteriormente, Charles Kingsley con The Water-Babies: A Fairy Tale a Land Baby (Los niños del agua: un cuento de hadas para un niño de la tierra,1863).
El Arts and Crafts, heredero directo de un Romanticismo que reverenciaba el mundo natural, el poder de la imaginación y el sentimiento de sublime, fue un movimiento que surgió, precisamente, porque los pilares románticos, con la industrialización, comenzaban a desmoronarse con la aparición de suburbios y fábricas que cosificaban a los trabajadores hasta desposeerlos de su subjetividad e ideales, poco o nada fructíferos en la atmósfera gris de entramados mecanizados y divididos, pensados no para ahorrar esfuerzo, sino para incrementar el beneficio industrial.
Ante este nuevo y atemorizante nuevo universo laboral, algunos intelectuales, como Ruskin, volvieron la mirada hacia el pasado, concretamente hacia la Edad Media, donde encontraron en el gremio el modelo organizativo a imitar, favoreciendo al mismo tiempo la vuelta al Neogótico, muy vinculado, por otra parte, al Romanticismo y la cultura medieval. El trabajador, en el ideal de Ruskin, debería ocuparse de cada objeto artesanal, desde su concepción hasta su factura final, disfrutando de un trabajo placentero, que poco tenía que ver con el que se estaba llevando a cabo en las fábricas, donde la división del trabajo era ya una realidad que asemejaba al hombre a la máquina. Fue de los primeros autores, de hecho, que habló de la contaminación y de la esclavitud remunerada. Ideas que calaron hondamente en la sensibilidad de William Morris y su círculo, con el que fundó en 1861 la compañía Morris, Marshall, Faulkner & Co. Una puesta en común entre el propio Morris, junto a Philips Speakman Webb, los pintores prerrafaelitas Burne-Jones, Dante Gabriel Rossetti y Ford Madox Brown; así como Charles Faulkner —profesor de matemáticas de la Universidad de Oxford— y el ingeniero Peter Marshall. La idea que tenían, como comunidad artística, era la de devolver la antigua gloria a las artes y los oficios, haciendo suyos los preceptos ruskianos y eliminando las barreras entre artes mayores y menores, en productos exquisitos en los que la sencillez y la estilización de los motivos dejaba paso a una iconografía que buscó sus fuentes de inspiración en los motivos vegetales, las hazañas medievales, o la iconografía cristiana que comenzó como un referente moral, del que algunos se fueron distanciando, como el mismo Morris, que acabó declarándose ateo.
William Morris, todopoderoso padre del movimiento Arts and Crafts
Más adelante, en 1875 William Morris acabó siendo el único dueño de la compañía. Esto no fue en cambio en detrimento del movimiento, ni de la idea de un colaborativo que incluyó, aunque tímidamente, a las mujeres —tanto la esposa de William, Jane Buden, como su hija, May Morris, participaron activamente en el Arts and Crafts—, que tuvieron relevancia especial en la sección de bordado. Es más, al poco tiempo el éxito era tal que la compañía de Morris ya disponía incluso de un establecimiento público en la conocida Oxford Street de Londres. Las artes y oficios estaban comenzando a vivir un florecimiento sin igual, ya que en un momento en el que las fábricas solo dispensaban shoddies, productos de mala calidad y desprovistos de identidad, el movimiento Arts and Crafts apostaba por los materiales y métodos tradicionales de trabajo que ofrecían una calidad inigualable y sobre todo, una firma, que especialmente, William Morris, defendió hasta la extenuación, convencido de que un modelo productivo más justo y sociable era posible, mientras se afanaba, él mismo, por llevar a cabo todo lo que promovía y defendía. Fue diseñador, artesano, empresario, poeta, novelista, ensayista, traductor, bordador, tejedor, tintorero, ilustrador, calígrafo, tipógrafo, conferenciante, editor, impresor, defensor de la conservación de edificios históricos, ecologista, agitador social y activista político, que en los últimos treinta años de su vida se unió al primer grupo marxista de Gran Bretaña, la Democratic Federation (Federación Democrática) que luego se llamaría Social Democratic Federation (Federación Democrática Social). Partido que abandonaría para crear la Socialist League junto a otros líderes socialistas, entre los que destacó Eleonora Marx, hija de Karl Marx.
