The Neon Demon | Sublime horror 

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Rosana G. Alonso

Alma mater de SFF. Librepensadora observando las dinámicas sociales y culturales desde una perspectiva feminista que se abre a lxs otrxs

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Nicolas Winding Refn vuelve con ‘The Neon Demon’ a convertir el horror en iconografía de la belleza, si cabe, más sublime e indudablemente más metafórica que en sus anteriores proyectos, para hacer una satírica disertación sobre la industria de la moda

La potente estética que desarrolla el danés Nicolas Winding Refn llevando la violencia a otro estadio en donde el horror adquiere una dimensión absolutamente arrolladora, se acerca más a la perspectiva cinematográfica asiática, más concretamente a la coreana, que a la europea o estadounidense. En este sentido Chan-wook Park que en breve estrenará La doncella  en las salas españolas, tiene ciertas similitudes con el danés. Un cine tan elocuentemente cinematográfico en la beatificación de la crueldad o de la inmoralidad, que entra en el terreno de un género de culto que va más allá de los géneros, absorbiendo los males de las sociedades contemporáneas en gestos sublimes, no es en cambio apto para todas las mentalidades, ya que el regocijo en cierta morbosidad, aunque esté justificada en un tono de fábula magistralmente confeccionado desde todos los departamentos de arte, pudiera confundir a algunos espectadores. Los terrenos de la moral siguen estando demasiado acotados. Traspasar ciertas fronteras conlleva el riesgo de confundir. ¿Hasta dónde se puede hacer? ¿Dónde acaba el rigor para convertir el cine en un espectáculo sin fondo?

Por exigencias de un guión que gira en torno a la industria de la moda en The Neon Demon el realizador Winding Refn lleva un paso más allá los asombrosos trabajos de los departamentos de fotografía y de diseño de producción de Solo Dios perdona.  Esto consigue efectivas secuencias teñidas de luces de neón que transportan a otra dimensión donde la música también es protagonista para conferir un acabado editorial que se tambalea en algunas escenas, suspendidas en el aire por falta de profundidad en algunos personajes. Sin embargo, como parábola en torno a las exigencias actuales para alcanzar el éxito en grandes urbes, The Neon Demon es extraordinaria. Su precisión estética que recuerda a obras de Vanessa Beecroft así como a editoriales de Steven Meisel para el Vogue Italia a principios de siglo, cuando todavía era creíble que la moda fuese endiabladamente sugestiva y sobreficcionada, queda justificada además por un entramado que disecciona la crueldad para que el fondo se haga tan evidente como la forma, a pesar de cierta liviandad en el guión. Autorizada esta ingravidez porque el conjunto está perfectamente armado en unas localizaciones que favorecen la historia.

La elección de Los Ángeles como lugar de la acción es uno de los grandes aciertos de una película que lejos de quedarse en los fuegos de artificio, nos hace reflexionar sobre los vicios de la sociedad actual, sobre las cloacas de un mundo en el que de puertas para fuera, todo es impoluto. Con The Neon Demon la moral alcanza también al espectador haciéndole retrotraerse indudablemente a pasajes de la sensorial novela El Perfume  de Patrick Süskind llevada al cine por Tom Tykwer o a The Countess,  de Julie Delpy, basada en la leyenda de la Condesa Bathory. La belleza, la temible belleza en todas sus facetas, con filtros y sin filtros, que hace que se tambalee la moral, sigue siendo motivo de contemporaneidad. Lo que hace Nicolas Winding Refn es justamente un análisis de la belleza entrando de lleno en ella por medio de objetivos anamórficos que permiten un acabado cosmético con el fin de sublimarla en un gesto, a través del suspense y finalmente, del horror. El error del espectador podría pasar por querer ver en el gesto, únicamente el gesto.
 

Tráiler de The Neon Demon| StyleFeelFree Youtube