La chica desconocida | La responsabilidad por el otro 

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Rosana G. Alonso

Alma mater de SFF. Librepensadora observando las dinámicas sociales y culturales desde una perspectiva feminista que se abre a lxs otrxs

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Los hermanos Dardenne en ‘La chica desconocida’ profundizan en el thriller, un género que siempre fluctúa en sus películas, para acabar nuevamente comprometidos con la realidad social

Jean-Pierre y Luc Dardenne llevan ya una retahíla de magníficas películas de cariz social impregnadas de un realismo que indaga en los márgenes de la sociedad. En ellas el suspense es un recurso que agiliza la historia permitiéndonos conectar más rápidamente con los personajes a través de su toma de decisiones. En La chica desconocida, su último trabajo, esto se revela todavía más urgente, si bien su posicionamiento ha cedido hacia posturas estéticas más cristalinas. En las últimas películas de los hermanos Dardenne, hay una intención de acercarse paulatinamente a un cine más comercial en su manera de eliminar escollos que daban más densidad a sus argumentos. Pero prevalece su interés por lo social. Aquí se evidencia en una trama que avanza envuelta en incógnitas incorporando los temas y modos que han repartido los belgas a lo largo de toda su filmografía. Si en La promesa (1996), una de sus películas más brillantes, ya anunciaban su interés por el flujo de personas, el tráfico y la explotación ilegal, en La chica desconocida  esto vuelve a aparecer de tapadilla, envuelto en una cinta en la que el suspense cobra una importancia crucial.

El interés de los realizadores belgas por aproximarse al thriller fue especialmente obvio en El hijo, una de sus cintas más sórdidas y abruptas, que nos mostró su fascinación inicial por un experimentalismo de cariz realista que no temía arriesgar en tomas avivadas por un estilo amateur que nos acercó a una experiencia inmersiva en la vida-otra, una práctica que ahora se destila centrándose exclusivamente en sus asombrosas caracterizaciones. Sus personajes siempre son cercanos. De entre ellos, sus mujeres abrieron desde sus primeros filmes una puerta a un cine actual que empieza a considerarlas como individuos pensantes, como principales en la trama, más allá de condicionamientos puramente sexuales. En este sentido, la protagonista central de La chica desconocida, Jenny, interpretado por una convincente Adèle Haenel es un personaje decidido y con moral que nos muestra los dilemas de la profesión de médico. La naturalidad, emotividad y contundencia de las conmovedoras Rosetta y Lorna  (en El silencio de Lorna), vuelve a ser manifiesto en una película que finalmente descubre un mundo de lo excluido y de lo oculto que se hace visible según avanza. La chica desconocida  acaba dándole la vuelta a lo que parecía ser un sencillo thriller sin mucho trasfondo. Los Dardenne siguen empeñados en desempañar el cristal, en quitar el maquillaje superfluo al rostro, para mostrar la cara desnuda de una realidad que sigue teniendo un cariz cinematográfico en los detalles que franquean miradas que no descuidan la toma por objetiva que sea. Puro realismo que elige el ángulo para denunciar y mostrar que el sentido del honor que se percibe en la responsabilidad por el otro, es crucial para encarar la vida sin eludir dichas responsabilidades. Que ese sentido del honor sea además encarado por una mujer dice mucho de los Dardenne. Sus mujeres de cine, tan reales, sí son espejos donde mirarse.
 

Tráiler de La chica desconocida | StyleFeelFree Youtube