William Morris “consideraba que el socialismo debía abarcarlo todo y que cualquier posible sociedad postcapitalista debía estar basada en la felicidad individual de todos sus miembros, tanto en el ámbito del hogar como en el trabajo”, destaca Pat Kirkham en el extenso y revelador catálogo de la muestra William Morris y compañía: el movimiento Arts and Crafts en Gran Bretaña. No obstante, como consideran Manuel Fontán del Junco y María Zozaya Álvarez, en el mismo catálogo, el movimiento de Arts and Crafts acabó teniendo que enfrentarse a algunas contradicciones porque sus ideales, en última instancia, sirvieron a las clases privilegiadas ya que “lo artesanal, lo hecho a mano, deviene también, inevitablemente en lujo”, consideran del Junco y Zozaya. Esta fue, no obstante, una de las batallas que lidió Morris, la de tratar de mantener un equilibrio entre el coste y la calidad, en una sociedad y economía muy clasista. La única forma de romper con esto solo podía pasar por el activismo político al que dedicó mucho esfuerzo el hombre que puso en valor el Arts and Crafts. Obviamente si la economía y la sociedad, como intentó Morris en su última etapa vital, no daban un giro absoluto que pasase por el filtro de la humanización perdida con el progreso industrial, no habría forma de llevar a cabo los ideales morrisianos. Ideales aún más difíciles de abarcar hoy en día, cuando los precios medios se disipan en una economía nuevamente muy estratificada, y una sociedad que comienza a ver en lo ecológico la única puerta abierta al bienestar perdido. Lo ecológico, del vivir, a grandes rasgos, más que en una opción, se ha convertido en una forma de supervivencia y de ahorro, si se plantea desde una base que insta a ser autoproductivos, generosos, economizadores y empáticos con nuestro entorno y nuestros semejantes. La única vía de hacer que un museo, por ejemplo, pueda ser también un hogar; o que un hogar pueda servir de estudio de trabajo; o bien, que lo bello, lo útil, lo justo y lo ameno se puedan unificar como modo de vida.
Espacio expositivo en la exposición William Morris y compañía: el movimiento Arts and Crafts en Gran Bretaña | Foto: © StyleFeelFree
Libros del movimiento Arts and Crafts de la exposición William Morris y compañía: el movimiento Arts and Crafts en Gran Bretaña | Foto: © StyleFeelFree
Título: William Morris y compañía: el movimiento Arts and Crafts en Gran Bretaña
Artista: William Morris y otros
Producción: Fundación Juan March y el Museu Nacional d’Art de Catalunya de Barcelona
Comisariado: Joanna Banham
Lugar: Fundación Juan March (Madrid)
Fechas: 6 de octubre de 2017 al 21 de enero de 2018
Itinerancia: Museu Nacional d’Art de Catalunya, Barcelona desde el 22 de febrero de 2018 al 21 de mayo de 2018
Horario: lunes a sábado y festivos: 11h a 20h / Domingos: 10h a 14h
Actividades: Ciclo de conferencias en torno a William Morris [16 de noviembre: La sombra alargada de John Ruskin por Juan Francisco Yvars / 21 de noviembre: Un cruzado contra su época. William Morris en la Inglaterra victoriana por Ignacio Peyró / 23 de noviembre: Wiliam Morris: belleza y justicia por Manuel Fontán del Junco / 28 de noviembre: Mariano Fortuny: Más allá de William Morris por Guillermo de Osma]
Precio [entrada a exposición]: Acceso libre