El sueño de Gabrielle | Sombras luminosas, brillos opacos 

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Rosana G. Alonso

Alma mater de SFF. Librepensadora observando las dinámicas sociales y culturales desde una perspectiva feminista que se abre a lxs otrxs

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El peso de Marion Cotillard en ‘El sueño de Gabrielle’ deja paso a la ligereza de Alex Brendemühl que a la sombra de la actriz francesa, se vuelve más terrenal

Hay cintas memorables que lo son porque sus protagonistas acaban consiguiendo que el espectador olvide todos los derredores de la película. En un momento en el que los personajes femeninos están ganando peso, es cuando se siente necesario que estos sean dirigidos para romper con estereotipos, volviéndose carnales y cercanos en sus humanos desvaríos. En este sentido hace poco le perdonábamos a Lady Macbeth algunos tropiezos, porque su jovencísima actriz principal, Florence Pugh, fue capaz de mostrarse brutalmente íntegra, sin atender a máscaras de lo femenino que pudiesen entorpecer un entendimiento cabal, de lo que significa ser, sin cuestionamientos de género.

El sueño de Gabrielle está en otra onda, más metida en corsé. Ya desde su poco sugerente título en la versión española, que recuerda a muchos otros sueños, como El sueño de Ellis, también protagonizado por Marion Cotillard, se percibe un cierto regusto por endulzar lo que no puede ser dulce si la receta es agridulce. Basada en Mal di Pietre [Mal de piedras] de la italiana Milena Agus tenía todas las claves para la construcción de un poderoso personaje femenino, que rompiera esquemas y al mismo tiempo, se sintiera real. Sin embargo Nicole Garcia deja que Marion Cotillard entre y salga de escena como una actriz que ha pisado muchas alfombras rojas y no parece, últimamente, ser capaz de poner los pies en la tierra. La pasión se siente poco natural, la sensualidad, de manual. Imagino que a ciertas actrices, cuando llevan decenas de películas a sus espaldas y son ya pesos pesados de la industria, ya nadie las dirige, se dirigen a sí mismas provocando cortacircuitos que chocan con la realidad. Cotillard, que me resultó coherente en Dos días, una noche de los Hermanos Dardenne y espléndida en el Macbeth de Justin Kurzel, así como en la vida de Edith Piaf [La vida en rosa. Edith Piaf] y en De óxido y hueso, busca acaparar, el guion así lo exige, toda la atención de El sueño de Gabrielle. Pero al final destaca todo, menos ella. Hay una fotografía remarcable y especialmente, entre sombras, sobresale la figura del catalán Alex Brendemühl, con una presencia más significativa que la de Louis Garrel, que se crece en las ausencias y los silencios.
 

Tráiler de El sueño de Gabrielle | StyleFeelFree Youtube